El cómic se guarda de vez en cuando sorpresas muy agradables e inesperadas. No es fácil descubrir a un autor que lleve décadas viviendo de la profesión, aunque sea en otros campos, con la publicación de un cómic. Crónicas de Roncesvalles tiene ese efecto. No muchos habrán oído hablar de Juan Luis Landa, porque son pocas las obras publicadas en el mercado español, pero el enorme trabajo que hace en el primer álbum de esa nueva serie, La leyenda de Roldán (aquí, su reseña) nos ha empujado a hablar con él sobre la creación de esta serie, sobre su experiencia profesional y sus orígenes,, sobre lo que nos ofrece en las páginas que ya hemos visto y sobre las que están por venir, ojalá que muchas. Y esto es lo que nos ha contado, que esperamos sirva de presentación para quienes no le conozcan y de recordatorio para quienes escarben en sus librerías y tengan alguna de esas pocas series que sí se han publicado aquí.
Antes de entrar en las Crónicas de Roncesvalles, me gustaría preguntarte por tu formación en el mundo del cómic. No es nada usual hablar con autores que, en realidad, hayan estudiado Química Metalúrgica… Menudo cambio, ¿no?
Pues la verdad es que si. Tal vez sea porque pertenezco a una generación donde la afición al dibujo no se consideraba como una opción profesional y menos de porvenir. Había que estudiar algo «serio» y dejar atrás los entretenimientos infantiles. Aunque mi amor por el dibujo comienza desde niño entonces no imaginaba que se pudiera vivir de esto. Tampoco lo creía de joven. Por eso seguí mis estudios hasta acabarlos. Un mes más tarde me llegó todo de golpe. La muerte de mi padre y dos ofertas de trabajo a la vez, uno de químico y otro para formar parte de un equipo de dibujos animados en el que ya llevaban algún tiempo trabajando en la que sería la primera película de dibujos animados filmada en Euskal Herria, Kalabaza Tripontzia, dirigida por Juanba Berasategi. Decidí la segunda opción lógicamente y eso me cambió la vida.
Vamos ya al cómic. ¿De dónde surge la idea para hacer esta serie? ¿Qué te llama la atención del periodo, de la zona, de los protagonistas que manejas…?
Creo que todos los que amamos el dibujo deseamos dibujar nuestras pasiones. Yo tengo muchas pero entre ellas las mayores siempre han sido la montaña, la historia, especialmente la edad media, la arqueología y la mitología. Por otro lado, como vasco siempre he tenido una especial debilidad por los orígenes del viejo reino de Navarra, por esa época oscura de finales del siglo VIII, donde nace el mito de Roldán y donde Carlomagno perdió su orgullo en la memorable batalla de Roncesvalles, donde la historia se funde con la leyenda allá en las espesas selvas de hayas del Pirineo Occidental. Es la época donde Al-Ándalus y el Islam comenzarán a florecer con todo su exotismo en una Hispania todavía de tradición visigótica y romana. La época en que dos religiones venidas de oriente en diferentes siglos, pugnan por el espacio político y cultural separados por esa inmensa barrera natural pirenaica, donde todavía quedan entre los vascones los últimos focos paganos por extinguir. Todo ello conforma un caldo donde la aventura está garantizada y que me inspira y motiva para escribir y dibujar.
A veces parece que, gracias a la ficción narrativa, sabemos más de la historia de otros países que del nuestro. ¿Por qué crees que no se explota tanto la historia y la cultura españolas, que son tan ricas en argumentos para relatos como el tuyo?
