Guion: Sylvie Rancourt.
Dibujo: Sylvie Rancourt.
Páginas: 360.
Precio: 20 euros.
Presentación: Rústica.
Publicación: Marzo 2022.
Hay tantos caminos para llegar al éxito en el mundo del cómic, que no será aquí donde nos atrevamos a juzgar ninguno de ellos como si no fuera el adecuado. Esto va por la advertencia de que Sylvie Rancourt es una autora autodidacta que en Melody. Diario de una stripper nos mete en un mundo lleno de claroscuros y a través de un estilo de dibujo que podríamos calificar de sencillo, realmente casi de básico. Pero quizá es una de las armas que tiene Melody para engancharnos. No es la vida de una bailarina exótica una que se pueda considerar como sencilla por muchos motivos. Normalmente es una vía de dinero más o menos fácil en momentos de necesidad, y así lo vemos en este libro, una que genera incomprensión en el entorno y problemas de toda índole, también en la pareja, algo que Rancourt manifiesta de una manera clara y muchas veces contundente. Y sí, su dibujo es sencillo, pero quién sabe cómo habría sido Melody de haberse ejecutado con un estilo más realista, no es descabellado pensar que de esa manera habría perdido ese toque de ingenuidad que desborda toda la obra y que es lo que realmente genera la empatía que se busca. Desde su carácter independiente y sus ganas de trazar un retrato palpable, es una obra de la que no es fácil salir, ni siquiera cuando hemos cerrado la última página del libro.
Lo más llamativo del tono narrativo de Rancourt está en la aparente ingenuidad con la que sucede todo. Melody se inicia en el mundo del baile en clubes nocturnos de una manera casi casual y sencilla. Recibe una primera propuesta de sexo de quien va a ser su jefe como si fuera lo más normal del mundo. Ve cómo su marido empieza a trapichear con droga como si se tratara de la alternativa más fácil para cualquiera de nosotros. Y va entrelazando relaciones con las otras chicas del club como si estuviera sumando amistades en sus años de instituto. Esa ingenuidad de la que hablamos, que no es tal, actúa como coraza para que el lado más oscuro de esa realidad no nos devore, y funciona francamente bien, porque de repente Melody es casi una heroína, una que va abriéndose camino entre las dificultades a las que se va enfrentando, fundamentalmente las de un marido que es más tóxico en su vida que lo que emana del ambiente del club en el que baila desnuda por dinero. Lo más asombroso de Melody es que asistimos a un carrusel de situaciones que desde otro tipo de vida se pueden entender como extraordinarios sin que realmente nos parezca estar viendo nada raro o fuera de lugar. Ese es el gran mérito de Rancourt, que nos acerca así a una figura que de primeras podría generar rechazo por su mundo o atractivo únicamente sexual por su cuerpo y su actividad.
Por eso decíamos que el estilo de dibujo de la autora es casi perfecto para lo que nos está contando, porque no hace de Melody un objeto de culto sexualizado pero a la vez nos explica de una manera evidente que su cuerpo es esencial para lo que estamos viendo. Es una paradoja clara, pero a la vez un arma narrativa que funciona muy bien. Todo en blanco y negro, ahondando en esa sensación de sencillez por la que apuesta Rancourt, que de alguna manera convierte el desnudo femenino en algo sexual pero también sensual, incluso en estos ambientes que quiere mostrarnos. Es obvio que el estilo de Melody nos remite directamente al cómic independiente americano, bendecido además por Chris Ware en su introducción, y de esa manera es fácil adentrarse en el turbio terreno en el que se mueve su protagonista como si realmente fuera un mundo cotidiano. No lo es y sin embargo lo parece, porque Rancourt nos lleva por ese camino con soltura, y haciendo que sus figuras, esas que parecen tan estáticas, vayan evolucionando al mismo tiempo que Melody va perfeccionando sus habilidades como bailarina y su capacidad para salir de situación de lo más extrañas. Cuando un tebeo entiende tan bien un mundo tan concreto, es porque está muy bien ejecutado. Es, desde luego, el caso de este Diario de una stripper que tanto desnuda un mundo tan particular.
Drawn and Quarterly editó originalmente Melody: Story of a Nude Dancer en agosto de 2015. El contenido extra lo forman una introducción de Chris Ware, un epílogo de Bernard Joubert y las portadas originales de Sylvie Rancourt.
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