‘The’, de Manuel Álvarez

Editorial: Fandogamia.

Guion: Manuel Álvarez.

Dibujo: Manuel Álvarez.

Páginas: 104.

Precio: 12 euros.

Presentación: Rústica con solapas.

Publicación: Diciembre 2021.

Bienvenidos, otra vez, al humor absurdo de Manuel Álvarez. The es justo lo que nos ofrece el autor en su portada, una suerte de sitcom protagonizada por un pájaro, un delfín y un cocodrilo vestidos con corbata, que comparten piso, no sabemos en qué trabajan y que bien podrían encajar en el sofá de Los Simpson o en la cama de Epi y Blas en Barrio Sésamo. Pero si alguien piensa en trazar una comparación con cualquiera de las dos referencias citadas, casi mejor que lo olvide. Porque The es The, y no hay nada que se le pueda acercar para que lo entendamos. De hecho, ni siquiera hace falta entenderlo, porque para eso su humor es rocambolesco y absurdo. ¿Y tiene sentido? Quién sabe, pero nos entretenemos buscándoselo a las aventuras de estos tres extraños tipos que no parecen tener nada especial y que se desenvuelven de una manera asombrosamente ingenua. ¿Nace The de la realidad? A veces parece que sí, pero luego uno se imagina que Álvarez lo que quiere es hacernos partícipes de la broma. ¿O ser ríe de nosotros? ¿Con nosotros? ¿Por nosotros? Si nos deja tantas preguntas es, desde luego, porque no nos ha generado indiferencia y ese es el punto de partida esencial de cualquier tipo de humor. El de Álvarez es peculiar, eso es innegable, pero si da para sostener un libro como este es que tiene algo que lo hace funcionar.

Podríamos decir que el humor de Álvarez es humor El Jueves, donde colabora habitualmente, pero sería una definición algo simplista, porque ni toda la revista es así ni tan siquiera todo Álvarez se mueve en los mismos parámetros. Ni todo The, en realidad, aunque sí haya un evidente hilo conductor en la forma en la que estos tres protagonistas quieren sacarnos una sonrisa. Hay situaciones que casi parecen nacer de la realidad, otras que son abiertamente surrealistas, pero en todas ellas encaja una especie de ingenuidad vital que hace que los golpes de humor lleguen de la manera más inesperada. Entramos en cada página pensando que la historia puede ir por un sitio, cuando de repente la cosa cambia de una manera insospechada. O no, porque al final incluso lo más previsible se convierte en una sorpresa tremenda, porque Álvarez consigue que dudemos de todo. Esa es la gran virtud de su humor, que incluso desde lo más previsible consigue mantener una frescura que prolonga la idea de que tres tipos como los que vemos puedan ser protagonistas de una sitcom como la que supone The. ¿Normas? No las hay, así que, simplemente, hay que dejarse llevar por una propuesta que tiene mucho de locura y que, en el fondo, parece inagotable en su fórmula gracias, sobre todo, a que no se buscan tramas complejas, solo escenas muy concretas.

Con ese propósito en mente, Álvarez apuesta por un desarrollo más o menos lógico, viñetas de las que no se escapa nada, un diseño muy sencillo y claro, colores llamativos y una comprensión visual inmediata de lo que vemos en cada página. Hay que reírse rápido, o el momento pasa, y por eso el esfuerzo del autor pasa por esa manera de entender el humor gráfico. Es bastante llamativo que consiga una gama tan amplia de sensaciones con unos personajes configurados con tanta sencillez, sin rasgos faciales definidos y con una sensación estática bastante evidente. Eso mismo les hace bastante opacos en la presentación de cada chiste, lo que hace que los mismos actores principales sean el biombo detrás del que se oculta la sorpresa, el gag final de cada página. The, por tanto, es un humor inclasificable y extraño, por mucho que hayamos tratado de buscarle referentes y adjetivos que permitan al lector saber de qué va la cosa. Pero eso, en realidad, es sencillo, basta con asomarse a una página cualquiera del libro. Si aceptamos sus normas ahí, lo vamos a hacer desde luego en el conjunto del libro. Y seguramente, si los personajes calan, nos los podremos imaginar en cualquier otra situación que tenga su punto de partida en nuestra propia realidad. Si es que fuera posible que un pájaro, un delfín y un cocodrilo encajen ahí.

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