CÓMIC PARA TODOS

‘Huevos de toro’, de Ralf König

Editorial: La Cúpula.

Guion: Ralf König.

Dibujo: Ralf König.

Páginas: 148.

Precio: 16,90 euros.

Presentación: Rústica con solapas.

Publicación: Noviembre 2021.

Sería muy arrogante, aquí o en cualquier lugar, reivindicar la figura de un autor como Ralf König, al que ya conocemos todos sobradamente. Es un icono del cómic gay, indiscutible, y esa es una etiqueta notable, merecida y trabajada durante años. Pero quizá sí hay algo que podamos reivindicar de su trabajo y que Huevos de toro ejemplifica a la perfección. ¿Se puede hacer humor de la cosificación sexual? Se puede, se puede, y más si se tiene el talento de König. ¿Qué puede haber más tópico que el sujeto que da forma a esta historia, un rudo albañil plagado de músculo, de miembro viril contundente y con el exotismo de provenir de otro país? Para crear una historia de Konrad y Paul, pocas cosas más divertidas que esta. Y podríamos debatir sobre la cosificación sexual, desde luego, pero está bien que sepamos reírnos de todos, con inteligencia por supuesto. Porque Huevos de toro no es una burla, no, sino una comedia de enredo que siempre tiene puntadas que dar a una realidad de más fácil identificación de lo que pudiera hacer pensar su universo homosexual. Las etiquetas, aún siendo claras y sinceras, no sirven en este caso para definir del todo a König, y eso es bueno, muy bueno, porque tiene margen para la sorpresa y para la situación exageradamente divertida, por muchos años que pasen.

Siempre es una virtud que un autor sea capaz de desarrollar a sus personajes en historias que se pueden entender a la perfección sin conocer a sus protagonistas o sin leerlas en orden cronológico. Huevos de toro es antigua, pero podría ser la última aventura de Konrad y Paul y disfrutarse con la misma facilidad. König se asoma a la pareja abierta que forman estos dos sujetos y les lanza a una crisis evidente, que analiza de una manera magistral cuando hablan y cuando se van moviendo por separado, uno loco por ese fornido albañil y el otro por su imberbe alumno de música. Son dos formas de ver la vida tan distintas que parece mentira que sean dos personajes que funcionen tan bien juntos y que sus diálogos puedan ser tan desternillantes. Pero no acaba ahí Huevos de toro, ni tampoco las mismas aventuras de Konrad y Paul, porque tienen un universo más amplio que añade una diversión tremenda. En cada escena puede suceder cualquier cosa, y esa manera de afrontar lo imprevisible para hablar en realidad de lo más cotidiano es una de las explicaciones por las que König lleva tantos años haciendo algo que de una manera liviana podríamos pensar que es siempre lo mismo pero manteniendo una frescura impresionante. Y qué final imagina para Huevos de toro, un clímax gozoso y delirante en el que pasa de todo.

Las sorpresas que da el dibujo son las que proporciona el guion, porque el estilo caricaturesco de König es algo que conocemos todos. Quizá lo que más pueda impactar es lo explícitas que pueden ser ciertas secuencias, no ya por las prácticas sexuales que vemos sino por los primeros planos de ciertas partes del cuerpo, pero ¿qué no hemos visto antes en König que pueda hacer que nos llevemos las manos a la cabeza? Probablemente nada, y su caricatura sigue funcionando de una manera tan eficaz que parece mentira que ya tenga tantos años. Y sí, aquí podemos decir lo mismo, que puede dar la sensación de que nos ofrece un más de lo mismo, pero no, no es así. Cada situación que imagina König es única. Modelos y arquetipos hay, desde luego, también con los mismos personajes que aparecen de una manera continua y machacona en todas y cada una de sus aventuras, pero de alguna manera siempre parece que vemos algo nuevo y diferente. Huevos de toro es divertidísima, alocada, delirante, y un crescendo hasta llegar a su explosión final que dignifica el enredo sentimental más allá de su bandera gay, que la tiene, que la luce con orgullo, pero que de ningún modo se ondea de manera excluyente. No es un gueto, es una historia tronchante, una comedia magnífica y una muestra de que sus personajes no pasan de moda.

Bullenklöten se publicó originalmente en 1992.

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Esta entrada fue publicada el 8 febrero, 2022 por en La Cúpula, Ralf König.

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