‘Illworld’, de Elio Quiroga y Francisco de la Fuente

Editorial: Tyrannosaurus.

Guión: Elio Quiroga.

Dibujo: Francisco de la Fuente.

Páginas: 70.

Precio: 11,95 euros.

Presentación: Rústica.

Publicación: Agosto 2015.

A veces, lo más sencillo acaba siendo lo más complicado. La ciencia ficción apocalíptica es un terreno muy transitado por infinidad de autores, que en sus cabezas siempre tienen un escenario de esas características en el que se sienten cómodos y que mezcla las referencias con las que más han disfrutado. Eso es Illworld, el futuro apocalíptico que ha imaginado el cineasta Elio Quiroga y el escenario que ha escogido para dar su salto al cómic, uno en el que presumiblemente pudiera sentirse cómodo. Pero precisamente eso, que tendría que facilitar la adaptación, acaba siendo el principal problema del cómic en el lado del guión, porque si bien hay ideas muy divertidas, salvajes e interesantes en esta Europa futura que mezcla el escenario posterior a una serie de guerras bacteriológicas y una invasión alienígena, pero al final queda la impresión de que Quiroga ha querido sumar demasiados elementos y sólo ha podido dar unas pocas pinceladas de cada uno de ellos. Eso habla del potencial que tiene la idea, pero no termina de confluir en un tebeo que sobresalga de principio a fin. Al dibujo de Francisco de la Fuente le sucede algo parecido. Con elementos que indican que estamos ante un dibujante muy notable, sobre todo por el lado del diseño, la narración acaba siendo algo confusa e impide explotar todo lo que se podría haber sacado de esta propuesta.

Es en las pinceladas donde el guión de Quiroga es más interesante, como por ejemplo en las primeras páginas de illworld, en la descripción inicial del mundo que dibuja, y es a partir de ahí cuando la historia se descontrola, se queda en una exposición más que en un relato y echa en falta personajes más complejos que tomen las riendas de lo que está sucediendo. Se agradece el tono gamberro, las pinceladas de humor y sobre todo el esfuerzo de cohesionar un escenario que sea a la vez entretenido y crítico, aunque la apuesta es más por lo primero que por lo segundo. Pero falta el otro gran elemento que hace de la ciencia ficción un género que suele convencer a casi todo aficionado a la cultura popular, que es no otro que el carisma. El hecho de apostar por un mundo apocalíptico ya resta posibilidades a Quiroga, precisamente porque hay una sobreproducción de historias que quieren partir de ese escenario. A veces es una plaga, a veces un mundo inundado, a veces la falta de energía y en ocasiones un mundo postnuclear, pero las consecuencias, las construcciones, las organizaciones humanas y los tipos de personajes suelen responder a arquetipos ya consolidados. Incluso en ese escenario narrativo, a Quiroga le pierde que no apueste decididamente por algún personaje que aporte ese carisma. Así, incluso con arquetipos, podría haber despuntado más claramente.

Los diseños de Illworld, sumados a sus ideas, vienen a ser los elementos más divertidos y sobresalientes del cómic. De la Fuente aprovecha algo mejor lo tópico para dar una personalidad algo más definida en esta terreno. Pero como la historia no hace destacar especialmente a ningún personaje, ese trabajo de personalización tampoco acaba siendo demasiado determinante. La idea está ahí, pero su potencial se queda a medias, hasta que poco a poco el mismo caos en el que va adentrándose el guión por voluntad propia acaba afectando al dibujo, que tiene algunos momentos de confusión narrativa. No ayuda ahí demasiado el blanco y negro, muy eficaz en la presentación y en los diseños, también las viñetas en las que la línea clara de De la Fuente permite explotar poses sugerentes para personajes y enfoques atractivos para los escenarios, pero no tanto cuando el relato se va aproximando al clímax. Illworld no deja de ser un tebeo entretenido y simpático, eficaz por momentos, pero no termina de romper la barrera que haga de su resultado uno mucho más atractivo. Le falta personalidad y le sobra, probablemente, material. La alocada mezcla temática que propone arranca muy bien, pero el desarrollo no lo hace tanto. Quién sabe si, en todo caso, puede ser una buena base para que la historia continúe.

El contenido extra lo forman una introducción de la editorial y un sketchbook de Francisco de la Fuente.