‘La primera Escuadrilla Azul’, de Daniel Ortega y Antonio Gil

Editorial: Cacaborra.

Guion: Daniel Ortega.

Dibujo: Antonio Gil.

Páginas: 88.

Precio: 18 euros.

Presentación: Cartoné.

Publicación: Septiembre 2023.

Si hay algo que saben hacer Daniel Ortega y Antonio Gil en La primera Escuadrilla Azul es contar un buen relato en un marco histórico en el que la ideología, siendo importante, no es determinante. Lo fácil, desde luego, es lo contrario, pero la Historia, de nuevo con mayúsculas, exige a veces un tratamiento como el de este álbum. Si lo miramos de manera aséptica, no dejamos de estar viendo la aventura de un grupo de militares españoles ayudando al régimen nazi en los años de la Segunda Guerra Mundial, como contrapartida por la asistencia de Hitler al bando golpista y sublevado de la Guerra Civil Española. Y eso, obviamente, condiciona. Pero La primera Escuadrilla Azul no es un ajuste de cuentas con la Historia, sino el relato de una misión, con personajes de carne y hueso, con problemas más cotidianos que los que se cocían en los despachos de las altas esferas del franquismo o del nazismo. Y ese es su gran mérito, que no es una obra planteada en términos de buenos y malos, que no está basada en un heroísmo evidente, sino que es un retrato de profesionales que sólo buscan hacer su trabajo de la mejor manera posible, disfrutando del cielo pero con los pies en la tierra, con unos protagonistas que actúan como lo que son, primero militares pero también personas que empatizan con aquellos con los que se van encontrando.

No son vías fáciles las que guían a Ortega a través de La primera Escuadrilla Azul, donde en primer lugar se ve un claro interés documental por asomarse a un rincón de la historia que del que no hay tanta información accesible y después un claro contexto militar por encima de cualquier otra consideración. Esa es un poco la idea que tiene La primera Escuadrilla Azul, humanizar lo que desde otro punto de vista se habría visto como algo poco humano. Y en el fondo es una labor que se agradece, porque nos recuerda que, más allá de las ideologías, hay mucho más que contar. El tono no es el de las grandez hazañas bélicas, sino el de una realidad bastante complicada, la de los años 40 del pasado siglo, y en un doble escenario que con frecuencia se disocia, el de la situación de España tras el final de la Guerra Civil en la que oficialmente no participó ningún país y del conflicto europeo y mundial en el que España tampoco tomó parte. Por tanto, leer La primera Escuadrilla Azul es casi como estar asistiendo a algo que es muy real pero de lo que no hay demasiados registros en la memoria colectiva. Por eso la historia es fresca, pero además está bien contada, con pocos de anclaje emocional que funcionan bastante bien y que permiten la identificación con personajes con los que a priori no tendría que ser fácil conectar por distintos motivos.

Con lo dicho, es evidente que en el álbum hay dos almas que necesariamente tienen que tocarse. La historia está bien hilada, pero el pegamento fundamental entre ambas es el dibujo de Gil. Más allá del efecto digital de las hélices para mostrar el movimiento de los aviones, la factura de La primera Escuadrilla Azul es bastante clásica, busca un realismo casi fotográfico en muchos momentos y se vale de un trazo grueso para darle poso a cada viñeta. El resultado es bastante preciso, muy eficaz y permite una inmersión histórica inmediata, lo que permite que nos podamos detener, como busca el álbum, en las emociones de los personajes, igualmente importantes para los objetivos que tiene este tebeo. Hemos hablado del corte clásico del dibujo, pero Gil también juega con herramientas que rompen la estructura de la página, cartas, tipografías, incluso películas de la época, celuloide que viene a completar el viaje de los aviadores a los que seguimos. Todo ello hace de La primera Escuadrilla Azul un tebeo bastante interesante, bien llevado por ese doble camino que hemos destacado, sobresaliente en cuanto a la documentación que permite llevar a buen puerto el relato y sin perder de vista el componente más cercano. Si hay que abordar el cómic histórico, y es importante hacerlo, esta es una buena manera de hacerlo.

El contenido extra lo forman una presentación del autor, prólogos de los historiadores Carlos Caballero Jurado y Francisco Torres García, y las estadísticas de la primera Escuadrilla Azul.

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