CÓMIC PARA TODOS

‘El rey de las polillas’, de Ángel Abellán y Carlos Morote

Editorial: Grafito.

Guion: Ángel Abellán.

Dibujo: Carlos Morote.

Páginas: 128.

Precio: 16 euros.

Presentación: Cartoné.

Publicación: Octubre 2021.

Podríamos intentar convencer a un lector cualquiera de que un tebeo que se titula El rey de las polillas, uno que tiene en su portada a dos mujeres duras y armadas, una de ellas con una pistola y otra con un cuchillo de grandes dimensiones, es en realidad una historia de amor. Podríamos, desde luego, y vamos a poner empeño en ello, pero lo suyo es que no hagáis caso a estas líneas sino a la fantástica historia que nos ofrecen Ángel Abellán y Carlos Morote, dos autores que están dando sus primeros pasos en el mundo del cómic y que dejan una espléndida impresión con estas páginas. En realidad, lo que hacen es tan sencillo que tiene un toque de genialidad. Sus dos historias de amor cruzadas cogen las mariposas en el estómago que suelen protagonizar este tipo de relatos, y que de hecho aquí también se ven, y las convierten en polillas en sus gargantas, hacen que esa parálisis que nos produce el amor cuando lo descubrimos se convierta en terror cuando aparece ese extraño personaje que da título a la obra y que actúa como una metáfora perfecta de unos tiempos en los que el amor romántico eterno casi parece una quimera. Y todo con un estilo visual imaginativo y dinámico, que sirve para coronar un cómic que acaba convirtiéndose en la mejor de las razones para no perder de vista a sus autores.

Abellán sabe llevar todos los tópicos a un terreno en el que dejan de serlo. Que las dos protagonistas principales sean mujeres no es algo forzado o que nazca de cuotas, sino algo imprescindible para la historia. Que sus estados emocionales cuando arranca el relato sean contrapuestos no es una idea más, sino algo esencial para entender sus comportamientos. Y hasta las mismas convenciones del género de terror que utiliza son una parte necesaria para que El rey de las polillas llegue a cumplir sus objetivos. Porque sí, es un thriller de acción, el que se presupone viendo la portada, pero es la base emocional que tiene todo el relato lo que hace de esta una lectura espléndida. Abellán consiga que entendamos el amor y también el desamor, y lo hace con una narración fluida, en la que se nota que los personajes existen más allá del marco cerrado que nos ofrece el libro gracias a un trabajo minucioso para entenderles, antes y después de que el proceso creativo esté teniendo lugar, con diálogos muy precisos y naturales, que complementan esos tópicos que resultan inevitables cuando la pelea no es por salvar una relación sino contra una criatura hecha a base de bichos desagradables. Porque sí, tiene su base en emociones y recuerdos, quién sabe hasta qué punto propios o recogidos de experiencias personales del autor, aunque tenga ese envoltorio de género.

Cuando un escritor da forma a una historia tan intensa a nivel emocional y tiene que ponerse en manos de un dibujante para que la intérprete, hay un salto de fe necesario y del que depende buena parte del éxito de su propuesta. Abellán puede estar más que tranquilo con lo que Morote aporta, porque su trabajo es sobresaliente. No es fácil dibujar una historia que, como no dejamos de repetir, tiene tantos momentos de resonancia emocional, desde un estilo abiertamente caricaturesco que no busca un realismo fotográfico, pero no hay más que ver los ojos de los personajes para entender la brutal profundidad que tienen. O la puesta en escena de algunas de las secuencias más emotivas, o la forma en la que contagia felicidad con las primeras páginas, en las que describe un enamoramiento que tendría que ser perfecto. Y luego, cuando los géneros se apropian del relato, cuando las polillas atacan, cuando el terror toma forma, las páginas funcionan con la misma precisión. Que este sea el primer trabajo largo de Morote no hace más que añadir motivos para felicitarle. A los dos, porque este es uno de esos tebeos que va gustando más a medida que se pasan las páginas y que tiene un sentido del ritmo tan acertado que no cuesta imaginarse como una película que, quién sabe aunque sea poco probable, nunca llegará a hacerse. Nos queda el cómic y sus muchas virtudes.

El único contenido extra es un texto final de Ángel Abellán con bocetos de Carlos Morote.

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Esta entrada fue publicada en 29 septiembre, 2021 por en Ángel Abellán, Carlos Morote, Grafito y etiquetada con , , .

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