CÓMIC PARA TODOS

‘Humor artificial’, de Fernando Llor y Miguel Ángel Hernández

Editorial: Dolmen.

Guion: Fernando Llor.

Dibujo: Miguel Ángel Hernández.

Páginas: 96.

Precio: 17,90 euros.

Presentación: Cartoné.

Publicación: Junio 2021.

Si hay algo que podemos destacar después de la muy interesante lectura de Humor artificial es la versatilidad. La que tiene su escritor, Fernando Llor, que demuestra una vez más que sabe moverse entre géneros de una manera admirable, pudiendo alcanzar la gravedad de una historial real en El espíritu del escorpión (aquí, su reseña) o la diversión apocalíptica de El último día (aquí, su reseña) para adentrarse aquí en un escenario de ciencia ficción que resumen un escenario gigantesco con una historia más pequeña y emotiva de lo que parece. Y versatilidad es la que tiene su ilustrador, Miguel Ángel Hernández, que sabe conjugar en el diseño de los personajes y de este mundo futuro la comedia inherente a su relato, la que se ve por ejemplo en la caricatura de Rober, y la seriedad que hay en el conjunto. Versátil, sin duda, y a la vez como decíamos muy entretenida, con un final valiente que se sale de lo común y que corona una historia que es más siniestra de lo que pueda parecer en un primer vistazo y, sobre todo, por la influencia del humor, el que asciende al título y que, como tantas veces en la vida real, es la mejor manera de lidiar con la tragedia. Y sí, es una historia aparentemente pequeña, pero a la que se le sigue dando vueltas una vez acaba. Quizá es que entonces no sea tan pequeña como podamos presumir.

La clave está en que Llor no nos está contando el relato de un mundo, uno en el que ha habido una guerra que ha concluido con la destrucción de todo robot, sino que utiliza ese escenario para que el viaje de Rober, un humorista, y Tamara, una prostituta, tenga todo el sentido del mundo. Sentido, además, íntimo y personal. Humor artificial es, por encima de todo, una historia de amor, amistad y cariño. Y no desvelaremos de quién hacia quién, porque eso es algo que Llor construye con mucho mimo e inteligencia. Y quizá es eso mismo lo que hace que una historia que se erige en la sencillez, que no es en realidad más que una pequeña anécdota, acabe siendo mucho más grande. Llor le da forma y fuerza a través de su desarrollo. Prescinde introducciones innecesarias y apuesta por enseñarnos cómo es su mundo futuro y lo que tiene de aterrador. En sus robots, los que se pueden descontrolar, y en los humanos, los que no se quieren controlar. Esa violencia es un elemento clave en Humor artificial, y Llor consigue que dé más miedo la humana que la robótica, aunque los elementos más propios de ciencia ficción sean en apariencia los más espectaculares. Hay metáforas en la historia que merece la pena que tengamos en cuenta, y hay códigos de género bien utilizados. Puede parece una apuesta curiosa y, en cierto modo, limitada, pero es una que no deja de crecer, incluso después de leer.

Pero hablábamos de versatilidad, y es, desde luego, la mejor arma que emplea Hernández para dar forma a esta historia. Es divertida, porque tiene su parte de comedia, pero también es sexy, porque en ningún momento se quiere olvidar de quién es Tamara y a qué se dedica, es intrigante, porque en todo momento subyace un misterio que se mantiene también con el dibujo, y es también espectacular, porque en el fondo esto va de robots que pueden perder el control y eso también había que verlo. Es muy interesante comprobar que, con un estilo que por momentos puede parecer incluso liviano y cercano, se pueda llegar a alcanzar un nivel tan grande de intensidad a todos los niveles. Sobre todo cuando esa violencia de la que hablábamos se apodera de la escena, pero también cuando es lo más emotivo lo que cuenta. Es un doble motor para Humor artificial que Llor propone y Hernández entiende de una manera espléndida, incluso con alguna iluminación que no termina de funcionar tan bien como debiera en un conjunto muy bien coloreado, y es lo que hace que la historia fluya con mucha naturalidad, sin miedo a dejar cabos sueltos en el cuadro más amplio, no olvidemos que no se está buscando eso, porque el retrato íntimo y personal de sus dos protagonistas, que es lo que realmente se quiere enseñar, queda dibujado a las mil maravillas.

El contenido extra lo forman una introducción del escritor Jordi Ojeda, unas notas finales de Miguel Ángel Hernández y un portafolio con el proceso de algunas páginas con el guion de Fernando Llor.

Humor-Artificial-P2

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Esta entrada fue publicada en 29 julio, 2021 por en Dolmen, Fernando Llor, Miguel Ángel Hernández y etiquetada con , , .

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