‘Coraje. Las malas decisiones’, de Patricia Martín Rodríguez

Editorial: Drakul.

Guion: Patricia Martín Rodríguez.

Dibujo: Patricia Martín Rodríguez.

Páginas: 144.

Precio: 15,95 euros.

Presentación: Rústica con solapas.

Publicación: Abril 2024.

Es tanto el impacto que genera este segundo y último volumen de Coraje, acertadísimamente titulado Las malas decisiones, que no parece del todo fácil evaluar el trabajo de Patricia Martín Rodríguez sin entrar del todo en los giros y perpetrar algún spoiler que arruine la experiencia. La razón es sencilla, y es que la autora entra en unos terrenos muy pantanosos, muy complicados de asimilar desde lo emocional, y sale sin embargo bastante triunfante de semejante tarea. No, no vamos a desvelar nada, por supuesto, pero sí podemos adelantar que es una continuación muy elegante del primer volumen, Las malas compañías (aquí, su reseña), pero a la vez propone un escenario tan nuevo como bien hilado con la historia que habíamos leído hasta este punto. Si en la primera parte la fuerza estaba en Jonay, en el protagonista, en sus intentos poco exitosos de controlar la ira que amenazaba con arruinar su vida, en esta segunda predominan los acontecimientos que se suceden y las consecuencias que tienen. Es, en este sentido, un auténtico tour de force emocional que supone un reto para los personajes, un reto además que va in crescendo, pero también para los lectores, que por momentos podemos preguntarnos si de verdad estamos descendiendo hasta donde lo estamos haciendo.

Si en el primer volumen ya avisamos de que esta no parece la obra de una autora debutante, en este segundo Martín Rodríguez da incluso un paso más. No es que se pueda considerar como algo distinto, Coraje es claramente una historia en dos actos que fluye con naturalidad, pero a la vez Las malas decisiones tiene un impacto distinto. Y eso nos conduce a una narración madura que no pierde el foco que ponía en los personajes en la primera parte, pero nos invita a dar un paso más. El pasado condiciona, sí, y eso es parte esencial de Coraje. Los personajes no aparecen porque sí, no llegan a este punto por casualidad, y los flashbacks siguen funcionando bastante bien para entender todo el contexto de su resolución. Y como sucede con las historias atrevidas, Martín Rodríguez nos invita a leer dos veces para asimilar este descenso a los infiernos que en el fondo supone toda la segunda parte, consecuencia de los errores cometidos previamente. Es, efectivamente, un estudio fascinante de lo que sucede cuando se elige mal, cuando no se miden adecuadamente las consecuencias de los actos, cuando se opta por salidas aparentemente fáciles que son más bien una trampa vital. Las malas decisiones es incluso más dura que Las malas compañías, que ya era una entrega emocionalmente muy compleja.

El dibujo de Martín Rodríguez sigue al mismo nivel de la primera parte, y eso habla de una muy buena mezcla entre la personalidad de sus protagonistas, la puesta en escena que evidencie las emociones de cada secuencia, el uso de una tipografía bastante atrevida y la localización de la historia en un escenario local que en absoluto limita su alcance ni suena artificial. La evidente influencia manga de la autora es una vía espléndida para conseguir los objetivos de la historia, y el blanco y negro una herramienta bastante eficaz para que Coraje sea el drama que crece con estas páginas. Puede que en esta segunda entrega haya menos impacto en la presencia de los personajes, seguramente porque ya los conocemos, que en lo que realmente está aconteciendo, y eso permite a la autora moverse por terrenos levemente distintos a los que habíamos vistos. Levemente, ojo, porque Coraje tiene un estilo visual muy marcado y muy logrado. Veremos con el tiempo si es el que Martín Rodríguez va a manejar siempre o si, por el contrario, es el que impera en esta historia en concreto, pero lo que no se puede negar es que tiene un claro atractivo. Coraje también, en su conjunto, como una historia fascinante que sabe abordar la salud mental como concepto y la importancia de las decisiones que tomamos, para nosotros y para los nuestros. Ahora ya completo, espléndido debut.

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