Guion: Tito Alberto.
Dibujo: Raúlo Cáceres
Páginas: 215.
Precio: 19,95 euros.
Presentación: Cartoné.
Publicación: Marzo 2022.
Hubo un tiempo, en esos añorados y nostálgicos años 80, en los que era relativamente fácil y sobre todo emocionante acceder a contenidos que no eran los más adecuados para niños de corta edad. Entonces había libros y colecciones de cromos que tenían ilustraciones que eran herederas directas del cómic de terror de los años 50, ese que en Estados Unidos inició una caza de brujas en el medio, al que se culpabilizaba de todos los males de la sociedad. Si hay que hablar de un referente a Colección de abominaciones, ese puede ser fácilmente el que estamos buscando, porque el libro de Tito Alberto y Raúlo Cáceres es justo eso, una colección de imágenes de criaturas, monstruos y fantasmas con los que alterar el sueño de los más pequeños… aunque ahora sean más bien adultos los que se asomen a esta galería de horrores. El espíritu, en todo caso, es el mismo, el de los cromos de toda la vida, el que nos permitía ver una imagen fija y una pequeña explicación para que nuestra imaginación se disparara a la hora de crear incontables historias con esos mismos personajes que nos impresionaban con un solo vistazo. Y si en el álbum de cromos la gracia era ir reuniendo toda la colección poco a poco, aquí lo bueno es que la tenemos toda a nuestra disposición desde el mismo momento en el que el libro cae en nuestras manos.
Son 180 las ilustraciones que nos ofrece Cáceres siguiendo las indicaciones y los relatos de Alberto, y la variedad es gigantesca. Variedad y versatilidad, porque no estamos hablando de criaturas más o menos previsibles, de esas que pueden aparecer en cualquier galería del horror que tire de los monstruos clásicos. No, Alberto imagina cosas mucho más pintorescas y Cáceres les una vida tremenda. Es un ilustrador muy detallista y se nota en cada una de las ilustraciones. Eso no quiere decir que no haya referencias más o menos populares, procedentes de cuentos o leyendas muy conocidos, pero cada página es una sorpresa, y eso tiene mucho mérito dado el elevado número de abominaciones que nos ofrecen. Y con un cierto toque de crítica social que se agradece mucho y que, en realidad, también forma parte de las bases del género. El hecho de que sea una colección, permite abordar el libro de muchas formas, en lectura continua, buscando al azar entre sus páginas o saltando entre ellas, de ninguna de las maneras se agotará la propuesta porque, en el fondo, incita a imaginar más allá de la imagen. Pura nostalgia para coleccionistas ochenteros, y con la ventaja de que en esta ocasión lo que tenemos es una ilustración de un tamaño mucho mayor que el cromo de entonces.
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