Editorial: Grijalbo / Penguin Libros.
Guion: Farmaciaenfurecida.
Dibujo: Maribel Carod.
Páginas: 112.
Precio: 15,90 euros.
Presentación: Rústica con solapas.
Publicación: Noviembre 2021.
Después de Esta farmacia es una cruz (aquí, su reseña), era más o menos previsible que hubiera una secuela, que ahora nos llega bajo el título de Esta farmacia necesita receta. Al fin y al cabo, lo que se cuenta es la vida diaria de una farmacia, y esta es inagotable gracias al gigantesco caudal de anécdotas que sin duda genera un comercio abierto al público, y más aún a uno tan concreto y que se mantiene como pilar de la vida de cualquier barrio. Farmaciaenfurecida, nombre que sirve de presentación a Guillermo Martín Melgar, vuelve a describir una historia divertida y plagada de gags que Maribel Carod construye con su dibujo para que la comedia se propague de principio a fin. Porque sí, si algo podemos decir de este cómic por encima de cualquier cosa, como ya pasaba en el primero pero con alguna tabla que otra más, es que resulta tremendamente divertido. Se agradece que desde un lugar privilegiado como es la farmacia para hablar de lo que ahora habla todo el mundo, en realidad nos hable de cómo ha sido siempre, en ese mundo anterior a la pandemia que ya casi hemos olvidado, encontrando ese rincón de frescura imprescindible para que nos podamos reír como siempre, que al final es lo que uno busca cuando uno se mete de lleno en el universo que un equipo creativo quiere mostrarnos.
Seguimos en este libro a los mismos personajes que en el anterior, pero ahora siendo ellas las que controlan los destinos de la farmacia… y enseñando la profesión a una becaria. No hace falta ser farmacéutico para entender las sensaciones que cuenta Farmaciaenfurecida, porque al final todos hemos pasado en nuestros trabajos por posiciones parecidas, y la vida en la farmacia, aunque sea como clientes, tampoco nos es ajena. O la paciencia social que hay que tener a veces para entender según qué cosas en la atención de cara al público. Pero este es un cómic positivo, optimista y vitalista, uno que se toma a guasa todos los problemas de la vida cotidiana porque se trata de desempeñar una profesión con todo el cariño del mundo. Los personajes funcionan desde arquetipos básicos, empezando por las dos farmacéuticas, una de ellas alegre y dispuesta y la otra cínica y mucho más cortante. Ambas se retroalimentan, aprenden la una de la otra del mismo modo que las dos van traspasando sus trucos al joven fichaje de su farmacia. La interacción con los clientes es tan divertida como ya lo fue en su presentación y la colección de gags se convierte en un motor adecuado para que la historia vaya fluyendo, quizá siendo el punto más fuerte de esta entrega con respecto a la anterior, en la que podía notarse algo más el deseo de presentar a la protagonista por encima de todo.
Son las novedades lo que hace avanzar la historia con firmeza, y lo mismo se puede decir del dibujo de Carod. Lo que ya nos demostró que sabía hacer en la primera entrega sigue ahí, y los nuevos personajes añaden la gracia necesaria para que la historia funcione. Carod es una espléndida dibujante de comedia, y eso es algo que se vea desde el diseño de los personajes hasta la ejecución de sketches de todo tipo. Es una presión divertida tener que sacar la sonrisa del lector en todas y cada una de las viñetas, es la papeleta que le pasa Farmaciaenfurecida, y su respuesta es de campeonato en todos y cada uno de los chistes que tiene que hacer entendibles desde el primer vistazo. Volvemos ahí a la clave para ellos, la creación visual de los personajes, que muestran no solo los rasgos tópicos por los que cualquier lector les va a poder ubicar antes incluso de que abran la boca, sino que son la base estupenda para que funcione el escenario, el chiste y el conjunto. ¿Y dónde nos deja todo esto? En que no es suficiente lo que hemos leído de las aventuras que ocurren en esta farmacia y queremos saber todavía más. La clave está en evitar ese riesgo de reiteración que puede haber de un libro a otro debido a que, en el fondo, se está retratando un microcosmos con menos margen de maniobra del que puede parecer. Pero hasta aquí, un trabajo espléndido y divertido.