‘Invencible. Ultimate Collection’ 1, de Robert Kirkman, Ryan Ottley y Cory Walker

Editorial: Aleta / Dolmen.

Guión: Robert Kirkman.

Dibujo: Ryan Ottley y Cory Walker.

Páginas: 400.

Precio: 34,95 euros.

Presentación: Cartoné con sobrecubierta.

Publicación: Junio 2012.

Invencible es el buque insignia de la línea de superhéroes de Image Comics. Desde que comenzó a publicarse, en el año 2003, no ha hecho más que ganar adeptos. Dibujada primero por Cory Walker y después por Ryan Ottley es una serie de superhéroes en apariencia ligera, por lo que se lee con suma sencillez, pero que esconde mucho más detrás de su tono de parodia de otros personajes. Y todo con el más que reconocible sello de Robert Kirkman, creador de Los muertos vivientes. Su reedición en tomos de lujo es la ocasión perfecta de reengancharse a su lectura. La historia de Invencible es la de Mark Grayson, un adolescente que está en el instituto, pensando ya en el salto a la universidad, cuando se manifiestan sus poderes. Su padre, Omni-Man, es el superhéroe más poderoso de la Tierra, amigo de los Guardianes de la Tierra (una nada descarada versión de la Liga de la Justicia), procede del planeta Viltrum. Mark aprenderá a dar los primeros pasos para ser un superhéroe, creará su traje y escogerá su nombre, conocerá al Teen Team (difícil no pensar en los Nuevos Titanes o en los Jóvenes Murantes) y empezará a sufrir las consecuencias de ser quien es. Es inevitable que el comienzo de la lectura de Invencible deje un sabor de parodia. Kirkman es un guionista que escoge con acierto elementos icónicos que, por un lado, facilitan la lectura de sus historias, y, por otro, permiten una rápida identificación con sus personajes sin necesidad de demasiadas explicaciones.

Invencible es, desde el principio, una hábil mezcla entre el superhéroe adolescente que era Spiderman para Marvel en sus inicios con el superpoderoso y justo luchador contra el crimen que siempre ha sido Superman para DC Comics. Esa apuesta permite a Robert Kirkman articular un mundo realista y complejo sin necesidad de tener que justificar cada cosa que sucede. Su gusto por el golpe de efecto, que encuentra su clímax al final del séptimo número de la serie original, revolviendo por completo todo lo que había narrado hasta ese momento, le da una libertad narrativa de la que sería imposible gozar escribiendo cualquier cabecera de Marvel o DC. Esa es la magia que tiene Invencible, en la que aparecen y desaparecen, algunos incluso se mantienen, grandes personajes secundarios y surgen tramas paralelas a explotar inmediatamente, unos cuantos números después o incluso nunca.  Lo más atractivo de Invencible es la fusión entre la vida de Invencible como superhéroe y la vida personal de Mark. Y en ese sentido es inevitable centrar la atención en dos personajes clave, además del propio protagonista. Atom Eve es la heroína más destacada en el grupo de secundarios que van desfilando por la historia. El diseño, sexy y diferente (pocos personajes femeninos pueden presumir de tener un traje rosa tan atractivo), esconde un gran personaje.

La vertiente familiar es siempre más llamativa en un superhéroe. Hay pocos, sobre todo entre los más apreciados por el público, que no tengan una historia familiar trágica o atractiva. En el caso de Invencible se suman ambos elementos ya desde su primera aparición. Omni-Man tiene una fuerza descomunal, no sólo visual sino también como motor de la historia. Atom Eve y Omni-Man son sólo dos de las grandes ideas que Kirkman plasma a lo largo de la serie y que sus dibujantes plasman con talento. Robert Kirkman suele buscar ilustradores de trazo claro y sencillo para sus obras más populares. Sucede con Tony Moore y Charlie Adlard en Los muertos vivientes o, especialmente, con Jason Howard en El asombroso Hombre Lobo. En Invencible se repite el fenómeno con los dos dibujantes que trabajan en estos dos primeros números de la colección, tanto con Cory Walker, que colaboró con Kirkman en la gestación y diseño del proyecto, como con Ryan Ottley. De hecho, hay un continuismo bastante evidente en el trabajo del segundo con respecto al primero, gracias también a la colorista e identificable paleta de Bill Crabtree. Walker destaca en sus viñetas más grandes y espectaculares, especialmente en el enfrentamiento entre Invencible y Allen el alien o en la presentación de los Guardianes de la Tierra. Ottley, en cambio, es algo más detallista y se agradece la riqueza expresiva y facial que tienen sus personajes, haciendo crecer la espectacularidad del clímax de este arco de trece números, que acontece en el duodécimo de ellos. Si no ha sucedido antes, es en ese número donde se aprecia la genialidad narrativa de la obra de Kirkman.

El volumen incluye los trece primeros números de la colección norteamericana, editada por Image Comics, entre enero de 2003 y julio de 2004. Estos mismos números ya han sido editados en España por separado. Aleta los sacó en solitario en los cinco primeros números de su serie (Dolmen recogió el testigo en el décimo número), con extensiones variables y precios que oscilan entre los 4,50 euros del segundo número a los 13 euros del quinto. El título de Ultimate Collection viene justificado no sólo por el lujoso encuadernado y el mayor tamaño del volumen, sino también por los cuantiosos extras que incluye. Una introducción de Brian Michael Bendis (considera Invencible “uno de los mejores cómics de superhéroes publicados a lo largo de este siglo”), bocetos de Walker y Otley, diseños descartados y mejorados, las portadas de los tomos recopilatorios, el proyecto original que Kirkman y Walker presentaron a Image o el guión del primer número son la guinda a un volumen imprescindible para coleccionar de la mejor forma posible Invencible, una de las series regulares más reconocibles y aclamadas de los últimos diez años.