CÓMIC PARA TODOS

‘La sombra de la cucaracha’, de Gato Fernández

Editorial: Astiberri.

Guion: Gato Fernández.

Dibujo: Gato Fernández.

Páginas: 104.

Precio: 18 euros.

Presentación: Cartoné.

Publicación: Mayo 2022.

Es realmente complejo entender lo que pasa por la mente de un niño ante las situaciones más terribles, cómo funcionan sus mecanismos de defensa y qué piensan ante atrocidades que en un adulto despertarían sensaciones bien distintas. La sombra de la cucaracha tiene mucho que ver con esto, y lo hace además desde una perspectiva autobiográfica, la de Gato Fernández, que suma una capa más a una historia que va creciendo a medida que vamos pasando páginas. Sin medias tintas, el cómic es el relato de un abuso continuado a una niña que es la propia autora. Pero no es un documento, es una respuesta. Es lo que ve la pequeña en cada momento, las figuras imaginarias que le sirven para explicar ese angustioso día a día que no entiende y que, por mucho que se lo diga su agresor, no consigue ver con la normalidad de lo que tiene que ser una familia. Y es algo tremendamente duro de leer y contemplar, porque al adulto que está al otro lado no le sorprende lo que ve. Hay una parte que le asquea, que le repugna, que le repele, y hay otra que despierta las emociones contrarias, la que tiene que ver con una niña que lucha, desde su ingenuidad, por salir adelante. No es una lectura nada fácil, pero es un camino espléndido el que ha encontrado Fernández para el que supone su primer cómic largo.

Quizá esto sea, al final, lo más intrascendente de todo, porque poco importa que sea el primero o el último de su carrera, pero si se dice es porque impresiona el acabado emocional que tiene la obra a pesar de ese detalle de la falta de experiencia real en estas lides. Fernández se autoexplora de una manera brillante, y uno no sabe cuánto puede haber de recuerdo y de invención, porque al fin y al cabo se trata de retroceder hasta lo que pensaba una niña pequeña, en sus barreras frente al trauma, en sus reacciones ante noticias complicadas y en la manera en la que encara todas sus relaciones personales, con los miembros de su familia y con las pocas amigas que va haciendo. Impresiona, sí, porque la sinceridad es desgarradora, porque al lector se le cae el alma a los pies cuando la pequeña Lucía tiene que recurrir a sus amigos imaginarios para animarse o cuando la madre de su única amiga entiende lo que le puede estar pasando. Impacta el lenguaje que utiliza, el de una niña, para hablar de atrocidades que nadie tendría que vivir. El ritmo con el que se desenvuelve todo es algo lento en ocasiones, incluso un elemento de distracción, pero en realidad no puede ser de otra manera para entender que esto que estamos viendo es algo directamente extraído de la realidad, con todo lo que eso supone.

En lo visual, destaca la expresividad de la historia, la de los rostros de los protagonistas y sobre todo de Lucía, pero también la vía de escape que suponen las criaturas imaginadas. Sin presumir de un estilo realista, la sensación de que estamos en el mundo real es muy acusada, y eso tiene mucho valor teniendo en cuenta el tipo de historia que nos está contando la autora. Fernández, desde luego, se somete a sí misma a una dura prueba, la de dar forma al trauma y a sus circunstancias, la de tener que desvelar la forma de sus pensamientos en aquellos momentos, e incluso la de plasmar en dibujos momentos de euforia personal en lo que supone desde el punto de vista social el fracaso de otra persona, el de su madre, cuando les anuncia que se separa. Colores alegres y vivos sirven de coraza para el lector del mismo modo que lo imaginado cumple ese propósito para Lucía, y dan al tebeo una forma bastante curiosa para afrontar un durísimo día a día. La sombra de la cucaracha tiene en su ominoso título la señal de peligro más clara, la que también se ve en la cubierta, la que nos invita a pensar que lo que vamos a leer dista mucho de ser un cuento de hadas. Al contrario, es un relato sobre lo más turbio del alma humana, pero a la vez sobre la esperanza que hay de recuperación si el alma de un niño puede prevalecer ante semejante depravación.

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Esta entrada fue publicada en 27 julio, 2022 por en Astiberri, Gato Fernández y etiquetada con , .

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