‘La ciudad de los prodigios’, de Claudio Stassi

Editorial: Planeta Cómic.

Guion: Claudio Stassi.

Dibujo: Claudio Stassi.

Páginas: 232.

Precio: 25 euros.

Presentación: Cartoné.

Publicación: Marzo 2020.

Es algo muy positivo que nos estemos acostumbrando a que el cómic en España se atreva a adaptar novelas. Eso, tan natural en otros ámbitos, parece que hacía aflorar aquello de que el cómic es el hermano menor de la literatura popular, pero va cambiando. Y si se está produciendo esa metamorfosis es porque cada vez tenemos más conciencia del altísimo nivel profesional que tiene nuestro cómic, aunque sea con la firma de un italiano afincado en Barcelona como es Claudio Stassi. Esta reflexión viene a cuento de la notable adaptación que ha hecho de La ciudad de los prodigios, la novela de Eduardo Mendoza que habla de la transición de la Ciudad Condal entre las exposiciones universales de 1888 y 1929 a través de la figura de Onofre Bouvila, un muchacho que va progresando poco a poco y no por el mejor de los caminos. Seguro que todavía hay gente que piensa que un cómic no tiene mucho que aportar a una novela que, además, ha tenido ya una adaptación al cine, pero ese es un juicio que podamos calificar de injusto. Stassi lo refuerza con muy buenos argumentos, pintando una Barcelona espléndida y sobre todo a unos protagonistas con los que es fácil conectar, incluso aunque la empatía pueda ser complicada en algunos momentos precisamente por los límites morales y legales que se traspasan continuamente.

Pero esa es justo la gracia de una historia como esta. ¿Dónde acaba en este cómic el mérito de Mendoza y empieza el de Stassi? Eso es lo complicado, y por encima de todo quienes lo podrán señalar serán los dos autores, pero desde el punto de vista del lector sí se puede apreciar que hay, para empezar, un notable deseo de fidelidad al original literario y al mismo escenario en el que tiene lugar la obra, Barcelona. Mendoza y la ciudad pueden sentirse muy satisfecho por el tratamiento que les da Stassi, y esa es la base de una buena adaptación, por muchos cambios narrativos que pueda introducir el autor del cómic para que el lenguaje propio de este medio acoja con elegancia el relato que estamos viendo. Puestos a destacar algo de esa narrativa, merece la pena recrearse en las secuencias en las que Stassi sostiene la narración sin texto o con muy pocas palabras, porque es ahí donde se lanza a contar con herramientas casi exclusivamente propios una historia que nace siendo ajena. Eso es lo más difícil en un trabajo en el que también funcionan muy bien las elipsis temporales, necesarias cuando el relato abarca tantos años y se acaba configurando en el repaso a toda una vida. Es difícil encontrarle pegas al trabajo adaptador, porque estamos dentro del universo de Mendoza pero a la vez en una historia que se lee con frescura.

Y quizá ahí es donde se pueda conectar con el dibujo, que es por fuerza la gran aportación de Stassi a este microuniverso y lo que además puede servir para reivindicar su aportación al mismo. Las miradas de Delfina bastan para entender lo que tiene que decir Stassi, son una puerta de entrada descomunal a la visión personal de este autor dentro de la idea de Mendoza. Su Barcelona es el otro gran argumento que tiene este libro, una auténtica maravilla que convierte a la ciudad en el otro gran personaje de este relato, por mucho que su plasmación visual nazca seguramente de un trabajo de documentación que se entiende muy extenso. La ciudad exuda tanta vida como los personajes, y eso es mucho decir en una historia que, por encima de todo, es tremendamente intensa y dice tanto de la evolución de los personajes que se mueven en ella. La ciudad de los prodigios de Stassi es una muy buena manera de complementar el libro de Mendoza porque es toda una experiencia en la que resulta muy fácil verse arrastrado, por sus emociones, de una intensidad tremenda como se puede ver por ejemplo en las escenas de sexo, y por el viaje en el tiempo que propone. Adaptar así es algo digno de elogio, y un camino a seguir para que la tremendamente rica literatura en español de nuestros días tenga en el cómic no un hermano menor sino un aliado con el que hablar de tú a tú.

El único contenido extra es un portafolio de bocetos y diseños.

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