Guion: Brian Azzarello.
Dibujo: Richard Corben.
Páginas: 128.
Precio: 24 euros.
Presentación: Cartoné con sobrecubierta.
Publicación: Agosto 2022.
Ni siquiera el paso del tiempo hace que dejemos de sorprendernos con la gran diversidad de escenarios en los que se ha movido un personaje aparentemente tan clasificable como puede serlo John Constantine. Entre rejas es un ejemplo perfecto de semejante versatilidad. ¿Dónde están los demonios, la magia oscura y la fantasía, todo eso que es tan habitual en Hellblazer? ¿Dónde queda el componente urbano tan inherente a Constantine? ¿O las dimensiones oscuras que amenacen con romper la realidad? Por ningún sitio, no hay metáfora sino descripción en el título de esta obra, y lo que cuentan Brian Azzarello y Richard Corben es precisamente eso, una estancia de Constantine en prisión. ¿El motivo? Es indiferente, y de hecho eso mismo llega a formar parte de los diálogos de la historia, resueltos con el descaro habitual de su protagonista. ¿Es este un Constantine, digamos, esencial? Esa pregunta no tiene una respuesta sencilla, porque esta apariencia, este escenario y estas motivaciones no son seguramente lo que alguien espera a priori en Hellblazer. Pero esa deliciosa lucha de poder entre rejas que nos cuenta Azzarello y nos ilustra Corben con su exageración habitual tiene mucha gracia. Y cinismo, claro, que de lo contario no sería Constantine, el mismo de siempre, protagonista aquí de un particular drama carcelario.
Azzarello siempre se ha movido a gusto en estos escenarios de criminalidad, recordemos, es el cerebro detrás de la gran 100 balas (aquí, reseña de su primer volumen), y si lo pensamos fríamente puede ser hasta lógico que este Hellblazer que firma sea tan icónico. No sería demasiado injusto decir que la historia arranca como lo podría hacer con cualquier otro protagonista, pero si se trata de hablar de verdad de qué hace esta historia por Constantine es necesario decir que Azzarello no tarda prácticamente nada en meternos de lleno en el mundo de su protagonista. Cambia el entorno, el juego es distinto, las cartas no son las mismas, pero ahí está, siendo el centro de un drama carcelario sobresaliente, montado con mimo para que sea eficaz en muy poco espacio. El escritor siempre ha sabido ir al grano y hacer que sus premisas cobren vida con una facilidad tremenda. Con Entre rejas lo hace esquivando los arquetipos del género, con una narración en off eficaz y llamativa, con las palabras justas y certeras. Y con el crescendo que necesita una historia que comienza con la entrada en prisión de Constantine, que sigue con la subversión del orden de poder que hay entre rejas y que todos imaginamos que tiene que terminar con su salida del confinamiento. Lo que no sabemos, lo que Azzarello nos cuenta de lujo es cómo llegamos hasta ese punto.
No vamos a inventar nada si decimos que Corben era único como narrador de historias. Su manera de dibujar el cuerpo humano era especial, se ve a la lengua que un cómic es de Corben en cuanto posamos nuestros ojos en él. Y aunque no sea un estilo confortable en ese primer vistazo, quizá por alejarse como se aleja tanto del realismo más puro como de la caricatura juvenil más obvia, la manera que tiene de meternos en la historia es soberbia. Puede que a veces no sepamos ni explicar los motivos, pero Corben engancha. Puede que sea por esas leves inclinaciones del punto de cámara que nos muestra, por la rotunda expresividad de sus personajes o por el uso de las sombras que tan bien le sienta a una historia como esta, pero de cualquier manera es muy difícil no meternos en situación con este dibujo tan singular y elogiable. Y es que Corben, que tan bien sabe manejarse en escenarios de fantasía o ciencia ficción, demuestra aquí que sabe también bordar un drama de estas características. Entre rejas es una historia peculiar en la trayectoria de Constantine porque convence por cosas de las que normalmente prescinde Hellblazer, pero a la vez tiene tal fidelidad al personaje que llama irremediablemente la atención desde que identificamos, pronto, que esa mezcla funciona. Y muy bien además.
El volumen incluye los números 146 a 150 de Hellblazer, publicados originalmente por Vertigo entre marzo y julio de 2000. El único contenido extra son las cubiertas originales de Tim Bradstreet.
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