CÓMIC PARA TODOS

‘Savage Dragon’ 1, de Erik Larsen

Editorial: Planeta Cómic.

Guion: Erik Larsen.

Dibujo: Erik Larsen.

Páginas: 440.

Precio: 40 euros.

Presentación: Cartoné.

Publicación: Abril 2024.

Erik Larsen, él mismo lo explica al final del libro que tenemos entre las manos, fue uno de los fundadores de Image, parte de la revolución de los dibujantes que, aprovechando su posición de poder e influencia, cambiaron para siempre la industria del cómic americano en la última década del siglo pasado. Y eso mismo es lo que hace que Savage Dragon sea una obra que hay que leer en ese contexto, el de los desdeñados años 90. Savage Dragon es una muestra evidente de todo lo que marcó ese período en este mercado. De todo. Larsen creo a un personaje de pasado misterioso y no volvió a ese tema hasta un par de cientos de páginas después de arrancar su odisea, porque lo importante era un ritmo tan endiablado que rompiera todas las normas del tiempo. En Savage Dragon se van concatenando acontecimientos sin explicar cuánto tiempo ha pasado, a veces son instantes, a veces horas, a veces incluso semanas. No eso lo importante, y aunque es una muestra de las limitaciones de Larsen como escritor, al igual que sus trillados diálogos, al final hemos venido a ver a un tipo de casi dos metros de altura, de piel verde, con una aleta en la cabeza y fuerza e invulnerabilidad sobrehumanas pegarse con todo bicho viviente en un mundo de heroínas de medidas imposibles y escueto vestuario, estrafalarios villanos y amenazas continuas.

A nadie se le escapa que estas series, en realidad casi todo Image, nació de una voluntad de los dibujantes de hacer los tebeos que ellos mismos querían ver, y la mayoría de ellos sabía lo justo de hacer guiones, por mucho que dominaran la puesta en escena que gustaba en aquel momento. Así que, sí, Savage Dragon es un deseo continuo de atropellar al lector mediante lo visual. Hay personajes, sí, también dilemas morales y hasta existenciales, pero en esta esfera Savage Dragon se mueve con una palpable ingenuidad que, la verdad, tampoco le preocupa mucho. Mientras funcione la base que convierte a Dragon en un agente de la Policía de Chicago, el hecho de que el guion brille o no es algo que está fuera de la cuestión. Pero hay que decirlo, claro, porque hay cómics de superhéroes y cómics de superhéroes, y este es uno de esos, de los que se construyen sobre la adrenalina y sobre la necesidad de escribir para que cada cierto tiempo, poco, haya una splash page, para que haya golpes espectaculares, explosiones continuas y muchos personajes que hagan las delicias de un público más bien adolescente. Con esas premisas, Savage Dragon es, sencillamente, irreprochable, por mucho que a un lector con más experiencia en el mundo de los superhéroes le pueda chirriar el elevado número de veces que se dice «¡matadle!» y cosas por el estilo.

Porque lo que importa, insistimos, es que el lector quede atrapado por lo que ve. ¿Que al lector le gusta el estilo de Larsen? Barra libre entonces para el disfrute. ¿Que no le gusta? Obviamente no estamos ante un libro para ese lector. Pero, claro, con el contexto que tenemos y con el tiempo que ha pasado desde su publicación original, si alguien se asoma a un integral de Savage Dragon es porque esto le entusiasma, pocas dudas al respecto, o porque despierta su curiosidad, y eso es sano. Y jugando en esa liga, pocos peros se pueden poner. Larsen disfruta con anatomías imposibles, en hombres por la musculatura y en mujeres por las curvas, con trajes y armaduras que brillan por encima de la funcionalidad (¡y se atreve a reírse de sí mismo haciendo que los superhéroes se nieguen a combatir con uniforme reglamentario de policía!) y con un nivel de destrucción que rompe cualquier norma de la realidad. El objetivo es apabullar hasta cuando se pasean por estas páginas ciertos adolescentes mutantes que vigilan las noches de Nueva York y no las de Chicago. Y Larsen y su Savage Dragon apabullan, de eso no hay duda, con su ritmo frenético, con su impacto visual y con su peculiar uso del tiempo. Por denostado que sea todo esto desde ciertas esferas, al final es un producto que, por la razón que sea, engancha y una vez que se empieza con él ya es difícil parar.

El volumen incluye los cinco números de The Dragon, y los ocho primeros números de Savage Dragon, publicados originalmente por Image entre junio de 1993 y septiembre de 1996. El contenido extra lo forman una introducción de Robert Kirkman, las portadas originales de Erik Larsen y un portafolio comentado de ilustraciones, diseños y bocetos.

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Esta entrada fue publicada en 20 junio, 2024 por en Erik Larsen, Image, Planeta DeAgostini y etiquetada con , .

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