‘Los ocultos’, de David Braña y Juanma Aguilera

Editorial: Nowevolution.

Guión: David Braña.

Dibujo: Juanma Aguilera.

Páginas: 96.

Precio: 15,95 euros.

Presentación: Rústica con solapas.

Publicación: Noviembre 2016.

Probablemente haya más, pero con el paso de los años y de los tebeos casi se puede decir que hay dos David Braña. Por un lado, el que quiere sencillamente pasárselo bien con espectáculos palomiteros como Evil War (aquí, su reseña). Por otro, el que, sin salirse realmente de esa vertiente más comercial del espectáculo convertido en cómic, busca escenarios más complejos psicológicamente hablando, como los que podemos ver en las dos entregas de DOS, Primeros síntomas (aquí, su reseña) y Buscando respuestas en Vigo (aquí, su reseña). Los ocultos no sólo encaja mejor en esta segunda vertiente, sino que, además y de alguna manera, parece ser su propuesta más ambiciosa hasta la fecha. Lo que nos propone, con un interesante dibujo de Juanma Aguilera, es un thriller que se mueve tan a gusto en las vertientes del thriller de misterio, casi rozando el noir en algunos momentos e incluso la acción más contemporánea, como en las estrías fantásticas que tiene este trabajo. La idea es, por supuesto, llegar a un final impactante. Eso, sin necesidad de desvelar nada más, es algo que se ve venir en toda la obra. Y ese final es adecuado, con lo que se completa un buen viaje al fondo de la imaginación, perfectamente autoconclusivo y que a la vez abre puertas para que la historia de Daniel Sheyás, que así se llama su protagonista, no sea la única que tenga lugar en este universo.

A Braña le gusta mucho sacudir el mundo aparentemente normal de un protagonista más o menos ordinario. Eso es lo que hacía en DOS y eso es lo que hace en Los ocultos. En este caso tenemos a un director de cine que no tiene demasiado éxito con su primera película y que recibe una muy mala noticia que, en realidad, le pone en la pista de algo que acabará cambiando su vida. Con saltos de esos que buscan desorientar al lector tanto como lo está el protagonista, Braña teje una historia simpática, imaginativa, siempre intrigante, hasta el final. Y eso, aunque parezca una tontería, es lo mejor. ¿Cuántas historias de misterio se arruinan por dejar demasiado claro el final antes de tiempo? Los ocultos mantiene esa tensión hasta el final. Y sus personajes contribuyen decisivamente a ello, porque van configurando al menos dos mundos, en realidad alguno más, en los que Daniel encaja y cuya existencia es casi contradictoria. Es difícil juzgar las pretensiones de Braña sin desvelar demasiado de la trama, y hay que reconocerle que el guion es tan preciso en ese sentido que lo mejor es dejarse llevar por él y disfrutar del sentido palomitero de la historia, que parece tener más influencias cinematográficas que comiqueras y que sabe encajar muy bien todas las piezas que ha desplegado antes de cerrar la última página del cómic.

No se puede negar, y seguramente Braña no lo hará, que hay en Los ocultos un loable toque fanzinero. También se siente en el dibujo de Juanma Aguilera, que aún sumándose a la vertiente de espectáculo de misterio y acción que propone este cómic, y que de alguna manera injusta todos llevamos al terreno del arte menor, hace propuestas narrativas muy imaginativas y eficaces a la hora de construir sus páginas. De hecho, como esos detalles parten de una rejilla bastante clásicas son aún más agradecidos. Las claves de color también son un mapa muy divertido para seguir la historia de Los ocultos y para disfrutar de cada escenario en el que Braña coloca a sus personajes, siempre bien y carismáticamente dibujados por Aguilera. Puede que sea en las escenas más realistas y cotidianas donde el color no termine de funcionar con tanta precisión, pero en la acción, en la fantasía y los flashbacks es un elemento acertadísimo de la historia. El ilustrador, desde luego, logra que cada escena tenga el poso necesario. Se ve la tristeza, la emoción, la alegría, el miedo y el misterio. De esa manera, Los ocultos convence exactamente por lo que es, un notable thriller que, probablemente, si no fuera un cómic español, por su textura, por su imaginación y por sus protagonistas ya podría haber llamado la atención de algún productor cinematográfico.

El contenido extra lo forman una introducción de Juan Luis Iglesias y unos comentarios finales de David Braña y Juanma Aguilera acompañados de algunos bocetos.

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