Guion: Peter Milligan.
Dibujo: Duncan Fegredo.
Páginas: 272.
Precio: 24 euros.
Presentación: Cartoné.
Publicación: Septiembre 2022.
Cuánto le ha gustado siempre a Peter Milligan abordar la identidad como tema y alternación de la realidad en la que tienen que vivir sus personajes, y de qué maneras tan atrevidas se ha asomado a estos temas en su obra. Enigma, además de eso, es una revisión metatextual en muchos sentidos del cómic de superhéroes, lo que añade otra capa más a una obra que resulta fascinante, incluso más allá de su comprensión inicial. Y es que Enigma deja poso. Puede que sea por lo llamativo que siempre es que el cómic hable de alguna manera del mismo medio, o quizá por el bárbaro dibujo de Duncan Fegredo, a partes iguales imaginativo y alucinógeno. Que tantos años después de su publicación, nada menos que ya casi tres décadas, Enigma obtenga lo que la misma cubierta califica como Edición definitiva, nos da una idea de lo trascendente que es la carrera de sus autores. Puede que incluso más de lo que se viera en su momento o incluso de lo que se le reconozca ahora, cuando han hecho ya tantas y tantas páginas que cada lector tendrá sus preferencias muy marcadas. Esta, en todo caso, es una historia fascinante y subversiva en muchos sentidos, que no tuvo miedo de hacer que superhéroes y homosexualidad fueran de la mano como pocas veces lo habían hecho hasta entonces.
El riesgo de que no contextualicemos debidamente las intenciones de Milligan siempre va a estar ahí, y probablemente crezca con el paso del tiempo. Pero si entramos en el juego, su propuesta es irremediablemente fascinante. No solo por romper las barreras entre el cómic y la realidad, tampoco por esa revisión de la identidad del protagonista y de quien actúa como catalizador desde las páginas de un tebeo antiguo, sino por la notable intensidad con la que Milligan se atreve a juzgar nuestro mundo, el que tenemos a este lado de la viñeta, utilizando elementos y argumentos que solo parecen usarse en el otro lado. Y sin dejar de ser un cómic de superhéroes, lo cual tiene su mérito añadido si tenemos en cuenta lo conservador que suele ser este medio. Puede que Enigma merezca un papel mucho más importante del que le ha quedado en la historia de los convulsos años 90, pero es cierto que la sombra de la comercialidad que tanto y tan intensamente define el género aquellos años desde las dos grandes editoriales hace que ese acto de justicia sea complicado. Nunca es tarde, en todo caso, para descubrir y reivindicar lo que Milligan volcó en esta intrigante aventura de autodescubrimiento y en la que de alguna manera quiso también destruir los muros de la realidad superheroica de una manera bastante innovadora.
Enigma no quiere ser un tebeo fácil, no lo es en sus planteamientos, en su temática, en sus personajes ni tampoco en su ejecución. Fegredo, en ese sentido, sabe perfectamente lo que hace. El suyo es un dibujo deliberadamente sucio, con muchas líneas, sabedor de que el lector va a tener que hacer un esfuerzo adicional para desentrañar todo lo que está viendo. Fegredo no es un ilustrador convencional y sus personajes tampoco pueden parecerlo, ni siquiera aunque entremos en ese mundo de los superhéroes con tanta decisión. Por tanto, Enigma quiere ser tanto una narración como una experiencia sensorial, y consigue serlo porque en cada viñeta cabe esperar lo imposible o lo sorprendente, desde luego algo diferente a cada paso, incluso desde los artificios más modestos. Ahí puede estar la razón de lo bien que se ha mantenido la obra a lo largo del tiempo, reconociéndose su origen noventero podemos apreciarla por lo que es, algo mucho más atemporal y que seguramente habría encajado mejor más adelanto, incluso perdiendo parte de sus intenciones pioneras, que las tiene. No es descabellado decir que Enigma está entre los mejores trabajos de Milligan y entre los mejores también de Fegredo. Cuando se juntan dos talentos de esta naturaleza, suele suceder que el resultado está a la altura. Y este lo está.
El volumen incluye los ocho números de Enigma, publicados originalmente por Vertigo entre marzo y octubre de 1993. El contenido extra lo forman las cubiertas originales, una introducción de Peter Milligan, unas notas de Duncan Fegredo, un portafolio de dibujos, diseños, bocetos e ilustraciones de Fegredo y un epílogo de Alain Villacorta.
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