‘Señales’, de Vicente Cifuentes

Editorial: Aleta.

Guión: Vicente Cifuentes.

Dibujo: Vicente Cifuentes.

Páginas: 208.

Precio: 24,95 euros.

Presentación: Rústica.

Publicación: Noviembre 2013.

Hay cómics que se graban a fuego en el subconsciente del lector ya desde su ilustración de cubierta. Señales es uno de ellos. Vicente Cifuentes resume lo que va a ofrecer durante las siguientes 200 páginas con una perfección extraordinaria en esa ilustración. Una mujer en peligro, un ser sobrenatural acechante, luz y oscuridad contrapuestas, un misterio complejo y una enorme empatía por la protagonista, todo ello mostrado en realidad sin desvelar absolutamente nada sobre el contenido de la obra. Todo eso está en una sola ilustración, la hipnótica y formidable imagen que Cifuentes ha escogido para atrapar al lector con la misma fuerza que ese ser oscuro agarra el cuerpo aparentemente desnudo de la mujer que ocupa su centro. La sorpresa, no por la conocida categoría del autor sino por la ingente cantidad de portadas que apuntan algo que después no llega, es que esas 200 páginas que vienen a continuación están a la altura de lo prometido. Es una historia de misterio sobrenatural que engancha con una facilidad impresionante, con una imaginación desbordante y una ejecución sobresaliente que convierte en una misión imposible la de abandonar el libro antes de llegar al final.

Puestos a buscarle algún defecto a Señales, una obra que se presenta como la más personal de su autor porque la ha desarrollado durante una década (y que llega nueve años después de su precursora, Después de la señal), se puede recalcar que los diálogos no son el fuerte de Cifuentes y no siempre consigue en ellos la misma naturalidad que tienen su historia y su trazo. Pero ahí acaban los problemas de este sensacional thirller sobrenatural, con el que el autor albaceteño muestra un gran dominio narrativo y del golpe de efecto, de la música como elemento conductor de la historia (a través de letras impresas de canciones que se amoldan a la perfección a las secuencias en las que intervienen) y del muy imaginativo uso del tiempo y del espacio. Todo ello lleva a que no se pueda dar nada por sentado durante la lectura, lo que no deja de ser un desafío para el lector, que pasará con facilidad de pensar que sabe por dónde va a ir la historia a verse continuamente sorprendido. Sandra, la joven protagonista del relato, es el gancho perfecto para lograr la empatía del lector, pero el resto de los personajes están a su altura. Son tan realistas todos ellos que no es nada difícil seguirles en la descabellada aventura fantástica que protagonizan. Y se conecta tan fácilmente con ellos que los saltos en el tiempo y en el espacio son naturales, fluidos e intrigantes.

Descubrir a estas alturas a Cifuentes como ilustrador es una tarea innecesaria. Pero como es muy bueno hay que decirlo. Tiene un talento natural para que sus personajes sean cercanos, y eso es trascendental para que funcione una historia como ésta protagonizada por personas normales (ni superhéroes como los que ha dibujado para DC y entintado para ésta y para Marvel, ni seres fantásticos como los de la muy entretenida Legendary). Además de en algunas viñetas deslumbrantes, en las páginas que presentan cada una de las tres partes del libro o en el magnífico trabajo de coloreado que ayuda a sentar las bases del tono que tiene el relato, donde realmente se muestra el autor como un dibujante excepcional es en el espectacular cambio de registro con el que muestra las pesadillas y el mundo sobrenatural que hay en Señales. De hecho, este sobresaliente trabajo como ilustrador obliga a revisar el libro una y otra vez para recrearse en los detalles, para absorberlos y deleitarse en ellos. Y lo mejor es que eso no agota la historia, porque Cifuentes trata al lector con un inmenso respeto y le deja aire para que saque sus propias conclusiones. Las del cómic como obra son muy fáciles de extraer: es una gozada.

Señales no tiene ningún contenido extra, lo que es una lástima teniendo en cuenta la enorme riqueza visual que hay en la obra y que sin duda habría dado para un magnífico portafolio de bocetos.