Guion: Hideshi Hino.
Dibujo: Hideshi Hino.
Páginas: 200.
Precio: 11,95 euros.
Presentación: Rústica con solapas.
Publicación: Marzo 2021.
En algunas ocasiones hemos mirado a la obra de Hideshi Hino como la de un autor que disfrutaba mucho del arquetipo del monstruo bondadoso e injustamente perseguido. Pero en La serpiente roja ofrece algo completamente diferente. Coge el arquetipo de la casa maldita y lo estruja de tal manera que es imposible no maravillarse con su sentido de la opresión y de la asfixia, con la sensación de estar viviendo en una pesadilla atmosférica en la que los pocos personajes que forman parte del escenario, que es un protagonista más, aportan una oscuridad cada vez más palpable, una locura que se marcha hasta el exceso de una forma evidente. La serpiente roja que sirve de excusa a la historia y que le da título no es ni siquiera lo más importante de una historia que está narrada desde el punto de vista de un niño, lo que da un toque de inocencia que en realidad no se corresponde con nada de lo que estamos viendo a lo largo del cómic, y que ya desde el primer momento deja claro que quiere llevarnos de cabeza a un infierno terrible y tortuoso que Hino acaba aclarando en un final espléndido, que da sentido a toda la obra y que hace de ella una de las más interesantes de su larga carrera en el manga de terror. El ritmo al que Hino nos empuja a pasar las páginas es el mejor síntoma de que logra todo lo que se propone.
¿Y qué busca? Para empezar, lo más sencillo: terror puro. Lo es por el escenario y por la variedad de las excentricidades que caracterizan a los personajes que desfilan por sus páginas. Es una familia, digámoslo así, tremendamente única. Hay obsesiones, hay locura, hay condena, hay vanidad y egoísmo. Y hay un niño que lo ve todo, que no entiende casi nada pero que tiene que desenvolverse en ese escenario, una casa cerrada, de la que no es capaz de salir y en la que un enorme espejo parece marcar la frontera entre la locura y la realidad. La casa, toda una mansión por su tamaño, es un personaje más en la fábula oscura que propone Hino, y funciona de esa manera. Como las criaturas, como los horrores, como el propio muchacho al que seguimos desde la primera secuencia. Hino describe como pocos un escenario que se asemeja mucho al infierno, y que compone en base a elementos que se pueden entender como reales. Esa es la gracia de sus historias, y es algo que se ve muy claramente en La serpiente roja, especialmente en el viaje final, de resonancias pesadillescas. Hino proporciona dobles lecturas fascinantes para entender a los personajes y los traumas que les dan forma, desde la protuberancia del abuelo a la loca obsesión con los huevos de su abuela, pasando por la vanidad de su hermana o los devotos cuidados de su madre.
Todo ello lo muestra con un halo de oscuridad que encaja bastante bien en su forma de dibujar el terror. Porque lo hace desde vertientes muy distintas. Horroriza desde lo obvio, desde la pestilencia y las criaturas sobrenaturales, desde luego, pero también desde la belleza femenina, que usa en beneficio de la historia de una manera tremenda. El pequeño protagonista cuenta con los rasgos exagerados de sus monstruos, pero no es exactamente uno de ellos, lo que añade un nivel de lectura más para quienes ya tengan experiencia en el atormentado mundo creativo de Hino. Y las tintas son claras protagonistas de la obra, porque este infierno es muy oscuro, tiene una luminosidad atrapada que funciona a la perfección a través de la estructura de una típica casa japonesa. Lo cierto es que La serpiente roja es, de entre la obra de Hino, uno de los títulos que se lee de una manera más rápida, casi compulsiva, y eso obedece a que hay un misterio de fondo que queremos que se resuelva, sin dejar de disfrutar, si es que ese verbo se puede aplicar al terror, con todo lo que sucede por el camino. Pocas historias de Hino son más turbias que esta, precisamente porque en esta se vuelcan muchos elementos que parecen tener una base real que asusta tanto o más que el mismo escenario sobrenatural que plantea.
Hakai Hebi se publicó originalmente en 1985. El único contenido extra es un epílogo de Hideshi Hino.
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