Guion: Grant Morrison.
Dibujo: Philip Bond.
Páginas: 112.
Precio: 15,50 euros.
Presentación: Cartoné.
Publicación: Junio 2022.
A comienzos de siglo, era una tendencia natural en el mundo del cómic, y sobre todo en la industria norteamericana, que los autores punteros en el terreno de los superhéroes presentaran a la vez historias mucho más personales, menos comerciales y abiertamente extravagantes, sin miedo a la recepción que pudieran tener. Grant Morrison y Vimanarama encajan a la perfección en ese nicho. Y como sucede habitualmente con este Morrison, sus obras tienen tantas lecturas que el peligro real que corre cada relató, este desde luego, es que nos quedemos en la superficie. No es que podamos quejarnos de lo que hace Philip Bond en ese sentido para dar forma a una locura, pero sí es cierto que Morrison ata muy bien todas las posibilidades visuales para su ilustrador con el fin de que esos cimientos sean lo suficientemente firmes como para que desde ahí pueda desarrollar todo lo que le interesa, el retrato folclórico paquistaní, el retrato social post 11-S o la aventura juvenil del primer amor, que todo esto se puede ver en unas páginas que se mueven abiertamente entre la psicodelia y lo alucinógeno, terrenos en los que ya hemos visto a Morrison y en los que, desde luego, sus seguidores podrán disfrutar con intensidad. No es que Vimanarama sea una de sus obras más representativas, pero encaja en lo que podemos esperar de él.
Esto último es más importante de lo que parece, porque dentro de esta tendencia de la que hablamos es verdad que muchos lectores solo conocen la faceta más comercial de ciertos autores, al menos con detalle, y eso hace interesante que estas obras se publiquen y, como en este caso, se reediten. El Morrison de Vimanarama no se ha vuelto loco ni ha perdido el norte, aunque la apuesta roce muchas veces la intrascendencia argumental en su superficie. Y ojo también, porque hablamos de esa primera capa. Por debajo, tiene mucha vida, temas muy diversos que tienen diferentes grados de permeabilidad. Es el lector quien, al final, tiene un trabajo notable que hacer ahí. ¿Y no es acaso algo que Morrison pide incluso cuando personajes con capas se asoman a sus relatos? Sin ellos, con la libertad adicional de jugar en un mundo más personal, este es un Morrison desatado. Más desatado. Y por eso también más fluido, hasta el punto de que se convierte en una lectura de múltiples posibilidades. ¿Que queremos detenernos en los detalles que va dejando Morrison? Podemos hacerlo. ¿Pero que apostamos por una lectura frenética, como si estuviéramos en una montaña rusa? También. Morrison en estado puro, aunque sea un Morrison al que le pega más que nunca el adjetivo de extravagante, aunque sólo sea por las implicaciones étnicas de la historia.
Una de las grandes virtudes que suele tener Morrison es la de aprovechar al máximo las virtudes de sus dibujantes, y con Philip Bond también sucede, como en los mejores momentos de las colaboraciones con Frank Quitely, aunque el Bond de Vimanarama se pueda entender como un peldaño por debajo de lo logrado con aquel dibujante. Aún así, hay tanta imaginación visual en este viaje que se puede dar por bueno todo lo que se nos lanza en cada página. Bond, de hecho, se adapta bien a esas dos formas de leer la obra de las que hablábamos, porque tiene el dinamismo necesario para que pasemos páginas de manera frenética en busca de la resolución del viaje, pero también tiene un nivel de detalle bastante apreciable, no solo con todo lo que dibuja en cada viñeta sino también y sobre todo con la puesta en escena que despliega. Y por añadir algo más, Bond encuentra un punto medio entre la caricatura más abierta y divertida, como si este fuera un tebeo de aventuras más o menos pasajeras con una gravedad que, más que verse, se intuye. Vimanarama es un cómic extraño, desde luego, pero es algo que hay que dar por sentado ya desde su misma cubierta. Y desde que lo firma Morrison, claro está, uno de esos autores a los que siempre gusta leer aunque a veces parezca ir por delante o en divergencia incluso con el lector.
El volumen incluye los tres números de Vimanarama, publicados originalmente por Vertigo entre abrir y junio de 2005. El contenido extra lo forman las cubiertas originales de Philip Bond y un portafolio de bocetos.
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