CÓMIC PARA TODOS

‘Goya. Saturnalia’, de Manuel Gutiérrez y Manuel Romero

Editorial: Cascaborra.

Guion: Manuel Gutiérrez.

Dibujo: Manuel Romero.

Páginas: 136.

Precio: 20 euros.

Presentación: Cartoné.

Publicación: Enero 2024.

Hay ocasiones en las que tenemos que reconocer que no estamos preparados para asimilar todo lo que nos proporciona una obra en una primera lectura. Goya. Saturnalia, de Manuel Gutiérrez y Manuel Romero, es una de esas obras. Pero es una que nonos apabulla, no nos hace sentir inferiores, no nos coloca en una situación de desconcierto, no. Es una que nos brinda un retrato de Goya absolutamente apabullante en todos los sentidos, que fusiona su historia con la obra del pintor universal de una manera tan brillante que casi parece haber sido concebida en connivencia con el artista aragonés. Saturnalia no es una biografía, no es siquiera el relato de algún episodio concreto de la vida de Goya. Es un experimento narrativo espectacular, que quiere entender al personaje y a su mundo artístico al mismo tiempo, que juega con su sordera pero también con su orgullo, que vislumbra al Goya retratista como al que ejecutó las Pinturas Negras, y que se asoma a su obra desde una reverencia absoluta, lógica y fácilmente entendible, desde unos códigos artísticos y estéticos sobresalientes con los que nos conducen, como lectores, a una experiencia sensorial y personal francamente única, que pone a prueba nuestros mismos conocimientos sobre una figura y una trayectoria artística que forma parte de la cultura universal.

Es, obviamente, una historia ambiciosa. Porque lo que tiene de historia y por lo que no. Lo hemos dicho, olvidémonos de encontrar en Saturnalia propósitos biográficos puros porque no los vamos a ver. Y sin embargo, Gutiérrez, cuyo trabajo aquí va mucho más allá de escribir el guion, hace que salgamos del libro sabiendo mucho más sobre Goya, independientemente del bagaje previo que aportemos al libro. Pasa en la primera lectura, y pasa en la segunda, casi tan imprescindible como el mismo conocimiento del relato. Lo divide en cinco movimientos, sin equilibrio entre ellos, ni en cuanto a su extensión ni por su drama, y en cada uno de ellos hace un profundo y erudito ejercicio de llevarnos al autor por medio de su vida y de su obra a partes iguales, sin distinciones, fusionándolos de una forma en la que las fronteras desaparecen. Este es un ejercicio que seguramente merece la pena hacer en cualquier tipo de autor, tanto más en uno que se ha convertido en parte de la cultura universal como Goya. Para Gutiérrez, Goya está en el centro de todo, y tiene que imaginar tantas cosas de él que parece mentira que este viaje tenga semejante verdad en su interior. Decíamos que hace más que un simple guion, porque el diseño de la experiencia es clave para entenderla, ya sea la primera vez que nos asomamos al libro o en las posteriores.

Esto nos lleva al dibujo de Romero, imposible de analizar de manera disociada de los propósitos de Gutiérrez, y esa es otra de las inmensas fortalezas de Saturnalia. El diseño en este retrato de Goya es tan importante como el trazo. No tenemos por qué sentirnos pequeños, minimizados, por el demoledor sentido estético que tiene la obra, al contrario, está pensado para que fluyamos por sus páginas, para que nos dejemos llevar, para que la transición entre el mundo real y el pictórico se produzca con elegancia y calidez. Es extraño decir que una obra hecha en nuestro tiempo entiende tan bien el gusto estético, narrativo y artístico que tuvo una figura que vivió en los siglos XVIII y XIX, pero Saturnalia nos mete de lleno en esa sensación. Y sí, eso es un elogio a sus autores tan desmedido en apariencia como justo una vez analizada la obra. Asumen a Goya, una figura tremendamente golosa para cualquier narrador contemporáneo, no solo como personaje, sino como lo que es, un artista único, y hacen de Saturnalia una experiencia sensorial y emocional que pone a prueba los límites del cómic como herramienta narrativa. Es casi imposible explicar el caudal de sensaciones que provoca el libro, pero sí podemos sentenciar que estamos ante una obra brutal, trascendente, brillante y apasionada.

El contenido extra lo forman un prólogo de El Torres y un epílogo de Álvaro Pons.

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Esta entrada fue publicada en 24 May, 2024 por en Cascaborra, Manuel Gutiérrez, Manuel Romero y etiquetada con , , , .

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