‘Nada’, de Claudio Stassi

Editorial: Planeta Cómic.

Guion: Claudio Stassi.

Dibujo: Claudio Stassi.

Páginas: 208.

Precio: 25 euros.

Presentación: Cartoné.

Publicación: Septiembre 2021.

Barcelona, la Barcelona más clásica, tiene un retratista formidable en Claudio Stassi. Y Stassi es, además, un fantástico adaptador de novelas. Firmó un espléndido trabajo en La ciudad de los prodigios (aquí, su reseña), aproximándose al universo de Eduardo Mendoza, y hace lo propio en Nada con el de Carmen Laforet. Y es que con Stassi uno no tiene nunca la sensación de que esté en una historia ya vivida, habiendo leído o no los libros que traslada al lenguaje del cómic precisamente por eso, porque entiende que su narrativa tiene que ser distinta y que necesita atrapar al lector por otras vías. Siempre podremos debatir la cuota de mérito que queda en el novelista adaptado, y evidentemente nada de lo que se diga del trabajo de Stassi resta valor a lo que en este caso nos contó Laforet, pero con autores como este la discusión será siempre menos aguda que con otros. Nada no es solo una adaptación, es una historia con una entidad formidable, con un aspecto visual que, sí, está emparentado con el de La ciudad de los prodigios pero que en realidad es distinto, porque distinta es la Barcelona que vemos a través de la mirada de Andrea y distinta es su propia protagonista de aquellos a quienes seguíamos los pasos en la versión de la novela de Mendoza. Y sin embargo, nos sentimos en un escenario cómodo, conocido. No por lo que vemos, sino por cómo lo vemos.

Nada tiene todos los elementos de un drama familiar complejo en el que Stassi nos introduce con dos vistas clarificadoras, la primera es la de la estación de Barcelona y la segunda la de Andrea, una joven con cierto grado de candidez que no puede ocultar y que nos va a servir de espléndido contraste para entender la situación de su familia. La narración, siendo bastante lineal para contarnos todo el periplo de Andrea en Barcelona con una familia a la que realmente no conoce y en la que tiene que ir pensando quiénes son sus aliados y quiénes no, lo cierto es que Stassi sabe imprimirle un ritmo bastante interesante. Lo hace con unas pausas preciosas, páginas de rejilla clásica de tres por tres, que sirven para que nos metamos dentro de las sensaciones de la protagonista, más allá de los hechos que estamos viendo. Puede parecer un recurso sencillo, pero no lo es, porque supone una deliciosa ruptura de lo que, en otras manos, podría haber sido un retrato algo más anodino. EL ritmo es, efectivamente, la clave, y más en una historia que tiene mucho de cámara lenta, de plazo de tiempo indefinido. Stassi detiene el reloj en esas mencionadas páginas, pero también cuando las ocupa con una única ilustración. Eso, por insignificante que pueda parecer a simple vista, es lo que nos permite conectar emocionalmente con cada personaje en el momento adecuado.

Para dar forma a una historia tan emocional, contenida y expresada cuando lo requiere cada escena, hay que tener mucho dominio del dibujo. Stassi tiene claro cómo engancharnos, ya lo hemos dicho, con su Barcelona y con Andrea. Las dos, a su manera, son bellas, aunque son bellezas muy distintas entre sí, y el autor lo demuestra con el mimo que emplea para dibujarlas. Una ciudad y una mujer pueden parecer extraños complementos, pero lo son, y más cuando empiezan a verse los contrastes entre ambas y con el resto de personajes. Los hay que encajan como parte inseparable de la Ciudad Condal, los hay que brillan de manera distinta, sabiendo que están allí pero pertenecen a otra esfera. Y Stassi lo maneja todo, como un gran titiritero, seguramente también incluye eso a los lectores, a los que va capturando con emociones muy intensas. Nada no es una historia fácil en ese sentido, al contrario, tiene momentos de enorme dureza cuando la mal entendida masculinidad de alguno de sus personajes quiere ponerse por encima de las mujeres, o cuando se intuye una tensión que no se deja ver por decoro social pero que es inevitable percibir. Todo eso está en la historia de Laforet, pero también en el dibujo de Stassi. Por eso hemos lanzado tantas alabanzas al autor, porque firma un trabajo espléndido apoderándose de una historia que no era suya.

El contenido extra lo forman una introducción de Estefanía Molina y un portafolio de bocetos de Claudio Stassi.

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