Porque desde el final de la Segunda Guerra Mundial el mundo anglosajón nos terminó de conquistar culturalmente y desde entonces desde el otro lado del océano no hemos sabido tomar nuestro propio rumbo. A nivel de consumo es lo anglosajón lo que vende. Mediante el cine sobre todo conocemos sus momentos históricos más reseñables, a sus personajes más célebres, ya sean históricos, escritores célebres, grandes asesinos o mafiosos, pero de todos saben sacar una historia apasionante para entretenernos, y si no la tienen la construyen. Aprendieron hace tiempo a contarnos historias y tienen grandes recursos económicos para hacerlo. España tiene una historia tan apasionante que daría para una infinidad de grandes cómics y películas pero independientemente de la falta de recursos eminentemente financieros para competir con ese mundo, creo que debería sacudirse los complejos, institucionales y culturales, y apostar por dar a conocer al mundo ese gran bagaje histórico-cultural y diverso que sin duda posee, desde un lado, serio, inteligente y personal.
Con la enorme susceptibilidad que suele haber sobre todas las cuestiones religiosas, y más con sus enfrentamientos, ¿tiene algo de osado hacer una historia como esta en nuestros tiempos o es algo de lo que crees que el cómic todavía puede sentirse libre?
El día que el cómic deje de ser libre habrá dejado de existir. En todo caso, en Crónicas de Roncesvalles no pretendo hacer un juicio a las diferentes religiones monoteístas sino otorgarles el fundamental protagonismo que tenían en aquellos comienzos de la edad media donde la civilización ya vivía bajo el temor a Dios y sometida a él. Pero no pretendo ofender a nadie. Si alguien lo hace al leer este cómic, es su problema. A lo largo de la historia se ha matado y se mata ha destajo en nombre de Dios. Es desolador y algo que sí nos ofende a todos. Contarlo en viñetas no sería osado, sería contar la realidad.
El cómic tiene un ritmo tremendo y mucha acción, a pesar de tener también mucha información y muchos personajes a los que conocer. ¿Le diste muchas vueltas al guion para que entrara todo lo que querías, ha habido muchos cambios durante el proceso o tenías claro desde el principio todo lo que querías contar en este álbum?
Crónicas de Roncesvalles- La Leyenda de Roldán es el primero de los dos tomos que a modo de presentación cierran el episodio histórico de la llegada de Carlomagno a Hispania. Un episodio que culminó en la batalla de Roncesvalles y que más tarde dio lugar a la Chanson de Roland, el más importante cantar de gesta de la Europa medieval. La intención es que el díptico sirva de presentación de lo que será la serie que vendrá a continuación. Por eso ha sido muy complicado el inicio. Había que presentar muchos personajes, hacer entender al lector el mundo en que se está sumergiendo y sentar las bases de lo que vendrá a continuación, entretejiendo una trama atractiva que ligue a los personajes en los sucesivos álbumes que están por venir pero a la vez siguiendo el desarrollo histórico de la época. Hay que entender una cosa: siempre he deseado, además de entretener y hacer pasar un buen rato, suscitar en el lector el deseo de conocer nuestra historia, es decir, hacer de puente para que del cómic pase a libros ya más académicos de historiadores de prestigio.
A pesar de tu larguísima experiencia, no hemos tenido tantos cómics tuyos como nos habría gustado, quizá el mejor exponente sea El ciclo de Irati, donde mostrabas un estilo de dibujo muy distinto. ¿Por qué ese cambio a un trazo mucho más realista?
Puede parecer, pero llevo casi 37 años como profesional. Lo que ocurre es que a nivel de España, excepto El ciclo de Irati, del cual aprovecho puedo confirmarte como primicia que este año se va a empezar a hacer un largometraje, Irati, dirigido por Paul Urkijo, y El Fuerte, no se me conoce mucho porque siempre he trabajado en el ámbito de edición de Euskadi y Navarra. Durante los años 80 y 90 hice mucho cómic. No levanté cabeza. Pero eso sí, cogí mucho rodaje. Luego descubrí en la ilustración un placer diferente. Hice de todo, ilustración histórica, infantil, arqueológica, etnográfica, libro de texto. Hasta escribí una novela histórica cargada de grandes ilustraciones, un trabajo inmenso que jamás rentabilizaré. Con El ciclo de Irati me inicié en el complejo mercado europeo del cómic allá por 1995, pero lo tuve que abandonar. Demasiada dedicación, demasiado riesgo y dos pequeñas bocas que alimentar. Había que asegurar el sueldo y dejarse de aventuras. Tuve que esperar 20 años y luego decidí volver. Tuve la inmensa suerte de contar con un compañero de equipo sin igual, Raule, el guionista de Jazz Maynard e Isabellae. Junto a él regresé a la bande dessinée con Arthus Trivium. En cuanto al estilo, siempre me han gustado los retos y para mí uno de los mayores siempre ha sido el de la necesidad de desenvolverme bien con el estilo realista. He luchado y lo sigo haciendo por huir de aquel trazo que tanto se estilaba en los 80, tal vez influido en mí por la serie La Espada de Cristal, de Crisse-Goupil pero con los años he madurado hacia un tipo de dibujo más adulto.
