Guion: Javier Marquina.
Dibujo: UVE.
Páginas: 128.
Precio: 17 euros.
Presentación: Rústica con solapas.
Publicación: Mayo 2022.
A veces explicar lo que vamos a encontrarnos dentro de un cómic es una misión imposible. O, al menos, una que no va a hacer justicia al salvaje delirio que propone. Eso pasa con Balas de punta hueca. Indiscutiblemente. Así que, en realidad, nos vamos a quedar con la metáfora del título. ¿Qué hacen las balas de punta hueca? Lo atraviesan todo, a lo bestia, son hacer prisioneros. Javier Marquina, que algo sabe de establecer las bases de los universos de ficción más variados, y UVE, que se mueve entre la salvajada más evidente y la comedia más loca, han decidido que esa iba a ser la máxima que rige el desarrollo de esta historia y la cumplen de una manera salvaje y sin miedo, derrochando litros de sangre y muertes tan cruentas que no vamos a poder evitar la carcajada que buscan los autores. Y todo ello mientras seguimos a dos mercenarias, lo que añade aunque no queramos un punto sexy, en una guerra de bandas en un mundo de fantasía oscura y, por supuesto, con alguna ex de por medio y muy divertidas sorpresas de por medio. ¿Hay o no hay por dónde coger está historia? Pues eso, balas de punta hueca. De esas que vuelan a nuestro alrededor para que disfrutemos de su baile imparable mientras degustamos el presente y rogamos por saber si va a haber más cuando acabemos las páginas de este libro.
A Marquina ya le hemos alabado, y lo seguiremos haciendo, por la facilidad con la que da forma a universos en los que tienen lugar historias cerradas pero que a la vez dejan tantas puertas abiertas que podrían ser el comienzo de algo mucho más gigantesco, y con Balas de punta hueca tenemos que seguir haciéndolo. Ese es el gran valor que aporta siempre a un cómic, con la particularidad de que logra lo que parece imposible: entretenernos aquí y ahora sin dejar de tener la mirada puesta ese cuadro más amplio. Y en realidad, lo que hace de este un tebeo disfrutable de principio a fin es que se convierte en un enorme cajón desastre, en un divertido caos de ideas en el que Marquina vuelca todo lo que se le ocurre que puede tener relación con su historia. ¿Influencias? A patadas. Para entendernos, esto puede ser más o menos una especie de Kill Bill mezclado con Golpe en la Pequeña China en el que no paran de suceder cosas, en el que cada secuencia nos da un poquito más de información sobre el presente, el pasado y el futuro, y en el que no dejan de sumarse personajes a los que, por poco tiempo que tengan en el cómic, se puede imaginar sin esfuerzo como protagonistas de su propia historia, sin desmerecer para nada a las dos mercenarias cuyos pasos seguimos en esta rocambolesca misión.
Las locuras se pueden interpretar de muchas maneras, y Balas de punta hueca no es una excepción, pero UVE da con una más que atractiva. Es directo y exagerado, sabe mezclar un mínimo realismo, que es el que aprovecha la violencia desbocada que hay en el relato, con una caricatura que nos obliga a entender el lado más fantástico de la propuesta. Sabe dar carisma a todos los personajes, incluso a los que destacan por la carencia absoluta de esa cualidad, y eso tiene mucho mérito, porque cuando a uno le ponen por delante a una asesina que adquiere capacidades felinas todo parece un poco más fácil, pero no lo es tanto poner a ese personaje delante de un anodino tipo en traje o esas mercenarias que, en el fondo, tienen un aspecto relativamente cotidiano… si les quitamos la katana o las armas automáticas, claro. UVE interpreta la violencia de una manera fascinante, atrevida, digerible, y eso, lejos de ser peligroso, añade un ritmo tremendo a su narrativa. No podemos decir que Balas de punta hueca vaya a cambiarnos la vida, pero desde luego sí que la va a hacer un poco más entretenida durante el tiempo que nos estemos asomando a sus páginas, que es exactamente lo que se propone un tebeo que salta con mucha inteligencia entre géneros y que sobre todo tiene un ritmo imparable.
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