Quién le iba a decir a Jordi Bayarri hace diez años, cuando se lanzó a preparar un crowdfunding para iniciar su Colección Científicos, que pasado ese tiempo estaría aquí, con once títulos ya publicados y una fuerte base de mecenas que no deja de apoyar sus nuevos proyectos. Ahora, con motivo de la publicación de Mary Anning. Cazadora de dragones (aquí, su reseña), nos vemos ante una espléndida oportunidad de hacer un repaso a los logros de esta colección en general, una serie que permite a los niños aprender mientras se divierten, y ver qué supone Mary Anning en este proyecto. Y esto es lo que nos ha contado.
Después de nueve años y once títulos, ¿qué balance haces de la Colección Científicos?
Empecé el proyecto sin apenas expectativas pero con la confianza en que este tipo de cómic podía funcionar muy bien. Y así ha sido. Lamentablemente soy un editor muy pequeño y no tengo el músculo editorial ni he conseguido la repercusión mediática suficientes como para darlo a conocer masivamente. Pero aún así considero que, sobre todo para el estado del mercado del cómic español, está yendo muy bien.
El uso en colegios, las ediciones en otros países, la misma longevidad que tiene ya la serie… ¿Qué es lo que más te ha sorprendido hasta ahora de la trayectoria de Colección Científicos?
Sobre todo me sorprende lo que está durando el proyecto, claro. Como he dicho, cuando hice el primer cómic tenía muy pocas expectativas y desde luego nunca pensé que la fórmula funcionase tan bien ni que hubiera tanto interés como para llegar a hacer diez más.
Supongo que la elección de cada científico que protagoniza estos tebeos tiene su propia historia, pero ¿cuál es el proceso habitual? ¿Cómo encontrasteis a Mary Anning en concreto?
Siempre procuramos ir cambiando de periodo histórico y de disciplina en cada nuevo cómic para crear una imagen de conjunto de la Historia de la Ciencia lo más amplia posible. Los tebeos anteriores habían sido muy técnicos, sobre matemáticas, física y biología, y ya tocaba hacer a un personaje que trabajase en un tema más práctico. Y Mary Anning era un nombre que rondaba en nuestra lista desde hacía tiempo. En el campo de la Paleontología es muy conocida, no en vano sus hallazgos fueron muy estudiados y determinantes a la hora de que los científicos de su época empezaran a hacerse una idea de cómo fueron los dinosaurios. Lo que la hace destacar de los demás paleontólogos de su época es, precisamente, su origen y formación y su forma de trabajar.
Mujer, de familia pobre y sin estudios académicos. Entiendo que apostar por Mary Anning y por estas circunstancias no tiene absolutamente nada de casual, ¿verdad?
Es un personaje atípico para los parámetros de la época. Normalmente, las mujeres que se interesaban por la ciencia en aquellos años lo hacían porque eran familia de, principalmente esposas de hombres que se dedicaban a la investigación científica. También eran personas de clase media alta, con tiempo y recursos para dedicarse a la investigación científica, que en aquellos tiempos se podría decir que era un mero pasatiempo. Mary Anning es todo lo contrario y a pesar de ello su labor fue muy importante y su vida una historia muy interesante que merecía ser contada.
Déjame que me centre en lo primero, en que se trata de una mujer científica. Después de acercarte ya a Marie Curie, Hipatia y Ada Lovelace. ¿Cuánta importancia le das al hecho de dar modelos femeninos a los jóvenes lectores, sobre todo a las lectoras, y qué dificultad supone para ti encontrar personajes válidos en un mundo, el científico, que, por desgracia, siempre ha sido mucho de hombres?
Yo parto de la base de que el sexo no debe ser relevante a la hora de buscar referentes. Puedes admirar o aspirar a ser como alguien independientemente de su género o el tuyo. Pero es cierto que el papel de las mujeres en la ciencia ha sido, y sigue siendo, silenciado u olvidado, y eso es algo que hay que remediar. Por suerte, mujeres científicas de las que hablar hay muchas y podemos permitirnos escoger según periodo histórico o disciplina, como hacemos con los varones. Mary Anning en concreto viene muy bien para ilustrar el ninguneo al que se vieron sometidas la mayoría de las mujeres científicas de su época por el mero hecho de ser mujeres, aunque en su caso hay que destacar que también fue menospreciada por su falta de formación y su clase social.
