Título original: Star Wars: Andor.
Director: Toby Haynes, Susanna White, Benjamin Caron.
Reparto: Diego Luna, Kyle Soller, Adria Arjona, Stellan Skarsgård, Fiona Shaw, Denise Gough, Genevieve O’Reilly, Faye Marsay, Varada Sethu, Elizabeth Dulau, Joplin Sibtain, James McArdle, Rupert Vansittart, Alex Ferns, Gary Beadle, Kathryn Hunter, Alastair Mackenzie, Anton Lesser, Alex Lawther, Sule Rimi, Ebon Moss-Bachrach, Gershwyn Eustache Jnr, Stanley Townsend, Ben Miles, Andy Serkis, Duncan Pow, Forest Whitaker, Richard Dillane.
Guion: Tony Gilroy, Dan Gilroy, Beau Willimon.
Música: Nicholas Britell.
Plataforma: Disney+.
Episodios: 12.
Duración: 38 – 57 minutos.
Estreno: 21 de septiembre– 23 de noviembre de 2022 (Estados Unidos / España).
Andor se presentaba como la más ambiciosa de las series que hasta ahora hemos visto del universo de Star Wars, y no solo por su extensión, sino también por sus temas, sus personajes y el momento histórico que pretendía narrar, el nacimiento de la Rebelión al Imperio, además de su aspecto visual, adecuado para el aficionado clásico pero a la vez lo suficientemente moderno para convencer aquí y ahora. Una vez vistos los doce episodios de la serie, Andor queda como una interesante incorporación a la franquicia, pero tambien como una historia llena de altibajos. Quizá su ambición, da la sensación que también su duración, le haya pasado factura a esta suerte de precuela de la apreciable Rogue One (aquí, su crítica) que ha orquestado Tony Gilroy, pero lo que parece es que se han repetido algunos de los problemas que tenía aquella película. Resumiéndolos, hay cuestiones discutibles en el ritmo. Cuando Andor coge velocidad, y no hablamos solo de acción, es brutal a muchos niveles, como lo es Rogue One, pero hay demasiados momentos en los que parece que no está pasando nada y se está dando vueltas a lo mismo con miradas intensas de los protagonistas y diálogos pretendidamente profundos pero que, en realidad, no están haciendo que la historia avance. Pero cuando toca cerrar tramas… Ahí, Andor despega y lo hace como brillantez, cumpliendo con esas altas expectativas que había despertado.
La serie consigue lo más difícil, que es mantener el interés a lo largo de todos los arcos argumentales que plantea, y que van obteniendo sucesivos clímax que son, con diferencia, lo mejor de la serie, los que corresponden a encuentro de Andor con la incipiente Alianza Rebelde, a su misión de robo al Imperio, a su huida de prisión y, finalmente, al despertar social contra el régimen tiránico del Imperio, este último un colofón emocionante y sobresaliente para la serie. Cada uno de ellos acaba en lo más alto, pero siempre preguntándonos si hacía falta tanto tiempo y tantas explicaciones para llegar a ese momento culminante. Y con un detalle más que siembra ciertas dudas, el papel del propio Andor, un esforzado Diego Luna que ejerce también de productor, que va disminuyendo con el paso del tiempo, hasta convertirse en la trama final en un espectador más, casi un mcguffin de manual, redimido únicamente por la escena final y, por aquello de justificar las escenas que dejan esa sensación de irregularidad, con la postcreditos que viene a justificar la exagerada repetición de los trabajos forzados en prisión. Con el papel de Andor, también se aprecia que hay muchos personajes que prometen y no terminan de explotar tanto como podría desearse, y otros que están para cumplir con su presencia en Rogue One, aunque aporten poco en este punto.
En el lado positivo, se nota que a Gilroy le fascina este momento de la historia en el que el Imperio se siente intocable y la Rebelión, lejos de verse como un enemigo que pueda luchar de tú a tú contra su terror dictatorial, asume su precaria posición y juega las cartas que tiene disponibles, por dudosamente éticas que resulten. Eso da pie a algunos de los momentos más interesantes de la serie, los protagonizados por Stellan Skarsgard, mucho más que los de una Mon Mothma que queda lejos de ser reivindicada de verdad con esta serie, a pesar de que en su arco hay y sigue habiendo muchas posibilidades. Sobre el papel, y prescindiendo de muchos momentos que al final están más vacíos de los que parece, fluye con mucha naturalidad la transformación rebelde, en su salto del marco teórico a la ejecución práctica, y es ahí, en las secuencias de acción, donde Andor cobra todo su sentido. No por ser una historia que dependa de blasters y explosiones, sino porque esa acción es lo que da sentido a todos los temas que quiere tocar la serie, que son muchos. En Andor vemos los problemas que suelen tener las series actuales, demasiado desarrollo por la ventaja de tener un tiempo que el cine no puede ofrecer y, en consecuencia, algo más plano en muchos momentos de lo que la presión del montaje podría haber conseguido, pero también muchos elementos brillantes.
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