CÓMIC PARA TODOS

‘El último tahúr’, de Rodrigo Sopeña y Juande Pozuelo

Editorial: Dolmen.

Guion: Rodrigo Sopeña.

Dibujo: Juande Pozuelo.

Páginas: 176.

Precio: 27,90 euros.

Presentación: Cartoné.

Publicación: Noviembre 2019.

Hay que reconocer que Rodrigo Sopeña y Juande Pozuelo han sabido dar en el clavo con El último tahúr. Es curioso que el western, siempre un género tan rico, sea hoy en día escenario de tan pocas historias, y es todavía más curioso que la mayoría de ellas alcancen un nivel alto. Este no es, eso sí, un western típico, aunque aparezcan muchos de sus elementos tradicionales, desde los indios a los cazadores de recompensas, desde los colonos hasta los asaltos al tren, y por supuesto los salones y los jugadores de póker, que es donde empieza este relato, a medio camino entre el cuento y la leyenda, y basándose en muchos elementos históricamente comprobables, gracias a la simpática estructura que despliega Sopeña para que nosotros, los lectores, seamos como los niños que escuchan el relato de boca de un simple viajero en tren. Esa es nuestra puerta de entrada a un mundo muy bien construido y dibujado, una historia que sabe ir cambiando de escenario de una manera sutil y natural, que juega con los personajes, los tiempos y los espacios como si de verdad fuera un relato obligado a dejar puntos difusos para aumentar su capacidad de ser más bien una leyenda de la que podamos dudar. Y todo con un ritmo francamente bueno. Así, desde luego, da gusto leer una historia como esta, sin importar su referente real, al que en todo caso honra con inteligencia.

Tendría que ser Sopeña el que lo aclarara, pero tal y como apreciamos El ultimo tahúr, da la sensación de que, a partir del libro real sobre el manejo de las cartas que utiliza, lo primero fue su protagonista, la idea de un chico joven y atrevido que no tuviera ningún miedo en desplegar sus artes y tácticas para la trampa en una mesa de póker. Después llegaría su origen, quien le enseña y por qué. Y más tarde, lo que sucede a continuación. La idea es francamente buena y divertida, pero lo que hace que esta novela gráfica sea más especial es que Sopeña encuentra la manera de enriquecer la obra desde su mismo planteamiento. Es en su exposición cuando Andrews, nuestro protagonista, aprende todo lo que después va a hacer y donde se encuentran todos los elementos que van a servirle para su posterior viaje vital, y eso incluye personajes de los que el escritor va disponiendo para que tengan siempre un significado. Puede sonar grandilocuente, pero lo que Sopeña monta no es solo un relato, sino una vida. Y lo hace, además, en un contexto muy concreto y estudiado, como se ve después en los extras del libro, uno en el que no faltan homenajes y referencias que ayudan a que nos sintamos dentro de un mundo muy especial. Y así se convierte, como anuncia la misma portada del libro, en «la fabulosa leyenda del hombre que desveló todos los trucos del mundo».

El dibujo de Pozuelo tiene un efecto bastante similar, consiguiendo todo lo que tiene que ser la obra. Sabe darle ese aire de cuento, casi de fantasía, cuando nuestro misterioso narrador toma la palabra en el tren, entiende el ambiente de los salones (los ambientes en realidad, tanto los de los jugadores como los de las prostitutas) con una verosimilitud aplastante, y se mueve muy a gusto cuando el protagonismo recae sobre el western más puro, el de los tiroteos y los colonos, o cuando la historia adquiere tintes más personales e incluso románticos, que de todo hay en la historia de Sopeña. El de Pozuelo es un dibujo de corte clásico pero de un acabado bastante moderno, al que es difícil sacarle una flaqueza desde el momento en el que descubrimos el enorme carisma que desprende cada uno de los personajes. Y hay otra característica que destaca en el trazo del ilustrador, y es la sutil pero magnífica manera en la que va mostrando el paso del tiempo en los personajes. No son muchos años los que transcurren entre el principio y el final del viaje, pero si los suficientes para que se note, y además de una manera preciosa. Hay bastante ambición en El último tahúr, pero ambición bien entendida, la de contar una historia que abarque mucho. Y cuando se consigue con estilo y calidad, es difícil resistirse. Muy bien tebeo.

El contenido extra es un portafolio ilustrado con diseños, bocetos y fotografía recorriendo diversos aspectos de la obra y de los elementos históricos que utilizan los autores.

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Esta entrada fue publicada en 13 diciembre, 2019 por en Dolmen, Juande Pozuelo, Rodrigo Sopeña y etiquetada con , , .

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