En casi todos los números han tenido mucho peso los escenarios académicos y Mary Anning te ha permitido explorar más la calle, el trabajo de campo. ¿Es algo que necesitabas o simple casualidad?
En efecto, hasta ahora la mayor parte de las historias tenían un ámbito académico muy marcado. Sobre todo porque ese es uno de los objetivos de los cómics: mostrar a los científicos protagonistas rodeados de otros científicos con los que trabajaban, compartían sus ideas o incluso discutían, para desterrar esa errónea imagen del sabio solitario que nos han venido ofreciendo desde finales del siglo XIX. En cambio, este cómic requería unos escenarios al aire libre, con unos paisajes muy característicos, y eso ha sido muy refrescante para mí como autor porque me ha permitido cambiar un poco de registro y dibujar cosas bastante diferentes a las de los cómics anteriores.
Entrando en el mundo de Mary Anning, ¿es Jordi Bayarri uno de esos niños que jugaban con dinosaurios o que le gustaban los fósiles, como los que se ven en tu historia?
Yo siempre fui un niño de interior, nunca me ha gustado remover tierra ni mancharme. Tuve pocos juguetes de dinosaurios y mi afición por ellos, muy leve, me vino ya más mayor. Pero son bichos que me gustan, ¡son dragones pero de verdad!
¿Cuál es exactamente el trabajo de Tayra Lanuza antes y durante el proceso creativo?
Tayra, como es habitual, realiza un estudio minucioso del personaje y su época. Lee los libros de los especialistas y hace una selección de los hechos más relevantes y de las ideas científicas que el trabajo del personaje protagonista, en este caso Mary Anning, para trasladármelos a mí. Luego, mientras paso toda esta información al cómic, le consulto constantemente para asegurarme de que lo cuento bien y que los detalles que pongo son los correctos. Al finalizar el cómic lo revisa varias veces para que no se nos escape ningún error. También se ocupa de seleccionar y redactar los textos de la guía de personajes que acompaña el cómic, que siempre viene muy bien para que el lector ubique al protagonista en su entorno y, como ya he dicho anteriormente, aprenda que el trabajo científico no es cosa de uno solo si no que se trata de una labor colectiva.
Es elogiable que hayas conseguido montar toda esta colección a través del crowdfunding, con una base estable de seguidores y a la vez mecenas. ¿Estaba eso en tus cálculos cuando ideaste la colección o ha sido una sorpresa para ti?
Cuando comencé con Colección Científicos era la primera vez que recurría al crowdfunding. No sabía muy bien cómo funcionaría ni tenía mucha idea de si sería algo útil a largo plazo. Pero la acogida fue muy buena, no solo la inicial con el Darwin, si no también las siguientes con Galileo, Newton, Curie… por lo que me decidí a incorporarlo definitivamente como herramienta de financiación del proyecto. Fue una sorpresa muy agradable y si no fuese por el apoyo constante de los mecenas no hubiera llegado tan lejos.
¿Cuál es el futuro de la Colección Científicos? ¿Qué nos vas a ofrecer próximamente?
Además de la próxima publicación de la 3ª edición de Galileo, el mensajero de las estrellas que acabamos de retocar y actualizar, con una nueva portada y nuevos extras, estamos ya con la mente puesta en el duodécimo tebeo de la Colección, que estará dedicado a Avicena, un médico y filósofo musulmán del siglo XI. Aparte de eso, continuamos trabajando junto a nuestros agentes de derechos internacionales para seguir exportando estos cómics al extranjero. Pronto se publicarán los primeros tebeos de Colección Científicos en Turquía y también las nuevas entregas en Francia, Estados Unidos y Polonia.