Tengo que reconocerte que lo que más me fascina visualmente del álbum es el color, tiene una textura y unas cualidades que me parecen increíbles. Háblanos de ese proceso, ¿te ha resultado más complicado que la escritura o el dibujo?
No en especial. Aunque también exige su dedicación, tenía claro que debido a mi dibujo cargado de detalles y matices no podía sobrecargarlo con multitud de colores. El color tenía que ayudar a aligerar el dibujo y no sobrecargarlo. Para ello básicamente me limito a elegir por cada escena dos colores apropiados. Uno frío y el otro caliente y luego juego con ellos aportando más luz o más oscuridad a los diferentes planos de cada viñeta para que el lector visualmente haga una lectura rápida de lo que quiero transmitir. El buen cine histórico siempre ha sido una fuente de aprendizaje para mí. Me ha enriquecido mucho en el color pero también a la hora de elegir planos y desarrollar las escenas.
Y hay otro detalle que me encanta, aunque a lo mejor te parece una tontería… Tus caballos me parecen increíble, en la escena de la justa sobre todo pero en general en todo el álbum. ¿Dibujar animales es un reto mayor de lo que es dar forma a personajes humanos o escenarios, o todo forma parte del mismo trabajo?
Es curioso, mucha gente me hace ese comentario. Como comentaba anteriormente siempre me ha encantado dibujar aquello donde encuentro la belleza .Veo belleza en los caballos, en el paisaje, en la luz del atardecer en un castillo abandonado, en las caras de los ancianos labradas por la vida, en fin, pero artísticamente en cierta forma me siento frustrado porque soy incapaz de reproducir sobre el papel esa belleza, esa perfección que la naturaleza nos brinda. Me esmero en intentarlo, en serle fiel al dibujar en esos mundos que solo existen en la imaginación del cada autor de cómics. Pero hay que rendir, hay que producir, y se termina haciendo lo que se puede, que más de 60 horas de tu vida por página ya son demasiadas.
¿Cuál es la intención con la serie? ¿Cuántos álbumes va a tener y qué podemos esperar de las siguientes entregas? Lo que nos puedas avanzar, claro…
Como comentaba antes después de éste segundo tomo que terminaré pronto, continuaré. Roldán ya habrá muerto y comienza el mito en las profundas montañas de los vascones. Deseo embarcarme en ese siglo VIII y navegar por el mundo de los francos de Carlomagno, de la Al-Ándalus del primer emir Omeya Abd-al-Rahman, de la incipiente rebeldía visigoda y de la lejana y decadente Bizancio. Muchas temas que querer abarcar, muchas ideas que desarrollar y muchos lugares que visitar. Me gustaría tener 20 años menos pero veremos que me da la vida para llevarlos a cabo.
Y aparte de Crónicas de Roncesvalles, ¿qué proyectos tienes para el futuro más inmediato?
No tengo otra cosa en mente que Crónicas de Roncesvalles. Es lo que he querido dibujar toda mi vida. Ya he cumplido todos mis sueños en esta profesión y ahora sólo deseo dibujar lo que más me gusta y disfrutar de ello hasta que el lápiz un día se detenga definitivamente.