CÓMIC PARA TODOS

‘The Walking Dead’ 1, de Robert Kirkman, Tony Moore y Charlie Adlard

Editorial: ECC.

Guion: Robert Kirkman.

Dibujo: Tony Moore y Charlie Adlard.

Páginas: 304.

Precio: 32 euros.

Presentación: Cartoné.

Publicación: Febrero 2021.

Si salimos del entorno de los superhéroes, pocos fenómenos ha deparado el cómic de una mayor envergadura que The Walking Dead. Cierto que el boom es más televisivo que de viñetas, pero el origen está ahí, en las páginas impresas de Robert Kirkman que comenzó dibujando Tony Moore y que adquirieron ya su personalidad definitiva de la mano de Charlie Adlard. Aunque solo sea por eso, merece la pena lanzarse a la lectura de una serie que tiene mucho de mítica por todo lo que se ha construido a su alrededor y, también hay que decirlo, por sus propios méritos. Porque, sí, es el tebeo de zombis definitivo para más de una generación, y lo es porque entiende este subgénero del terror de la manera más acertada posible, poniendo el énfasis en las relaciones humanas que se establecen a causa de una plaga de muertos vivientes que destruye por completo la sociedad que conocemos, fijándose en las consecuencias psicológicas para quienes asisten al horror de la muerte y la transformación de sus seres queridos, y llevando los problemas cotidianos y los debates de nuestras vidas llenas de comodidades a un escenario completamente diferente y muy difícil de evaluar. The Walking Dead, y esa es la genialidad, no va sobre zombis, sino que es una obra de una brutal carga social que aprovecha una situación que ya de por sí tiene seguidores más o menos fijos.

Kirkman es un tipo inteligente, siempre lo ha sido. Otras series como Invencible (aquí, reseña de su primer volumen) lo han demostrado, pero es seguramente en The Walking Dead donde lo ha hecho con más fuerza. Acierta en la forma en la que nos presenta a su protagonista, al que en la primera página envía al hospital precisamente para que pueda lanzarnos también a nosotros como lectores a una situación desconocida y peligrosa en un mundo ya infectado por los zombis. Y después, sin solución de continuidad, nos lanza retos. ¿Puede sobrevivir una familia en un mundo así? ¿Debe un niño portar armas cuando detrás de cada esquina puede esconderse un peligro mortal? ¿Qué haríamos cualquiera de nosotros si tenemos una situación de relativa seguridad si alguien nos pide una ayuda que puede comprometernos? ¿Y cómo reaccionaríamos si una de esas criaturas mordiera a un ser querido? The Walking Dead es eso, dilemas continuos que ponen a prueba las decisiones de Rick Grimes, un agente de policía local, que se ha pasado un mes en un hospital sin saber lo que ha sucedido a su alrededor, y el grupo que le acompaña. Y son dilemas muy bien estructurados, desafíos continuos. Por supuesto, también hay terror, ataques de zombis, escenas asfixiantes y golpes de efecto de esos que el cómic sabe hacer sin efectos sonoros, pero esta serie es mucho más que eso.

Puede sorprender que siendo una serie tan destacable por lo que transmite, con tanta fuerza como por lo que enseña, que diera un giro tan radical en su apartado gráfico después del primer arco argumental. Tony Moore fue el encargado de arrancar la serie y le da un aspecto fantástico. Le aporta, de alguna manera, una sensación de cotidianidad rota. Charlie Adlard, en cambio, apuesta por un tono mucho más oscuro y sombrío, con unas tintas más contundentes dentro del blanco y negro de la serie. El de Adlard es un realismo mucho más crudo que el de Moore. Y sin embargo ambos parecen encajar francamente bien en lo que les pide Kirkman. Cierto es que el paso de los años y de los números daría a Adlard la oportunidad de hacer The Walking Dead casi completamente suya, pero en aquellos primeros pasos de la serie no resulta fácil decidir cuál de los dos estilos es más certero para retratar este mundo de zombis que se nos propone. Ambos dibujantes entienden muy bien las necesidades de la historia, las más psicológicas, y también las del subgénero de terror que abordan. Hay muchos primeros planos que así lo demuestran en el trabajo de cada uno de los dos ilustradores, que son tan culpables como Kirkman de que The Walking Dead tuviera el impacto que tuvo cuando se publicó originalmente. Y todo eso sigue más que vigente en nuestros días.

El volumen incluye los doce primeros números de The Walking Dead, publicados originalmente por Image entre octubre de 2003 y septiembre de 2004. El contenido extra lo forman las portadas originales de Tony Moore y un portafolio de bocetos del ilustrador.

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Esta entrada fue publicada en 8 abril, 2021 por en Charlie Adlard, ECC, Image, Robert Kirkman, Tony Moore y etiquetada con , , , .

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