A poco que se siga la trayectoria de El Torres, y si se le ha escuchado alguna vez hablar sobre Conan y la obra de Robert E. Howard, se entenderá que Sangre bárbara (aquí, su reseña) es un cómic capital en su trayectoria. ¿Cómo no íbamos a hablar con él de su visión del bárbaro cimmerio? Porque es una visión distinta de lo que podemos ver habitualmente, deudora de los grandes cómics que hemos leído del personaje, pero a la vez una reivindicación de la esencia literaria del héroe. Conan ha vuelto, El Torres nos lo ha traído como pocas veces hemos visto, y es un enorme placer que nos cuente cómo ha sido posible la creación de Sangre bárbara y todo aquello que hace de este ese tebeo especial que sin duda es.
Vamos a empezar por lo esencial para que todo el mundo lo tenga claro. Conan es un personaje licenciado por Marvel. Cuéntanos por qué ha sido posible que escribas un cómic del bárbaro cimmerio.
Bueno, Conan, junto al resto de las creaciones y relatos originales de R. E. Howard, pasó a ser de dominio público en Europa y otros países. En Estados Unidos no es así, pues sus leyes de propiedad intelectual son distintas. Conan sigue siendo una propiedad muy rentable, y las compañías que juegan con sus derechos, obviamente, no quieren dejar que se les escape. Por eso, registraron en todo el mundo como marca registrada Conan, Conan el Bárbaro… ¡incluso el nombre de Robert E. Howard! ¿Qué quiere decir eso? Que no se puede sacar ningún producto con ninguno de esos títulos, bajo amenaza de demanda. Pero en Europa, Australia y otros países civilizados, a pesar de que la marca registrada tenga ese valor, los personajes y relatos de Howard ya nos pertenecen a todos, como son las creaciones de Lovecraft o Bram Stoker. Por eso, todos podemos crear nuestras historias de Conan, pero lo complicado es poner Conan como nombre comercial. Así que lo que tiene Marvel es sencillamente la licencia de la marca registrada. Pero, ¿Conan en sí? Ya nos pertenece a todos.
Es curioso lo bien que sabes hablar de Conan a través de su hijo. ¿Por qué te resulta atractiva la idea de confrontar al Conan más puro que tienes en la cabeza con un Conan más joven y distinto, más reflexivo, más preparado para la vida civilizada?
Lo que me rondaba la cabeza siempre es, a mi parecer, la errónea aproximación que se hace siempre para modernizar a Conan. Desde apuntarlo a Los Vengadores, hacerle viajar a Star Wars… Como si actualizar un personaje sea ponerle una armadura y enfrentarlo con otras propiedades intelectuales. O ponerle dos espadas mágicas, cicatrices y armaduras sin sentido y que sea un bárbaro de videojuego. No sé, esa aproximación es algo que ya se hacía con los superhéroes en los 90, y mira qué poso ha dejado. Para mí, Howard hablaba siempre, además de aventura, de esa dicotomía barbarie-civilización, de cómo el estado natural del hombre es mucho más básico que todo el constructo de arte y cultura y tecnología con el que nos rodeamos. Pero lo curioso es que siempre hay una contradicción en ello, puesto que Conan, siendo como es un bárbaro que no deja de decir lo débiles que son los hombres civilizados, se convierte en el mayor defensor de la civilización. El bárbaro definitivo se convierte en el rey de la nación más poderosa y la hace prosperar. Ahí está el corazón de la idea. También me gustaba mucho incidir, ya a otro nivel, de esa lucha generacional de hijos intentando superar a sus padres. Básicamente, tenemos a Conan hijo diciéndole a su padre “Okay, boomer” (risas).
