Guion: Lucien de Gieter.
Dibujo: Lucien de Gieter.
Páginas: 152.
Precio: 31,95 euros.
Presentación: Cartoné.
Publicación: Abril 2022.
Si hay algo que Lucien de Gieter tuvo siempre claro en Papyrus (aquí, reseña de su primer volumen) es que la mitología debía de tener un papel muy potente en las aventuras que planteaba para su joven héroe. Y en este volumen, el que comprende los álbumes publicados entre 1990 y 1992, no solo ahonda en ese aspecto, sino que además sale de la mitología egipcia para saltar a la griega, que se acaban configurando como bases complementarias y muy eficaces de manera conjunta. Eso, y la persistente química entre Papyrus y Teti-Sheri, quien incluso se queda con el protagonismo absoluto b durante algunas páginas, hacen que la serie de De Gieter siga siendo tan entretenida como al principio. De hecho, puede que ese sea su principal argumento para convencer. A pesar de que en cada álbum hay un intento claro de personalizar cada relato, de alguna manera se da la paradoja de que hay un nivel bastante fijo entre unos y otros, lo que sirve para que haya una deliciosa atemporalidad que trasciende el marco histórico cerrado por el que apuesta. Son muchos elementos aparentemente contradictorios, pero De Gieter juega con ellos con mucha personalidad. Y en justicia hay que decir que la serie sigue siendo una atractiva aventura por un antiguo Egipto que tiene más interés en la mitología que en la Historia.
Tanto El laberinto como La isla Cíclope apuestan por enviar a nuestros protagonistas a escenarios en los que se pueden enfrentar a criaturas y escenarios algo distintos de los habituales. En realidad, el salto no es radical. Aunque aparezcan laberintos, minotauros y ciclopes, lo cierto es que el tono de las historias es absolutamente continuista, lo cual se agradece porque se mantiene una identidad clara sin necesidad de repetir argumentos o tirar de personajes recurrentes. Los únicos que están ahí siempre son Papyrus y Teti-Sheri, enfrentándose a peligros mortales pero a la vez dándose el tiempo suficiente para que lo que les rodea cuente en la misma medida. En Papyrus es importante que se despierte el interés por la sociedad en la que se enmarca el relato, y eso siempre lo consigue De Gieter con elegancia y sin perder de vista la mucha y buena acción con la que construye sus relatos. En El niño jeroglífico, el tercer y último álbum de este libro, se recupera en todo su esplendor el escenario mitológico egipcio, por si alguien había tenido tiempo de echarlo de menos y, como decíamos, también una historia movida, construida con mimo y con mucho amor por el detalle, que es la clave de que toda la fantasía que hay en Papyrus sea tan fácilmente asimilable por lectores de todas las edades.
Papyrus es también un gran espectáculo visual. De Gieter se concede más margen para crecer en este sentido con todo lo que tiene que ver con el escenario más que con los personajes protagonistas, que siguen siendo deudores del estilo franco-belga que se popularizó en las series de Érase una vez, a las que parece rendir homenaje en su concepción, o al menos sí utiliza armas parecidas. Pero en la mitología, en los escenarios naturales y construidos, en las criaturas que se asoman q la historia, en todo eso sí que hay una espectacularidad creciente y un deseo claro de impresionar al lector casi en cada página, ya desde las lecciones históricas que imparte en las primeras páginas de cada álbum para dotarlos de contexto. Para que todo parezca un tanto más grandioso, De Gieter se permite lujos en cuanto poco habituales en la BD en cuanto al tamaño de las viñetas, asomándose incluso a la splash page. Esa es la guinda visual de una serie que mantiene en este punto todo lo que funcionaba al principio, que es lo mínimo que se le puede pedir a cada nueva entrega. Cierto que no hay una evolución clara de los personajes, que se limitan a ser protagonistas del aquí y ahora y no tanto como actores de una trayectoria personal, pero eso proporciona el entretenimiento necesario para que se pueda entender cómo valido.
El volumen incluye material de los números 2.706 a 2.812 de la revista Spirou, publicados originalmente entre febrero de 1990 y marzo de 1992. El contenido extra lo forman las portadas originales, artículos sobre la obra de Lucien de Gieter e ilustraciones varias.
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