‘El libro de los cinco anillos’, de Sean Michael Wilson y Chie Kutsuwada

Editorial: Principal de los Libros.

Guión: Sean Michael Wilson.

Dibujo: Chie Kutsuwada.

Páginas: 160.

Precio: 15 euros.

Presentación: Rústica.

Publicación: Marzo 2014.

Adaptar un libro de filosofía oriental al cómic es complejo. Su reflexión, su pausa, sus explicaciones son elementos que pueden afectar al ritmo de lectura de una novela gráfica. Sin embargo, el trabajo de Sean Michael Wilson para adaptar El libro de los cinco anillos, de Miyamoto Musashi, es delicado y agradecido. El tebeo no es sólo una suma de enseñanzas más o menos aplicables a la vida real de nuestros tiempos, teniendo en cuenta además que la obra original data del siglo XVII, sino que consigue reflejar un camino más que una historia, un retrato vital más que un episodio concreto. Y todo ello sin perder los valores didácticos que subyacen en el libro del que procede, en el mismo manga y en las intenciones originales de escritura de estas enseñanzas. Wilson, que ya adaptó con éxito en Los 47 ronin una famosa leyenda japonesa (aquí, su reseña), sigue mostrándose como un auténtico admirador de esta cultura, prácticamente hasta la reverencia, lo que invita a pensar que El libro de los cinco anillos puede ser más bien una lectura para un público afín. Pero es tan delicado su desarrollo que esa sensación se desvanece rápidamente y el resultado es más que aceptable para todo tipo de sensibilidades.

Si logra ese objetivo es porque Wilson entiende que no basta con recopilar la filosofía de Musashi, sino que debe ofrecer algo más al lector del tebeo que justamente espera eso, más vida, más acción, más relato. De esa forma, lo que hace que El libro de los cinco anillos marque diferencias con respecto al tratado en el que se basa está en los episodios que introduce, la juventud del protagonista, su llegada a la corte de Hosokaewa Tadatoshi, las charlas que sostienen ambos, los flashbacks y los combates, pero también las analogías  que sirven para entender que las enseñanzas del libro no son sólo para los amantes de las artes marciales. Éstas siempre han tenido un componente didáctico, como un elemento clave para forjar la personalidad del alumno, que se manifiesta con claridad en las páginas del manga. Eso, por sí solo, no habría bastado para sostener la lectura si Wilson no hubiera dado a Musashi un carisma tan excepcional. El personaje destaca con brillantez y hace que sus diálogos, sus cuadros de texto, todo lo que pone por escrito, tenga una mayor relevancia. Por eso es tan fácil escuchar lo que dice.

Y por eso es, también, tan fácil de dibujar. Chie Kutsuwada se encarga de las ilustraciones con un trazo sencillo, sin demasiados artificios ni complicaciones y con un margen restringido pero suficiente para que las viñetas sean algo más que las enseñanzas que pr supuesto debía contener la adaptación. Kutsuwada sabe darle a Musashi el carácter que necesita el personaje también en su apariencia física, una mezcla de poder y sosiego que complete el texto y sus propósitos. Sus mejores páginas y viñetas están al final de los cinco capítulos en que se divide la obra, cuando renuncian a la linealidad y apuesta por una narración más espectacular y original. Este último aspecto se manifiesta especialmente en el último episodio, cuando lo visual cobra una gran importancia narrativa que deriva del mismo título de éste, Vacío, complemento ineludible de las enseñanzas vinculadas a los elementos que dan título a los cuatro anteriores segmentos (Tierra, Agua, Fuego y Viento). Kutsuwada contribuye casi tanto como Wilson a que El libro de los cinco anillos sea una apetecible lectura incluso partiendo del más absoluto desconocimiento del libro original, de la figura que lo protagoniza y narra o incluso del mundo de las artes marciales.

Shambhala Publications editó originalmente The Book of Five Rings en noviembre de 2012. El libro cuenta con un epílogo firmado por William Scott WIlson en el que se dan algunas explicaciones sobre la obra.