Me interesa mucho la forma en la que introduces a la mujer en tu mundo de Conan. A Zenobia casi no la vemos, solo la mitad de su rostro, Ramla y Sehabab Sag aportan la sexualidad que se asocia al género pero de una manera muy distinta, incluso el desnudo más explícito es masculino, de Conan padre… Entiendo que todo esto es algo muy meditado, y más en este mundo tan políticamente correcto en el que nos movemos…
Sí que es algo muy meditado. Aunque la imagen prototípica sea la de Conan machote con una zagala cogida a su muslo, la verdad es que Howard trataba a la mujer con cierto respeto y reverencia. Sí, tenía que dar carnaza para los lectores de las revistas pulp, que deseaban imaginarse a exóticas chicas ligeras de ropa. Pero personajes como Valeria, como Belit… no son precisamente damiselas en peligro. Zenobia es el personaje central de la historia, y la idea era esa: no verla casi nada. Porque, ¿cómo sería la mujer que es capaz de convertir a un promiscuo bárbaro en un esposo fiel? ¿Cómo es la muchacha de la celda que se convierte en reina? Por más que tratáramos de dibujarla, la imaginación es mucho más grande que eso. Así que decidimos convertirla casi en protagonista ausente, excepto por ese pequeño flashback donde apenas la vemos. Y es central porque tanto el padre como el hijo están de luto. Luto llevado estoicamente, pero luto, y no se confiesan el dolor el uno al otro, lo que les hace distanciarse y enfrentarse. Era importante meter el elemento sexual y el desnudo en la historia. No estamos en Disney ni estamos en Marvel, donde la sexualidad está impregnándolo todo, y al mismo tiempo ocultándose de forma mojigata. Estamos en tiempos bárbaros donde el sexo forma parte de todo, y la historia lo pide. Así que decidimos aproximarnos desde distintos ángulos. Primero, ese Conan padre, prototípico con su “espada salvaje”, aunque la escena no tenga nada sexual y más de representación de estatua griega. Después, Ramla, que aparece desnuda pero no de forma sexual, ni siquiera agraciada. Y luego está Shebaba Sag, que acepta y abraza su sexualidad y salvajismo. Por último, Conan hijo, que en oposición a la sexualidad desatada de su padre, es básicamente asexual. Y aunque se insinúen otras opciones por parte de personajes secundarios, este cómic no trata de diversidad sexual. Es un cómic de bárbaros.
Dicen que conocer a un ídolo es peligroso porque puede llegar a suponer una decepción muy grande. ¿Crees que eso es aplicable a un autor como tú y a un personaje de ficción si tenemos en cuenta la admiración que sientes por él? Ahora que le conoces de una manera más íntima, dándole voz, ¿te sientes más cerca de él?
Sí y no. Podría haber tirado de biblioteca y hacer hablar a Conan como le han hecho otros, con las risas, los dientes apretados y gritando “por Crom” a cada momento. Pero este Conan es distinto. Anda ya cerca de los setenta, y se siente abrumado por la edad, amargado por la pérdida de la mujer. Las veces en que Conan es más Conan, no dice ni una palabra. Y créeme, escribí muchos diálogos… pero al releerlos, se sentían falsos. Quizás he hallado la voz de este Conan en los silencios. Pero me gustaría conocer a Conan en sus tiempos más alegres y mozos. Seguro que era mucho más parlanchín, y al mismo tiempo, lo siento más accesible. El Conan de Sangre Bárbara… me da hasta miedo.
Por lo que te he leído, y por el propio contenido de la obra, Sangre bárbara es una reivindicación de Robert E. Howard, de su Conan, del cimmerio más primigenio. ¿Crees que las versiones que se han hecho de él pueden haber devorado parte de su legado, que en realidad un personaje pueda despegarse tanto de su creador como para ser algo distinto?
Cuando un personaje tiene tanta historia, y se han hecho tantas versiones, ya no podemos hablar de biografía. De hecho, los propietarios de las compañías se basan en eso. No quieren biografías, quieren marcas registradas. ¿Cómo conjugas esa biografía supuesta con el Conan de Milius, el de la abominable película reciente, el de la serie de televisión, el de la serie de dibujos animados o el de las distintas etapas en los cómics…? ¿A qué Conan me aproximaba yo? Porque Conan es todos esos, y a la vez, no es ninguno de ellos. Así que decidí ir a la base, y conjugarla con lo que a mí me había emocionado, con lo que me había tocado desde siempre. Así que mi Conan tampoco es el Conan de Howard, porque tiene elementos de todos los demás… aunque trata de rendirle pleitesía y reivindicar lo que era.
