CÓMIC PARA TODOS

‘Monstruo’, de David Muñoz y Andrés G. Leiva

Editorial: Astiberri.

Guion: David Muñoz.

Dibujo: Andrés G. Leiva.

Páginas: 128.

Precio: 25 euros.

Presentación: Cartoné.

Publicación: Mayo 2024.

Nos atreveríamos a decir que la mejor manera de asomarse a Monstruo es no teniendo ni idea de lo que nos vamos a encontrar en el interior. El título y ciertos rasgos del personaje que se asoma a la cubierta pueden darnos una clara pista de lo que vamos a ver, eso es indudable, pero lo mejor es quedarse ahí. Y una vez leído lo que nos ofrecen David Muñoz y Andrés G. Leiva, entonces es cuando merece la pena volver aquí para leer lo que tenemos que decir nosotros o la misma sinopsis de la obra. Pero antes de eso, y como comprendemos que uno entra en artículos como este para saber si un cómic merece la pena, lo vamos a dejar claro: Monstruo es un espléndido trabajo. ¿Ya está leído? Perfecto, ya podemos debatirlo. Porque si de primeras hubiéramos dicho que Monstruo es una secuela muy personal de Frankenstein algo de efecto podríamos quitarle, aunque se entienda que decirlo es algo necesario por cuestiones de marketing. Muñoz plantea una continuación de la novela de Mary Shelley, una de muchas, porque salta en el espacio y en el tiempo, dando por supuesto que la criatura ha pasado por muchos sitios antes de acabar en el Madrid de la posguerra del siglo XX, pero una fascinante, porque el escenario es perfecto para el monstruo, para que siga debatiéndose entre la pesadilla de serlo y el sueño de ser aceptado.

Muñoz no se anda con medias tintas y se agradece. Es el monstruo de Frankenstein, pero es uno distinto al que hemos visto en el cine. El autor imagina un futuro, una evolución personal de la criatura, si esta finalmente no se hubiera quitado la vida tras la muerte de su creador. Sigue teniendo los mismos deseos de encajar, el mismo anhelo de contar con una compañera aunque ya haya asumido que no será de su misma condición, las mismas sensaciones con respecto a la muerte, la misma ira, contenida casi siempre pero incontenible cuando siente que debe desatarla. Es una historia de posguerra, en un escenario de dictadura y en una sociedad que todavía debía dar muchos pasos, y sin embargo es también una historia que encaja a la perfección con lo que sabemos de su protagonista. Muñoz, simplemente, le da un contexto para que se entienda su evolución y sabe encontrar además unos secundarios que sirven perfectamente a esos propósitos que se fija. Y al final, como la novela de Shelley, como las mejores versiones cinematográficas que ha conocido, Muñoz nos invita a preguntarnos quién es en realidad el monstruo, si es la criatura, con sus cicatrices y su fuerza desmedida, o si, en cambio, son los demás quienes sacan lo peor de la humanidad. El simple planteamiento del debate ya nos predispone, pero aún así funciona.

A Leiva le queda la tarea más complicado, y eso que la de Muñoz no es nada sencilla. En primer lugar, porque hay que dar con un aspecto adecuado para el protagonista, uno que no copie a ninguno de entre las docenas que el cine, el cómic o la televisión hayan podido dejarnos, pero también uno que pueda encajar en el Madrid de 1965. Decir que lo logra es quedarse corto. Pero lo que más destaca de su trabajo es la manera en la que explora la personalidad de la criatura, cambiando el estilo y jugando con el color para mostrarnos lo que pasa por su mente, el escenario soñado por él a partir de una realidad que es tan oscura como el blanco y negro que domina Monstruo. Leiva tiene un trazo sencillo, pero saca una barbaridad de cada una de las secuencias, impulsando todavía más la historia desde un lado emocional. No es un dibujo pensado para explotar las escenas más violentas, que son seguramente las más crudas, sino que es una introspección deliciosa en un personaje del que todos podríamos decir que sabemos mucho, pero del que en realidad aún faltan muchas cosas por decir. Monstruo, desde luego, es una de ellas, una que se merece muchos elogios por el respeto absoluto que tiene a una obra inmortal, con un legado gigantesco a todos los niveles, y por tener a la vez el valor de asumir una personalidad propia.

El único contenido extra es un portafolio de ilustraciones y páginas de prueba de Andrés G. Leiva.

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Esta entrada fue publicada en 22 May, 2024 por en Andrés G. Leiva, Astiberri, David Muñoz y etiquetada con , , , .

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