‘Patria’, de Toni Fejzula

Editorial: Planeta Cómic.

Guion: Toni Fejzula.

Dibujo: Toni Fejzula.

Páginas: 304.

Precio: 30 euros.

Presentación: Cartoné.

Publicación: Junio 2020.

A la hora de analizar una obra valiente y política como lo es Patria, de Fernando Aramburu, hay que tener mucho cuidado para no confundir una valoración ideológica y social con otra puramente artística. Pero no confundirla no quiere decir que no haya que hacerla. Si además esa obra da un salto de medio y lenguaje a otro tan distinto como es el del cómic, y lo hace además de la mano de otro autor, Toni Fejzula, el análisis es todavía más complejo. Dicho esto, queda claro que estamos ante un cómic complejo y atrevido por todos lados, desde la vertiente artística desde luego, desde la narrativa y también desde la más política. Patria exige. Es un tebeo duro de leer y de sentir. Pero quizá ahí es donde esté la clave del espléndido trabajo que hace Fezjula, en que su Patria se siente y se vive, en que no hay una diferencia espiritual con respecto al libro de Aramburu en cuanto que los lectores nos vemos en la obligación de entrar en una espiral de miedo y odio, también de reparación personal y de ajuste de cuentas con nosotros mismos, y da igual que hayamos vivido de una manera más o menos claro el conflicto vasco, que seamos o no parte de esa tierra, de esa patria que nos anticipa el título, o que entremos como absolutos desconocidos a algo que tendría que ser obligatorio conocer para conocer el país en el que vivimos.

Fejzula admite en sus notas finales que hay un trabajo de enorme complejidad en la síntesis de cas 650 páginas escritas en menos de 300 de cómic. La simple mención de las cifras obliga a aplaudir que tras semejante labor de adaptación quede una historia contada con una coherencia soberbia y sin que en realidad sintamos que nos falte algo. Fejzula logra su objetivo porque sabe que su gran baza es la ambientación. Patria, la novela gráfica, tiene el objetivo primordial de hacernos sentir que estamos dentro de la historia, su mérito es la atmósfera, llevar al lector a una etapa tan compleja de entender a través de las emociones, a través de personajes extremos y certeros. Puede que ahí tenga que haber necesariamente más mérito de Aramburu que de Fezjula, es obvio que estas son sus criaturas y nacen de su imaginación, pero es formidable y digno de elogio el respeto con el que el adaptador se acerca a los protagonistas y a los secundarios, o incluso la misma forma en que la sociedad se convierte en un personaje más a través de los escenarios o hasta de las pintadas. Decíamos que Patria exige, pero da mucho más. Necesita de una lectura pausada, atenta y reflexiva, no es ninguna sorpresa viendo lo que cuenta y cómo lo cuenta, pero cuando se cierra la última página al lector le quedan muchas cosas en la mente.

Ese mismo efecto se produce con la parte visual de esta versión de Patria. Estamos ante un auténtico torrente de emociones. No hay nada aséptico, limpio o blanco. Cada página de la novela gráfica quiere remover algo. Hay un hermosísimo trabajo de hacer que los escenarios reales se incrusten en la historia, que los personajes, salgan más desdibujados o más precisos, nos hagan sentir algo. Es impresionante cómo las emociones traspasan la página y se convierte en ese algo más que necesita una adaptación que quiere ofrecer al lector las imágenes que Aramburu no podía darle más que con descripciones. Y aunque es obvio que cada lector se imagina las cosas como quiere cuando solo hay una página escrita, no es menos cierto que Fezjula ofrece una versión maravillosamente coherente y precisa. Cuesta, porque no estamos ante un autor que viva del hiperrealismo o incluso de un mensaje fácil y cómodo, pero narra tan bien que es difícil resistirse a sus logros. La lectura política y social de Patria hará que unos y otros sean capaces de acercarse más o menos a lo que nos cuenta, pero su idea sigue intacta en este cómic, que funciona como versión, como adaptación y como algo en sí mismo para adecuarse a las expectativas de cada lector que decida asomarse al trabajo de Fezjula. Desde aquí lo aplaudimos en todas sus vertientes.

El único contenido extra es un epílogo del autor acompañado de bocetos y diseños.

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