Y en ese sentido, ¿crees que el lector del cómic de Conan de hoy en día, el de Marvel, o incluso el de Dark Horse, está preparado para el Conan que ofreces? ¿Qué conexiones ves entre uno y otro?
Hay grandes autores trabajando en los Conan norteamericanos hoy día, y los de antaño eran titanes. Pero mi impresión es que los actuales tienen las manos atadas. Como si la historia les dictara ir hacia una parte, pero se encontrasen las trabas que toda corporación pone. El Conan de aquella Marvel de los setenta y ochenta… Bueno, no puedo ser objetivo, porque es lo que me hizo fanático del personaje. Y los techos que tocaron en La Espada Salvaje y la colección regular fueron techos muy, muy altos, y supongo que incluso a pesar de las trabas corporativas tenían un interés por probar cosas nuevas más allá de la censura de los cómics. El Conan de Dark Horse, con Busiek, Truman, Giardino y espléndidos dibujantes, tenía esa reivindicación del pulp de Howard (de hecho, me encantan las narraciones, como tecleadas a máquina por el mismo Howard), y un ritmo estupendo. Aun así, es discernible esa barrera. Luego he visto cosas espantosas para mí, que mejor obviamos. Así que, ¿a un lector le puede gustar? Este Conan nuestro bebe de todos ellos, y he intentado que forme parte de esa biografía ficticia que construimos los lectores con los retazos que más nos gustan. Eso sí, me temo que si te gusta el Conan superhéroe, o el bárbaro de videojuego, no te gustará Sangra bárbara. De hecho, un lector me decía en Twitter: “A ver si haces una historia donde Conan viaje en el tiempo y luche contra samurais y luego con una katana luche contra espartanos y…”. Y no tuve el ánimo para decirle “es que eso no es Conan, eso es un videojuego”. Hay lectores que disfrutan con ese tipo de productos, y tienen mi respeto, pero no es el que yo quería hacer.
Siempre ha sido una constante en tu carrera que la elección de artistas sea casi perfecta para cada proyecto, y la Joe Bocardo no me parece ninguna excepción, creo que hace un trabajo soberbio, respetando el género, sublimando su forma de interpretar violencia y sexo, y con un retrato de Conan, padre e hijo, sobresaliente. ¿Qué es lo que más te ha sorprendido de su trabajo, sobre todo teniendo en cuenta que veníais de hacer juntos algo completamente distinto, Phantasmagoria (aquí, su reseña)?
Joe es tan autor del tebeo como lo soy yo, o más. Aquí Joe ya estaba más relajado, tras Phantasmagoria y la verdad es que ha dado con algunas claves estupendas en cuanto a la narrativa. Lo que yo hacía explorando la historia, él lo hacía tratando de plasmarla. Hay muchas, muchas páginas abocetadas y rehechas, hasta que los dos no nos hallábamos satisfechos. La creación del tebeo ha sido de una comunicación constante, primero entre los dos y luego con Manoli. Y ese dinamismo, donde nos retroalimentábamos constantemente, ha dado como resultado una historia mucho mejor que la que hubiera salido si se hubieran seguido mis instrucciones al pie de la letra. Hay páginas cuya narrativa es enteramente suya. Me desafiaba a mí mismo intentando estar a esa altura que él se marcaba. Joe ha crecido como un artista brutal en muy poco tiempo… Me da a mí que ya mismo se catapulta hacia pastos más verdes. No sería la primera vez que ocurre algo así.
También dices en el libro que ha habido muchos dibujantes que han llegado a crear algo para esta historia mientras daba vueltas sin llegar a consumarse. ¿Hay alguno en especial que se quedara cerca de ser el elegido o alguno que pienses que podría haber hecho un Sangre bárbara brutal, aunque fuera distinto a lo que hemos visto al final?
