‘La reina demonia necesita un descanso’ 2, de Madoka Mizuno

Editorial: Odaiba.

Guion: Madoka Mizuno.

Dibujo: Madoka Mizuno.

Páginas: 186.

Precio: 7,50 euros.

Presentación: Rústica con sobrecubierta.

Publicación: Febrero 2021.

Es intrigante que la gracia de una serie como La reina demonia necesita un descanso está en su superficialidad. Eso puede ser, sin problema, la base de un gag, de una antología, de cuatro o cinco chistes concatenados. Pero conseguir que sea nada menos que el hilo conductor de una comedia fantástica como la de Madoka Mizuno tiene su mérito, porque después de lo que nos ofreció en su presentación (aquí, reseña de su primer volumen) puede parecer difícil que la mangaka siga encontrando excusas para las peripecias de Durandara, la reina de la tierra de la oscuridad. Pero el caso es que las encuentra con relativa facilidad, plantando semillas de lo que está por venir y sin dejar de tener una cierta frescura en la introducción de esos estadios que se van sucediendo con clara voluntad de sitcom televisiva. No hay en La reina demonia necesita un descanso una historia de enorme calado, ni tampoco, que se vea, un plan claro que nos vaya a conducir a un clímax concreto. No, no es el viaje del héroe, ni tampoco el del villano, sino esa comedia de situación de la que hablamos, la que tiene lugar en la corte oscura, con la reina demonia como protagonista absoluta y una corte de secundarios que van cogiendo más o menos protagonismo según sea necesario para dar forma a cada uno de los episodios que vemos. Episodios que son divertidos, por cierto.

Si lo son es, seguramente, por dos razones. La primera, por trivial que parezca, es que a Mizuno le gusta su personaje. Da la sensación de ser el pilar primordial y esencial de su serie, en la que, simplemente, le van sucediendo cosas a Durandara. No hay más razonamientos que hacer, aunque luego en cada historia podamos sacar otras cosas, y eso habla bastante bien de que la autora sepa esquivar los peligros de complicarse la vida de manera innecesaria. La segunda, que maneja muy bien el humor, el que tiene que surgir de un golpe de efecto inmediato, el de las inquietudes de belleza o cuidado personal de la protagonista o el atractivo sexual que se mueve entre diferentes personajes, y el que da pie a tramas un poco más largas, como la presencia de la princesa que quiere ser secuestrada o el rejuvenecimiento de Durandara para que su padre tome el protagonismo que tendría que tener en el reino oscuro. Puede que a Mizuno se le escape en ciertos momentos su propia protagonista, que tiene menos presencia en algunas de las historias de la que seguramente necesitaría la serie, pero se entienden las ocurrencias como una buena forma de ir construyendo el personaje y su universo, en espera de otros momentos en los que Durandara se coma literalmente las páginas, como ha hecho en los mejores momentos de la serie hasta ahora.

Al ser una comedia, y una además que busca la conexión inmediata, y lo dijimos en el primer volumen, la simpatía tiene que ser un elemento esencial para que entremos en el juego. El estilo de Mizuno se antoja bastante adecuado para lograr esos propósitos, porque vemos la belleza de la protagonista pero también el aire más ridículo que tiene que tener alguna de las tramas que vamos viendo. La autora tiene un buen dominio de la comedia en esos dos sentidos, tanto en lo más directo como en las aristas más emocionales o íntimas del relato, y hay bastante acierto a la hora de construir a los personajes desde el punto de vista visual para que sean sencillos pero a la vez le den el juego que busca. La reina demonia necesita un descanso juega en una liga de la sencillez, no busca complicadas tramas, enrevesadas situaciones o personajes psicológicamente indescifrables, pero sabe manejarse muy bien en lo que realmente le interesa, ofrecernos una comedia fantástica juguetona, en la que se puedan ver algunas situaciones actuales y cotidianas de la tiranía de la belleza en la que vivimos inmersos pero sin perder de vista que el objetivo fundamental es reírse aquí y ahora, en el mismo momento en el que disfrutamos de las aventuras de Durandara. Porque sí, siempre hay momentos de disfrutar de algo así, sin complicaciones.

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