‘Las andanzas del incorregible Paolo Pinocchio’, de Lucas Varela

Editorial: La Cúpula.

Guion: Lucas Varela.

Dibujo: Lucas Varela.

Páginas: 116.

Precio: 16,50 euros.

Presentación: Rústica con solapas.

Publicación: Octubre 2021.

Hay historias que nacen de la irreverencia más absoluta, y eso implica que todo lo que venga a continuación, todo lo que sirva para desarrollar ese concepto, solo puede prolongar la sensación casi de placer culpable que se desprende de todo el invento. Y sí, eso es lo que pasa con Las andanzas del incorregible Paolo Pinocchio, cuyo simple título ya nos da una idea de por dónde pueden ir los tiros. El tebeo de Lucas Varela, cuya versatilidad está fuera de toda duda, tiene dos puntos de partida. El más evidente es el de Las aventuras de Pinocho, el libro de Carlo Collodi que Disney inmortalizó a su manera como uno de sus clásicos. El segundo, La divina comedia de Dante Alighieri, cuyo retrato del infierno sirve de escenario a las aventuras de este personaje y le garantiza incluso un cameo en uno de los cinco capítulos que forman este libro junto a algunas curiosidades más e incluso el relato del origen de este Paolo Pinocchi, más Paolo que Pinocchio aunque las mentiras que hacen crecer su nariz de madera sean uno de los elementos que más aparecen, sobre todo en las primeras páginas del libro. Y sí, todo es muy loco y atrevido, con mucho humor negro y esa irreverencia de la que hablábamos al principio, porque esa es la vía que escoge Varela para construir un cómic diferente, muy personal y bastante inclasificable.

Varela, al que hemos visto como dibujante y como autor completo, tiene una agilidad como escritor que resulta muy divertida. Quizá sea esa la clave de Las andanzas del incorregible Paolo Pinocchio, la construcción de un personaje que es de todo menos simpático que es un mal tipo construido en base a un arquetipo infantil para después convertirle en algo diferente, malhablado y éticamente poco defendible, uno que miente a diestro y siniestro, y que tiene más cara que espalda, por decirlo de una manera clara. Semejante personaje es obvio que tiene que ser el protagonista de historias con muy mala baba, con un humor muy particular, y cada uno de los episodios de este libro cumple con creces con todo lo que cualquiera de nosotros podríamos anticipar. Si podemos vernos sorprendidos por algo es por la enorme variedad que hay en sus páginas, por la forma en la que esquiva la reiteración incluso cuando de manera más que consciente utiliza fórmulas más o menos parecidas para que le sigan sucediendo desgracias a nuestro teórico héroe, y sabiendo en todo momento que ni es un héroe ni va a cambiar su comportamiento para dejar esos sufrimientos infernales por los que no deja de penar. Divierte y mucho que Varela sea capaz de encontrar humor en cada una de estas tortuosas situaciones que dibuja.

Y las dibuja, sí, de la manera en la que cabe esperar. Con un bitono rojizo, cómo escoger otras tonalidades para mostrarnos el infierno, da forma a un mundo en el que su imaginación se desborda y en la que prescinde de cualquier límite que pudiéramos imaginar. No hay más que ir pasando páginas para ver que Varela se va retando continuamente con marcianadas cada vez más locas y atrevidas, con elementos que seguramente no imaginaríamos que pudiera utilizar y logrando una coherencia narrativa con cada novedad que sorprende por su fluidez. Los personajes recurrentes, que alguno hay, también ayudan a que poco a poco nos vayamos sintiendo sorprendentemente cómodos con lo que leemos. La caricatura del autor ayuda, desde luego, y el diseño de los personajes, empezando por esa dramáticamente macarra revisión de Pinocho, es divertidísimo. En realidad, todo lo que vemos en Las andanzas del incorregible Paolo Pinocchio lo es. Qué bien funciona la irreverencia cuando se trata de algo fresco y atrevido. Este cómic, sí, lo es, y por eso es tan sencillo adentrarse en su universo de referencias literarias clásicas y caricaturas modernas, del que ojalá haya todavía más en un futuro. El propio Paolo lo deja en manos de sus lectores al final, así que…

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