Guion: Sebas Martín.
Dibujo: Sebas Martín.
Páginas: 212.
Precio: 18.50 euros.
Presentación: Rústica con sobrecubierta.
Publicación: Marzo 2021.
A estas alturas no vamos a descubrir los cómics de Sebas Martín ni el hecho de que es una de las voces del cómic gay, si es que esa etiqueta tiene algún sentido real en este mundo en el que ya se debería poder hablar de todo sin problemas, pero proceder hablar de Mi novio, un virus y la madre que me parió en términos de agradable sorpresa. La razón, que Martín se las ha arreglado, con suma habilidad, para seguir hablando de su mundo pero dentro de uno que puede afectar a cualquiera. Y lo hace no solo a través de la situación de una madre dependiente, mostrándonos una de esas situaciones que puede cambiarnos la vida de una manera radical, sino también por medio de la aparición de eso que tantos autores de cómic han sido capaces de mostrarnos en el último año: la pandemia. Sí, el coronavirus se cuela como personaje, y se cuela desde la normalidad y sin necesidad de sumarse a la tragedia. Es decir, Martín usa restricciones y mascarillas, una sanidad saturada, pero no tiene por qué recurrir a historias más dramáticas para hacernos ver ese 2020 que todos conocemos tan bien y en primera persona. Por supuesto, están todos los enredos emocionales y sexuales que caracterizan la obra del autor, eso no falla, pero con ese golpe de realidad que sacude los cimientos de sus historias de una manera tan interesante.
No nos despistemos, en todo caso, porque Mi novio, un virus y la madre que me parió es un título formado por tres elementos y el primero y el tercero son, en realidad, los fundamentales. El virus le ayuda a cambiar el paso, a dar un contexto, a precipitar situaciones que de una forma u otra habrían acabado llegando, y el uso de la covid-19 en esas páginas es bastante inteligente porque sirve a un propósito sin necesidad de comerse la historia previa. Y esa historia es la de un hombre de 55 años, gay, con una pareja de la que duda y que se divierte más con otras personas que con él y una madre posesiva que le genera un ambiente asfixiante en casa. Martín mantiene, marca de la casa, esas conversaciones divertidas, las habladurías de un grupo de amigos en este ambiente, los enredos que provocan antiguos rollos y los grandes cuerpos peludos y musculosos de siempre, pero de alguna manera se muestra más ambicioso en el escenario. Incluso también en la denuncia, porque no le tiembla la mano al colocar secuencias de homofobia evidente, la que todavía hay en ciertos sectores de la sociedad. Gusta ese Martín que sabe encontrar situaciones en los titulares de prensa que le sirven perfectamente para desarrollar su enredo, algo que sigue siendo la clave de sus historias y base de los pensamientos de su protagonista.
En lo visual, tenemos al Martín de siempre, uno que disfruta con esas situaciones sociales realistas que le permiten mostrar a sus personajes en distintos estados de ánimo, esas reuniones de amigos que tanto juego le dan y que sabe colar en las historias para poner al día a los lectores, y, por supuesto, el sexo más explícito que se puede encontrar en un cómic de nuestros días, el realista y el imaginado, que de todo hay en esta obra que busca la excitación de su público como algo fundamental. Puede ser hasta paradójico que ese elemento, el que nos conduce a ver los cómics de este autor como obras para adultos, lo que da una sensación de naturalidad tan grande a lo que nos está contando. Pocos autores naturalizan el sexo como lo hace Martín, y eso que casi siempre nos lo muestra desde un modelo físico ideal que la realidad se encarga continuamente de desmentir. Pero se trata de divertirnos, de vivir dentro de un folletín en el que hasta el cigarrillo a la salida de un hospital colapsado puede derivar en una escena de sexo, y de que todo lo que vemos contribuya a que el enredo funcione. Y lo hace, con la misma facilidad de siempre, cumpliendo con los propósitos habituales en los relatos de Martín y con ese toque de cómic independiente que sigue generando, quizá incluso a su pesar, el cómic de temática gay.
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