‘Los 47 ronin’, de Sean Michael Wilson y Akiko Shimojima

Editorial: Principal de los Libros.

Guión: Sean Michael Wilson.

Dibujo: Akiko Shimojima.

Páginas: 154.

Precio: 15 euros.

Presentación: Rústica.

Publicación: Marzo 2014.

En muy poco tiempo, una muy conocida leyenda japonesa del siglo XVII ha visto hasta tres versiones diferentes. La más olvidable, la fantasiosa película La leyenda del samurái: 47 ronin, protagonizada por Keanu Reeves. La más popular, 47 ronin (aquí, su reseña), con el particular dibujo de Stan Sakai, creador de Usagi Yojimbo. Y la más acertada desde un punto de vista histórico y narrativo, la que nos ocupa, Los 47 ronin, escrita por el escocés Sean Michael Wilson e ilustrada por la japonesa Akiko Shimojima. El valor de ésta reside precisamente en que supone una muy respetuosa revisión de la historia, que potencia el drama por encima de la espectacularidad, y eso incluye unas brutales descripciones visuales del ritual del seppuku, con el que un condenado se quita la vida voluntariamente para preservar su honor. La épica que Wilson y Shimojima dan a la historia no proviene de grandes escenas de batalla, sino del sentido del honor que desprenden la historia, el escenario y los protagonistas. Y eso es lo que hace de este manga una lectura fascinante, imposible de abandonar una vez que se ha dado el salto a la sociedad japonesa de hace tres siglos que tan bien se plantea ya desde la primera página.

En el guión de Sean Michael Wilson se nota su admiración por la historia. Su mayor acierto es lo bien que deja respirar la narración sin recargarla con demasiados textos y poniendo el énfasis en los personajes y en las relaciones entre ellos. Es la mejor forma de entender la humillación continua que el señor Kira infringe a los señores Asano y Kamei y todo lo que va desencadenando esa actitud. Porque, al final, no importa demasiado el motivo por el que nace la rencilla entre Kira y Asano, sino que lo relevante es esa descripción de la forma de vida y de entender el honor que tienen los diferentes personajes, una contraposición que estalla en el clímax, el noveno de los diez capítulos en que se divide la obra. Tanto es así, que Wilson deja a muchos personajes deliberadamente desdibujados (algunos, incluso, con poca presencia: no se ve ni siquiera a una parte importante de los 47 ronin del título), sin profundizar en ellos más que para los aspectos que interesan a su descripción. Lejos de ser un problema, eso da un mayor poso a la trascendencia que tiene el episodio que desencadena la historia, que visto desde una óptica alejada del bushido, el código del samurái, quizá no sería tan fácil de entender. Pero el autor lo simplifica todo para que lo que llegue al lector, por encima de todo, sea la emoción.

El dibujo de Shimojima es igualmente descriptivo, y eso en ocasiones hace que sea mucho menos narrativo. Es una elección que puede no satisfacer a todos los lectores, pero que se compensa con creces con el detallismo de algunas expresiones (si hay un personaje que destaca en ese aspecto es claramente el de Kira, sobre todo con su desesperación final) y de los escenarios, y sobre todo por la crudeza y el acierto con los que dibuja el primer seppuku, una magnífica secuencia que pone la piel de gallina. Es precisamente ahí donde mejor se ve en las ilustraciones la misma reverencia que Wilson consigue imponer a la historia. Shimojima destaca mucho más en las viñetas más grandes, en las que encuentra espacio para mostrar más cosas que en los primeros planos, y, dentro de un concepto bastante clásico, también en la atractiva composición de página que muestra en las escenas de más acción, donde sí despliega una narrativa notable. Los 47 ronin encuentra de esta manera la épica que busca de la mejor de las maneras posibles y consigue que se entienda perfectamente la importancia de la leyenda. No está en el asalto, aunque está descrito de forma espectacular, ni siquiera en el seppuku a pesar del enorme impacto que provoca, sino en el código de honor que impregna todo el relato.

Shambhala Publications editó originalmente The 47 Ronin en mayo de 2013. El libro cuenta con un prólogo de Gerard Almirall.