‘Coqueto, mejor ver’, de Verne y Sara Caballería

Editorial: Grijalbo / Penguin Random House.

Guión: Verne.

Dibujo: Sara Caballería.

Páginas: 112.

Precio: 15,90 euros.

Presentación: Rústica con solapas.

Publicación: Abril 2019.

Resulta altamente elogiable que el comic español, más allá de seguir corrientes que funcionen en otros países y géneros que resultan universales y a temporales, cosa que por supuesto acontece, tenga igualmente tiempo y espacio para detenerse en cuestiones sociales propias e intransferibles. El mundo inmobiliario visto desde el punto de vista de quien busca un piso en el que vivir por un precio razonable es material clarísimo para un cómic que se haga en España, y se agradece que el equipo de Verne, contando con dibujos de Sara Caballería, se centren en ese mundo en Coqueto, mejor ver, una de esas frases tópicas para viviendas con evidentes problemas de espacio, que es fuente de denuncia de los anuncios más inverosímiles y que aquí sirve de título para contar las peripecias de una joven para encontrar un lugar en el que poder emanciparse sola. Lo que quizá se echa en falta en este cómic es un mayor espíritu crítico o incluso realista. Refleja bien el problema, pero al optar por una conclusión positiva y buenista rebaja ligeramente las expectativas de un tebeo que describe más que ilustra, y que opta por una historia más jovial y divertida que de denuncia e indignación. Y es un camino igual de válido, ojo, porque hay cada cosa en el mercado inmobiliario como para partirse de risa, pero también es verdad que el tema daba para más, o, al menos, para algo diferente.

La misma dedicatoria del libro ya nos pone sobre la pista de que vamos a leer algo destinado a que no perdamos la esperanza. Vamos a ver lo difícil que es llegar a la meta en esta carrera, con los evidentes enemigos a los hay que hacer frente, desde la temida burbuja a los endemoniados agentes inmobiliarios, pero vamos a llegar a esa meta. Coqueto, mejor ver no está pensado para desanimar a nadie, al contrario, lo que busca es dar esa palmadita en la espalda a quienes ya están desquiciados buscando donde vivir. La gracia, más que en la denuncia, está en el retrato, en lo absurdo que llega a ser el libro de instrucciones con el que hay que manejarse en este mundo de anuncios, alertas, fianzas y contratos. Laura es, en este sentido, una protagonista lógica para esta aventura. Veintitantos, con contrato de trabajo que le hace ser algo más que mileurista, sin pareja conocida y con ganas de encontrar algo simplemente adecuado cerca de su lugar de trabajo y sin necesidad de ser grande o lujoso. ¿Existe? Coqueto, mejor ver nos quiere hacer ver que sí. Quizá haya que hacerle una concesión de ingenuidad a la obra para entrar del todo en su mundo, dependiendo del nivel de hartazgo o de inconvenientes que haya padecido cada lector en esta misma aventura por la que casi todo el mundo de esa edad ha pasado ya.

Sí decíamos que lo más divertido de Coqueto, mejor ver estaba en la forma en la que convertía a los enemigos cotidianos en oponentes casi místicos, lo mismo se puede decir del dibujo de Caballería, que introduce por esa vía una comedia simpática y acertada, una que deja a las claras donde hay que andarse con cuidado y vigilantes pero que a su vez respeta el tono esperanzador que quiere tener el tebeo menos la rápida conexión empática y simpática que se establece con Laura. Caballería opta en todo momento por una sencillez que resulta básica para entrar en la propuesta, que sabe hacer virtud de sus elementos más caricaturescos y que, dentro de la comedia que propone el equipo de Verne, hace que no se eche en falta un estilo más realista, que seguramente habría encajado algo más si el tono hubiera sido más reivindicativo. Con Coqueto, mejor ver lo que tenemos es una obra que nos pone sobre la mesa el problema de la búsqueda de piso e idea una fábula optimista y luminosa, ya desde la misma elección de su protagonista (joven de emancipación tardía por gusto, no por imperiosa necesidad), sin necesidad de entrar en terrenos más ambiciosos. A esos propósitos responde bastante bien sin necesidad de cargarse con la pesada losa de tener que convertirse en la obra definitiva sobre este tema.

No tiene contenido extra.

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