Guion: Javier Ara.
Dibujo: Javier Ara.
Páginas: 128.
Precio: 15,95 euros.
Presentación: Rústica son solapas.
Publicación: Mayo 2021.
Si algo quedaba claro al final del primer volumen de Dark Investment, El incidente Calcabrina (aquí, su reseña), era que Javier Ara se había propuesto sorprendernos con una historia de aspecto decididamente comercial, un blockbuster de fantasía desbordante y muy ambiciosa en sus escenarios, pero de fondo mucho más complejo, sarcástico y lleno de matices. Pues viendo la segunda entrega, Trata de almas, eso no solo se confirma sino que es además una sensación creciente. Quienes leímos y alabamos en su momento Atraco a mano alzada (aquí, su reseña) fuimos conscientes de que Ara no es un autor convencional, y ya supimos entonces que cualquier obra que nos lanzara iba a ser todo un reto, pero no era nada fácil anticipar por dónde podía llevarnos en su siguiente gran obra. Y esta Dark Investment tiene el enorme acierto de la sorpresa continua. ¿Quién podría imaginar que una fantasía sobre las almas podría convertirse en una crítica tan feroz al mundo en el que vivimos? Lo empresarial centraba el retrato del primer volumen, pero es que en este segundo nos ofrece un tratado geopolítico de primer orden en el que se mueve Angélica, nuestra protagonista, de maneras que son casi imposibles de anticipar. La sorpresa, lo decíamos, es un factor fundamental de lo que nos ofrece el autor. Y no se cansa de sorprendernos, no.
Dark Investment deja una muy agradable sensación de que Ara no se está guardando nada en cada capítulo que nos enseña… pero a la vez que nos queda todavía tanto por leer que no podemos tener ni idea de lo que nos espera en los siguientes volúmenes. Y hablamos en plural, porque si lo que tiene que ver con el mercado editorial acompaña esta es una historia que tiene mucho todavía por ofrecer. Y si en una serie lógicamente tenemos que darle importancia al final del viaje, a su conclusión, si hay algo que Ara está logrando es que cada paso sea enormemente satisfactorio. Trata de almas es una gozada a todos los niveles, porque sigue aportando por un escenario de fantasía espléndido, por una mirada cínica hacia la realidad empresarial, política y social, por una protagonista sensacional, en la que el autor sabe conjugar aspectos de férrea heroína y de mujer real, y todo con un ritmo trepidante, con un sinfín de giros de guion y lealtades cruzadas, con un demoledor escenario de guerra fría en el que los personajes van entrando y saliendo según le conviene al autor, con diálogos muy bien medidos para que todo lo que vemos sea relevante y sin miedo alguno a que el punto y aparte en el que nos deja suponga el gigantesco reto de tener que empezar casi de cero, y seguramente en otro entorno igual de impredecible, de cara al siguiente volumen.
El envoltorio, además, es tan importante como el fondo. Ara se presentó al mundo comiquero con una fusión de estilos, la de Atraco a mano alzada, y sigue moviéndose muy a gusto en cualquier trazo que dé a sus historias. El de Dark Investment, más aún en Trata de almas, es sumamente americano, y en este segundo volumen se lanza de lleno al estilo superheroico que apuntó en El incidente Calcabrina, pero no lo podemos analizar simplificando sus logros hasta ese punto. A Ara le gustan los escorzos propios del género, y ver a Angélica moverse para ejecutar sus misiones en su vistoso traje de spandex es fantástico, pero al final de lo que se trata es de ir entendiendo una historia, unas sensaciones, a unos personajes moviéndose en escenarios improbable, y de eso Ara también sabe mucho. Y por eso, Dark nvestment, que puede pasar por un divertimento ligero y hasta pasajero para quienes no se atrevan a ir más allá, es en realidad una obra de una gigantesca complejidad en su historia y en su dibujo, porque el todo es formidable. Cómo podríamos no estar ilusionados ante lo que nos pueda deparar este viaje, teniendo en cuenta que sus dos primeros episodios son dos absolutas gozadas en las que nos vemos sorprendidos a cada paso. El caudal de imaginación que tiene la serie es, sencillamente, apabullante. Como las ganas de seguir leyendo.
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