‘El don’, de Isaac Sánchez

Editorial: Dolmen.

Guión: Isaac Sánchez.

Dibujo: Isaac Sánchez.

Páginas: 200.

Precio: 34,90 euros.

Presentación: Cartoné.

Publicación: Diciembre 2020.

Si hay algo que debemos decir de El don, y que sirve para que a partir de ahí podamos seguir analizando, es que estamos ante un tebeo muy, muy entretenido. Mucho. Isaac Sánchez vuelve a dejarnos una obra que muestra un buen dominio de la aventura y del ritmo, una que por momentos parece ser un sentido homenaje a los tebeos de mutantes que dispararon la imaginación de tantos lectores a lo largo de las décadas, y por momentos también parece ser una obra que, presente o visionariamente, es hija de la pandemia de 2020 y de las consecuencias reales o imaginarias del miedo que siente la gente cuando sucede algo que no sabe o no puede controlar. En El don hay poderes extraños, pero también mucho miedo social. Hay una aventura divertida, con personajes pintorescos y un malo definido, pero también continuas zonas de gris en las que se va tejiendo una historia que, además, sirve perfectamente como carta de presentación de un mundo que puede ser mucho más extenso, tanto por final, de esos que te dejan con la sonrisa de saber que hay algo más allá para cuando el autor quiera utilizarlo, o no, como por la cantidad de posibles ramificaciones que pueda haber. Y con protagonistas de Alcorcón, obreros. ¿Complejos? Ninguno, la historia manda y es mucho mejor así.

Hablando de dones, el de Sánchez es contarnos una historia que encaje con nosotros, lectores. Y no por el origen de barrio y obrero de la pareja protagonista, mozo de carga y peluquera, no, aunque eso pueda ayudar, sino por la historia. Son personas de carne y hueso, con aspiraciones realistas y cercanas, pero a la vez entran en un juego tremendamente imaginativo, el de la aparición de extraños poderes que no son precisamente aquellos de los superhéroes más coloristas y animados. El don es una maldición y se necesita ocultar para sobrevivir, se intenta castrar desde las instituciones gubernamentales, se persigue como si una condición fuera a la vez una maldición. Sánchez consigue mostrarnos una sociedad, como la nuestra, en la que la empatía no es la principal de sus características. Y aunque en su segunda mitad ese componente pierda algo de fuerza en favor de la acción, que también se necesita, el mensaje ya está ahí para quien lo quiera entender. Eso es lo mejor de El don, que construye una historia de ciencia ficción tan cercana como aventurera, una especie de historia de superhéroes sin brillo a la española, pero dejando un poso profundo y reflexivo para quien lo quiera entender. Y eso, se quiera o no, es parte esencial de la mejor ciencia ficción, de esas historias de género que se leen con mucho agrado ahora igual que en el futuro.

Y a eso contribuye el muy agradable estilo de Sánchez como dibujante, que además está muy ben secundado por las firmas invitadas que tiene en segmentos que necesitan una narrativa diferente y se las encarga por tanto a cuatro ilustradoras distintas, Julia Madrigal, Sara Jotabé, Mérida Miranda y Cristina Charneco. Con ellas se termina de crear un universo que ya luce de maravilla en manos de Sánchez. Sabe crear sus normas, para que los poderes que manifiestan sus personajes sean ante todo creíbles desde el primer vistazo, pero sobre todo domina muy bien la personalidad de los actores para que la historia tenga alma. La acción se la presuponemos y su dominio de esas secuencias queda de manifiesto en la parte final del libro, pero sin que el conflicto de Edu y Patri nos parezca real El don no pasaría de ser un tebeo más. Uno de tantos hijos más o menos legítimos de los cómics de superhéroes con los que hemos crecido varias generaciones. Pero El don brilla, y lo hace desde su primer acto, uno en el que todavía no hay componentes fantásticos. Por algo será. Desde luego, lo que parece es que Sánchez sabe lo que hace, domina el género a su gusto, tiene muy buenas intenciones a la hora de diseñar mundos, historias y personajes y su ejecución está a la altura de todo lo que aspira a mostrar en su cómic. Muy recomendable.

No tiene contenido extra.

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