‘El cerrajero’, de Adrián Benatar y Carmen Cantero

Editorial: Cósmica.

Guion: Adrián Benatar.

Dibujo: Carmen Cantero.

Páginas: 112.

Precio: 16 euros.

Presentación: Rústica con solapas.

Publicación: Febrero 2024.

Cuando uno sale de El cerrajero, lo hace con la sensación de que ha asistido a algo muy personal, muy íntimo, muy aparentemente pequeño por la escala de la historia, pero enorme precisamente porque habla de rincones muy emocionales en los que la empatía puede dispararse en nosotros los lectores casi sin que nos demos cuenta. Y eso, aunque sea así, inadvertidamente, es lo que convierte en algo grande lo que nos proponen Adrián Benatar y Carmen Cantero. Es curioso que para contar algo tan tangible, tan real, tan sensible, opten por la fantasía en la historia, la de un cerrajero muy especial, con un trabajo que se sale de lo común de su profesión, y la relación que tenía con su hija, y por un estilo visual alejado de un realismo fotográfico, pero lo cierto es que ambas decisiones narrativas se antojan acertadas. En lo primero no había muchas más opciones, y se entiende perfectamente cuando se está leyendo la historia, pero en lo segundo sí, y la sensación en El cerrajero es que hay una comunión plena en el lenguaje de los dos responsables del tebeo, lo que hace que página a página nos vayamos sintiendo más cómodos en la propuesta, más cercanos en lo emocional, más firmes en la empatía. Y sí, para qué negarlo, más satisfechos con una lectura que se gana un más que merecido respeto.

Benatar sabe aunar dos elementos que acaban resultando las claves esenciales de El cerrajero. Primero, los recuerdos. La historia va de eso, de la memoria, de la forma en la que recordamos el pasado y de cómo eso se difumina con el paso del tiempo hasta el punto de afectar a la forma en la que vemos incluso a los seres más queridos. Segundo, la muerte. Esto es por el momento en el que arranca la historia, un retrato muy emocional de la relación entre un padre y su hija en el que entramos cuando este primero ha fallecido. Esta sencilla decisión ya nos predispone a encarar lo que viene de una manera distinta, más sensible, más tensa en muchos sentidos. La manera en la que se retrata a la protagonista, por su presente y su pasado, también marca mucho la lectura. Todo está a flor de piel, todo es intenso, cada una de las llaves que vemos en la historia abre una puerta a un recuerdo, y es el conjunto de los mismos lo que determina el tono emocional del relato. Benatar va dando pasos en los recuerdos, eso es lo que cierra el retrato de la protagonista, pero también el de una familia. Poco a poco, rellenando huecos en blanco, construyendo una vida, varias en realidad, en base a los recuerdos. Todo eso está muy bien apuntalado y con la fantasía como elemento de unión entre todo.

Para el dibujo de Cantero sirve casi la misma metáfora de las llaves y las cerraduras que utiliza el guion de Benatar. Si hubiéramos entrado por una vía más realista en esta historia, seguro que las sensaciones habrían sido distintas, pero el mérito de la ilustradora es que se convierte en algo tan real como una fotografía con lo que nos va enseñando. No es la precisión anatómica lo que hace que nos creamos la historia, sino la sensibilidad con la que se plasman los recuerdos, la manera en la que se funden con la realidad, el retrato de la protagonista, lo que va sintiendo y pensando en cada momento, según va descubriendo para qué sirven las llaves que tiene en las manos y va redescubriendo a un padre al que creía conocer muy bien. El dibujo transmite todo eso, también la tristeza, todas las emociones que vamos viendo, con una sensibilidad que, la verdad, se convierte en la mejor baza de El cerrajero. Benatar y Carnero se entienden bien, de la misma manera que comprenden a sus personajes y sus recuerdos. Hablan con soltura mediante metáforas y con claridad cuando la fantasía deja paso a unos diálogos que tienen que plasmar emociones muy concretas. Y todo esto llega, llega al corazón del lector, que es de lo que se trata en todo momento, no sólo en su desenlace sino desde su mismo arranque.

El único contenido extra es un portafolio de bocetos de Carmen Cantero.

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