Cuando vi que tenía bocetos de esta historia desde el año 1999, cuando estaba en la revista Barbarian, apenas me lo creía. Sí, llevaba muchos años dándole vueltas a la historia, y siempre trataba de deslizarla aquí o allá. Creo que han sido pocos los dibujantes a los que no les he pedido un par de páginas de prueba, sobre todo la de ese Conan reflexivo en el campo de batalla y ese Conan hijo, con el pelo corto como un legionario romano para diferenciarse de su padre. Rodrigo Zayas hizo unas páginas estupendas, y de hecho hemos rescatado una para print. Creo que su Conan hubiera sido muy imponente, casi como una representación de Fidias, porque Zayas tiene un sentido de la épica enorme. Y Alberto Belmonte, mi compañero en Galdós y la Miseria, hizo también unas páginas estupendas. Os sorprendería lo camaleónico que puede ser. Pero ahora mismo, agradeciéndole a tantos dibujantes que me hayan soportado todo este tiempo, no me imagino Sangre Bárbara si no es hecho por Joe y Manoli.
El referente de La espada salvaje de Conan es obvio en muchos sentidos, pero aún así has optado por un Sangre bárbara en color… ¡y vaya color el de Manoli Martínez! Háblame un poco de ese proceso, de lo que Manoli fue aportando y de si en algún momento te planteaste que el cómic fuera en blanco y negro…
Sí que al principio pensamos en hacerlo en blanco y negro, pero Joe y yo ya habíamos hecho ese baile en Phantasmagoria. Así que decidimos ir a color, pero si algo teníamos claro es que no podía ser el color de los cómics actuales. Queríamos recordar una época. Contar la historia de forma moderna, pero que tuviera una esencia a ese Conan recordado sin quedarnos solo en un homenaje estético. Así que decidimos hacer lo mismo con el color. Pasamos de efectos especiales, brillos y demás, que tanto han contaminado las reediciones, además de colores chillones. Todo tenía que recordar ese color desvaído de los comic books de los 70. De hecho, hicimos pruebas con las tramas de puntos de aquella época, pero hubiéramos tenido problemas con la reproducción. Así que Manoli se convirtió en parte fundamental de la historia, porque el color también tenía que ayudar a la narración, a las sensaciones que queríamos contar en todas las escenas. Tan autora de esta historia como nosotros, por méritos propios, como Conan.
¿Sangre bárbara ha agotado la idea que tenías de Conan o, en cambio, ha despertado algo más fuerte? En otras palabras, ¿habrá más Conan firmado por El Torres? ¿Te gustaría que lo hubiera?
Ha despertado algo más fuerte. Quiero volver a la Era Hyboria y quiero viajar allí con mis propios planteamientos, siempre con el respeto que le debo a esa esencia de R. E. Howard y a esos autores que me han hecho soñar tantas veces. Eso sí, a ver qué loco se apunta al carro, porque será difícil hallar a alguien con la alegría de hacer Conan que tienen Joe y Manoli.
Y en tu ajetreada vida autoral, ¿qué es lo que viene ahora? ¿Qué proyectos tienes entre manos?
Hay un montón de cosas, terminar Galdós y la Ceguera con Belmonte, un par de cómics de terror, uno con Rubén Gil… Pero ya que estamos siguiendo la estela de Howard, está la segunda parte de esta serie, que irá sobre Solomon Kane, que desde siempre me parece un personaje increíble sobre el que trabajar. Algunas veces hablé con Carlos Pacheco de cómo aproximarse a Solomon, y hay mucho sobre ello. Pero la vida me la está dando Jaime Infante, que tiene un conocimiento enciclopédico y una forma de narrar que me parece pasmosa. Nuestro Solomon habla sobre la religión, sobre la muerte, y sobre el carácter de Dios. Con espadas, claro. Con su dosis pulp de brujas, vampiros y demonios, claro, de hecho, hay mucho homenaje a la película The VVitch, que toca muchos de estos temas. Será un estupendo tebeo, a la altura de este.