‘Amado líder’, de Carles Ponsí

Editorial: Fandogamia.

Guion: Carles Ponsí.

Dibujo: Carles Ponsí.

Páginas: 108.

Precio: 14 euros.

Presentación: Rústica con solapas.

Publicación: Noviembre 2022.

Que la política es un terreno formidable para la sátira es algo que ya nos enseñó el gran Charles Chaplin hace unas cuantas décadas con la soberbia El gran dictador. Y aunque Amado líder no se mueva por el mismo terreno, la obra de Carles Ponsí sí comparte con aquel filme la fascinación por la figura del dictador. En este caso, Ponsí se inventa un país pero tiene un referente tan obvio que no es necesario ni siquiera comentarlo. En estas páginas, un webcómic llevado al libro impreso, conocemos al máximo mandatorio de Corea del Medio, un tipo poco avispado, que habla con su peluche y que toma decisiones asombrosas, rodeado de una corte de leales seguidores con tan pocas luces como él. Es fácil imaginar que la colección de gags que se suceden, siempre respetando los límites de la tira de webcómic tal y como fue concebida, están cargados de cinismo y mala uva, que tiene una visión bastante pesimista de la sociedad y de la política y que es capaz de generar lo que busca: mucha diversión. Hay otros caminos, claro que sí, para denunciar la insensatez de quienes nos gobiernan, pero esta es eficaz, porque, en el fondo, tiene esa pequeña capa de realismo, aunque sea muy por debajo del chiste, que hace que tampoco nos extrañemos tanto de lo que leemos, por mucho que sepamos que esto no es más que una tira de humor.

Ponsí hace honor al título de su creación, y construye todo en base no solo a su personaje protagonista sino a su misma condición de líder. El “amado”, por supuesto, es un sarcasmo de libro, el primero de los muchos que se asoman a estas páginas, pero no por ello deja de hacer un completo análisis de la figura del dictador. Llevado al absurdo, puede parecer relativamente fácil hacer humor con un personaje como este, pero lo que importa es el conjunto, el que se aprecia en la versión impresa con mucha facilidad. SI lo pensamos, Ponsí nos invita a reflexionar sobre cómo es posible que tipos tan excéntricos, poco preparados, iluminados en general, sean capaces de llegar a lo más alto, hasta dirigir los destinos de un país. Y da igual que este sea uno de ficción, podría ser el de uno real si no viviéramos en la era del odio en Internet, porque al final entendemos que muchas de las bromas que leemos son perfectamente extrapolables a otros contextos. Y la broma funciona muy bien, tanto que hasta se hace corto el viaje que nos ofrece el autor por esta realidad, con un dominio bastante acusado del golpe de humor que se necesita en una estructura tan cerrada como la de las tiras que nos ofrece. Esa limitación de espacio, desde luego, no lo es en el acierto humorístico que tiene el libro.

La comedia necesita una caricatura a la altura, y en este caso Ponsí nos la brinda con la misma facilidad. Si hablamos de que Amado líder es una interesante disección de la figura del dictador, la base visual no brilla menos. Obviamente, el diseño inicial del protagonista tiene que ser la base de todo, y ese trabajo está muy bien hecho. Es sencilla, icónica, carismática y sigue al pie de la letra el no escrito manual de la caricaturización de un personaje histórico aunque no tenga que ser él. A partir de ahí, esa misma sencillez preside el resto del trabajo de dibujo, con escenarios adecuados, secundarios diseñados en la misma línea y un sentido del humor que se entiende desde el primer vistazo, algo fundamental para el formato original de Amado líder y que hace que la edición impresa funciona igual de bien. Al final se trata de que Ponsí nos llegue con su broma, y lo hace. La idea es divertida y juguetona, y su ejecución se mueve en los mismos parámetros. Puede que el autor no quisiera más que eso, que nos echáramos unas risas sin más, pero el caso es que al final algo queda en nuestras mentes sobre la absurda vida de quienes están ocultos en los más altos despachos, donde se toman las decisiones más trascendentes para el equilibro mundial de fuerzas. Porque la vida real no puede ser como la vemos aquí, ¿verdad?

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