Guion: Honda.
Dibujo: Honda.
Páginas: 160.
Precio: 8 euros.
Presentación: Rústica con sobrecubierta.
Publicación: Junio 2022.
El propósito de La librera calavera Honda-san (aquí, reseña de su primer volumen) era crear un retrato de la vida diaria de una librería de manga a través de los ojos de una de sus trabajadoras, todo por medio de ingeniosas y muy bizarras caricaturas que ayudaran a ocultar las identidades de los protagonistas reales… aunque sin duda ellos podrían reconocerse en sus actos. ¿Pero qué pasa con la librera cuando ya no tenemos librería? Pues que tenemos que buscar otros argumentos para que la serie llegue a su cuarto volumen, el último, un curioso colofón que, además de llevar a la autora y protagonista a Taiwan, nos permite ver otras perspectivas del negocio del manga distintas de las que nos mostraron los tres primeros volúmenes. Es curioso cómo esa necesidad de prolongar el relato se cuela en la misma historia, en forma de dudas de la autora sobre cómo seguir con el relato y propuestas de la editora que ella va aceptando de buen grado. Algo hay que contar, desde luego, y puede que el mensaje que quede sea ese, el de que la vida siempre sigue, independiente de que haya algún final en el camino, y que siempre es bueno reírse de todo ello, con el mismo distintivo de la serie que sirve para ocultar identidades y que la diversión campe a sus anchas con los parámetros habituales.
Es curioso ese detalle, que Honda sabe mantenernos en el mismo lugar en el que nos hemos mantenido hasta este punto con escenarios distintos a los que hemos visto hasta ahora. La despedida de La librera calavera Honda-san es, por tanto, una evolución mínima pero reconocible. Lo exótico ya no está entre mangas sino en otro punto de la industria y su punto fuerte es el viaje a Taiwán. Es como si Honda no quisiera poner el punto final a la serie sin probar algo nuevo. Eso puede que le dé un cierto tono de artificiosidad a esta prolongación de la serie si miramos este cuarto tomo desde la óptica de los tres primeros, pero, más divertidas contradicciones, lo que hace es abrir nuevos caminos, aunque el cierre de la historia deje a los lectores el ejercicio de explorar esas nuevas vías. Por lo demás, las herramientas narrativas son las mismas, la primera persona conductora, la ingenuidad de la protagonista para ser testigo y narradora de lo que se cuece en el mundo de las viñetas, ahora más amplio que nunca con la diversificación territorial de la que hablamos. Sorpresas en ese sentido hay pocas, porque la manera de mostrarnos este mundo no cambia realmente para este cierre y despedida, uno que en el fondo podría serlo o no porque ahora, bien visto, se puede imaginar a Honda en otros terrenos del manga.
Si hablábamos de las novedades que hay en este punto de la serie en lo que leemos, en lo que vemos hay una continuidad directa de la que no nos alejamos en ningún momento. La librera calavera Honda-san tiene un estilo muy marcado por la caricatura con la que se oculta el aspecto de cada uno de los personajes, empezando por nuestra propia narradora. Eso da mucho juego, es divertido y, para qué negarlo, lo que da verdadero sentido a esta serie, es donde se despliega la faceta más imaginativa del trabajo de la autora también por supuesto en lo visual. Honda acompaña esas locas ideas de un trazó bastante sencillo, que no distraiga la mirada del lector de lo que al final es importante, de la caricatura de los personajes y de lo que el lector pueda entresacar de sus personalidades por la metáfora que se explota. La librera calavera Honda-san tiene un regusto de rareza bastante agradable desde su primer número (aquí, su reseña) y que se ha ido prolongando con mucha naturalidad hasta este cuarto número que tenemos entre manos, y la misma diversión de la presentación, aunque la de estas páginas finales sea un poco más peculiar todavía por alejarnos del hábitat natural que le fue dando sentido hasta su evolución final. Buscando ese aire de retrato definitivo de un área muy concreta del mundo de las viñetas.
Kadokawa comenzó a publicar Gaikotsu Shotenin Honda San en 2016.
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