Televisión – ‘Conejo samurái. Las crónicas de Usagi’

Título original: Samurai Rabbit: The Usagi Chronicles.

Reparto: Darren Barnet, Aleks Le, Shelby Rabara, Mallory Low, SungWon Cho, Eric Bauza, Mela Lee, Keone Young, Sumalee Montano, Yuki Matsuzaki .

Música: Natalie Holt.

Episodios: 20 (dos temporadas).

Duración: 22 minutos.

Distribuidora: Netflix.

Estreno: 28 de abril / 1 de septiembre de 2022 (Estados Unidos y España, digital).

El gran problema de Conejo samurái es que no es la serie que esperábamos la mayoría para ser la primera que vemos basada en Usagi Yojimbo. Si la vemos de manera aséptica, es una serie infantil correcta y divertida, muy atractiva para el público que busca, pero conocer la obra de Stan Sakai conduce, casi inevitablemente, a una cierta sensación de desazón. Insistimos, la serie tiene méritos claros, construye una divertida mezcla de tradiciones japonesas con una suerte de futuro steampunk que lleva a una indefinición temporal evidente con respecto a Usagi Yojimbo y que le da una simpática personalidad propia y chistes infantiles logrados. Pero el hecho de que apueste por personajes de idéntico nombre a los que conocemos de las páginas de Sakai, todos ellos como Usagi teóricos descendientes de aquellos que ya hemos visto, es un permanente recordatorio de lo que impreso fascina y animado únicamente se deja ver para un público muy determinado y de corta edad. La pregunta, más que licita, es por qué no hemos tenido un Usagi Yojimbo más cercano al espíritu de la obra de Sakai. Y aun sabiendo que hay cierta injusticia en valorar una serie por lo que no es, a la vez parece difícil no hacerlo de esa manera. Lo que es tiene su punto, pero hay que verla en muchos momentos olvidándose del referente.

Hay, no obstante, elementos que no terminan de funcionar, ni siquiera aceptando el planteamiento de Conejo samurái. En primer lugar, se acepta el subtítulo de Las crónicas de Usagi en la primera temporada, cuando una de las tramas principales es limpiar el nombre de Miyamoto Usagi, cuyas acciones vemos en unas secuencias animadas con mimo y cariño, aceptando un folclore japonés que casi nos invita a pensar que la narración de toda la serie habría sido más fluida de esa manera, y desde luego cabe pensar en una adaptación fiel a Sakai hecha por esta vía. Pero en la segunda, cualquier atisbo de seriedad o trascendencia que pudiera tener el relato se va en la comedia. En realidad, la sería adopta desde el principio un tono que tiene más que ver con algunas encarnaciones de las Tortugas Ninja, donde los Yokai harían las veces de mutantes, que del cómic original de Usagi Yojimbo. Incluso sorprende que los pocos atisbos de asomarse a un drama contenido se contradigan abiertamente casi al momento, como si se pusieran para contentar al adulto pero sin que se note demasiado. Lo que importa es la situación cómica general y por eso se acepta que Conejo samurái pueda verse como una serie para pequeños espectadores, con animales antropomórficos usados en su forma más tradicional.

El envoltorio adoptado por la serie es digital. Pero es digital extraño. Alejadísimo de la fluidez que pueden tener películas como las de Spider-Man (aquí y aquí, sus críticas) o Ninja Turtles. Caos mutante (aquí, su crítica), lo cierto es que no ayuda demasiado en algunas secuencias. Los movimientos son algo pesados, los personajes caen más que moverse como se esperaría de ellos. La imagen fija es bastante adecuada, el detalle en el diseño también, pero al moverse los personajes se pierde la gracilidad que se les supone, y que de hecho habría podido construir escenas de combate ideales para samuráis y ninjas, que es lo que al final vemos. Los yokai, tanto en su forma corpórea como en la espiritual, casi parece lo mejor y más logrado de la serie, incluso aunque el diseño de algunos de ellos pueda parecer algo más adulto de lo que realmente se pretende en la serie. Son dos temporadas que se ven con cierto agrado, pero Conejo samurái hace frente a una sombra demasiado alargada y ante la que no puede sostenerse con la misma categoría. Insistimos, no es del todo justo evaluar así la serie, y seguramente el juicio no sería tan duro de haber tenido antes una adaptación, digamos, más seria de la obra de Sakai, pero tal y como nos ha llegado es una pequeña rareza destinada a jóvenes espectadores que, así, se puede disfrutar bastante bien.

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