Cuando uno coge El rey de las polillas (aquí, su reseña) y lo disfruta, porque se disfruta, no se tiene nunca la sensación de estar ante el primer cómic de gran extensión de un artista. Al contrario, se ve mucha madurez en un dibujo que tiene que respetar las convenciones de un género muy particular, el terror, y que a la vez sabe encontrar una sensibilidad muy interesante en los personajes, producto de una historia muy emocional. Ante este cómic, y como ya hicimos con su escritor, Ángel Abellán (aquí, su entrevista), hemos querido hablar con su ilustrador, Carlos Morote, que nos ha contado un poco más del proceso de creación de El rey de las polillas.
Primer cómic largo como dibujante en solitario. ¿Qué sensaciones tienes ahora mismo, una vez que se ha publicado El rey de las polillas?
Uf, son muchas, porque ha sido un largo camino hasta llegar aquí. Hace siete años decidí cambiar de profesión y he trabajado mucho para llegar a este momento. Es un cúmulo de sensaciones completamente nuevas para mí, sobre todo con lo que se me viene encima a partir de ahora: ir a salones, hacer dedicatorias, leer críticas sobre mi trabajo… Y como no sé cuál va a ser la recepción del público y la crítica sobre el cómic, por si acaso yo voy tomándome una tila.
Tonya y Jen son, dicho de alguna manera, dos mujeres reales, como las que podríamos cruzarnos en nuestras vidas. ¿Te resultó muy complicado llegar a su aspecto final o lo tuviste claro desde el principio?
Tonya me costó menos, tenía claro desde el principio que no quería que tuviera el típico aspecto de heroína de cómic. Así que la hice rellenita, con gafas, orejas de soplillo, pecosa y pelirroja. Bueno, lo de que fuera pelirroja fue cosa de Ángel, cosas del sindicato de pelirrojos. Para Jen sí que necesité varios diseños previos, ya que tenía que mostrar que era una mujer fuerte pero sensible al mismo tiempo, y sin entrar tampoco en arquetipos típicos. Al final creo que es muy importante dibujar lo que conocemos. Queda más sincero y es menos impostado. No conozco muchas tías cachas y pechugonas, así que, ¿por qué iba a dibujarlas así?
Vemos El rey de las polillas como una historia de amor con un envoltorio de acción y terror. ¿Con cuál de esas dos partes has disfrutado más como ilustrador?
Depende un poco del día que me lo preguntes. Un día te responderé que me gustaron más las escenas de acción porque te permiten hacer un mayor despliegue de medios gráficos y quedan más espectaculares. Otro día quizá te responda que disfruté más de las partes más personales de la historia, por el reto que supone transmitir la emoción de la situación sin la posibilidad de hacer alardes que le quitasen importancia a lo que está ocurriendo. También suponen un reto las expresiones faciales en estas escenas porque si quedan confusas, el lector puede perderse un poco. Como curiosidad, una cosa que me pasa y que creo que le pasa a muchos dibujantes, es que mientras dibujamos expresiones, ponemos involuntariamente la cara de lo que estamos dibujando. Afortunadamente poca gente nos ve mientras dibujamos…
Cuando lees en el guion que el malo es un criatura humanoide formada por polillas, ¿qué pensaste? ¿Viste factible dar con un diseño que funcionara o fue un quebradero de cabeza?
El diseño del monstruo cambió bastante desde el diseño previo que hicimos para el dossier al diseño final. En un principio era un personaje de aspecto más cómico y solo unas pocas polillas revoloteaban alrededor suya cuando entraba en escena. Fue idea de Guillermo, el editor, el cambiar el aspecto del monstruo. Tenía que dar más miedo y tener un aspecto asqueroso. Así que cerré los ojos y pensé: ¿qué me da miedo y asco a mí? Y por último, tenía que llevar siempre consigo una nube de polillas. Nunca eran suficientes para Guillermo, tenemos una broma recurrente acerca de poner “más polillas”). Afortunadamente, al hacer el cómic en digital, me pude configurar un pincel que dibujara polillas con un trazo. Si hubiera hecho este cómic en papel, creo que aún estaría dibujando polillas.
¿Y cómo fue el trabajo con Ángel? ¿Te dio un guion ya cerrado o tuviste la oportunidad de ir colando ideas propias en su historia?
Fue muy bien porque ya nos conocíamos, aunque fue desarrollando el cómic cuando nos hicimos amigos. Afortunadamente el monstruo no ha conseguido romper esta amistad. Aún. Ja, ja, ja. En cuanto al trabajo, es un tío bastante humilde, y acepta cualquier sugerencia como enriquecedora. Me daba total libertad para modificar cosas de la narrativa si yo veía que era necesario cambiar algo. Y, aunque el guion estaba cerrado, este ha sido bastante orgánico y ha ido cambiando a lo largo del proceso, incluso hasta el último momento. Además, algunas ideas mías de cambio de guion fueron aceptadas, aunque no puedo decir nada al respecto porque os destriparía el final.
Hay una escena de muerte que calca el bocadillo que Stan Sakai usa en Usagi Yojimbo. ¿Sale de ahí la idea? ¿Qué otras inspiraciones tienes en general como artistas y en particular para El rey de las polillas, sobre todo para las coreografías de acción?
Pues no conocía ese cómic, pero tampoco recuerdo muy bien de quién fue la idea de expresar así este clímax. Quizá fuera algo que estaba en el subconsciente de alguno de nosotros. La escena tenía que ser contundente, no debía dar lugar a dudas de qué era lo que estaba sucediendo. No era un desvanecimiento, no era un desmayo, era una muerte. Así que al final llegamos a esa solución gráfica.
Hay muchas secuencias que pareces encarar con una mirada cinematográfica clásica, con un plano fijo, como si colocaras la cámara en un lugar y desde ahí siguieras toda la secuencia, que se muevan los objetos y no tu objetivo. ¿Es así? ¿Te gusta esa forma de narrar?
Me gusta meter una pequeña pausa cuando es necesario, y muchas veces ese recurso puede ayudar a ello. Pero creo que la mayoría de veces hago este u otros recursos de manera inconsciente. Bueno, de hecho, creo que lo hago la mayor parte de las veces.
Una vez acabado, ¿cuál ha sido para ti el mayor reto de El rey de las polillas? ¿De qué estás más satisfecho? ¿Hay algo que mires y creas ya que podrías haber hecho de otra manera?
El mayor reto ha sido enfrentarme al hecho de hacer un cómic así de largo, con todo lo que ello conlleva, sin más posibilidad de ayuda que mis propios recursos gráficos. Comparado con anteriores trabajos que he hecho, ha sido como hacer equilibrismo sin red. Estoy bastante satisfecho con el resultado final. Parece una tontería pero quizás de lo que más satisfecho estoy es de haberlo terminado. Es un punto de inflexión en mi carrera profesional pero al mismo tiempo es un punto de partida. Por supuesto que hay cosas que cambiaría. Lo importante es no torturarse por ello, porque en el fondo quiere decir que has aprendido cosas por el camino y la siguiente vez lo harás mejor.
Y para acabar, ¿en qué estás trabajando ahora? ¿Tienes proyectos con otros autores, con Ángel o en solitario?
Pues ahora mismo estoy centrado en todo lo que conlleva hacer la preventa del cómic, hay muchos dibujos que hacer para las recompensas y los packs de venta, así que no tengo tiempo para otra cosa. Sí que hay algún que otro proyecto revoloteando por ahí, pero todavía no tengo nada decidido. ¿He dicho revoloteando? Bueno, no son más polillas, eso os lo digo ya.