Guión: Mickeyman.
Dibujo: Mickeyman.
Páginas: 120.
Precio: 12 euros.
Presentación: Rústica con sobrecubierta.
Publicación: Noviembre 2017.
Cada vez es más evidente que no hay límites para encontrar historias que puedan ser la base de una narración gráfica y, al mismo tiempo, que el creador de cómics disfruta siendo el protagonista de sus aventuras. Ejemplos hay patadas y Un mal viaje al oeste es uno más. Mickeyman nos cuenta en sus páginas, una narración en prosa acompañada de viñetas, cómo se desplazó de la manera más económica posible de Taiwan a Valencia para ver a una novia a distancia que dejó de ser novia justo antes de comenzar el viaje y desde allí a Angulema para participar en el festival de cómic más importante de Francia. Dos países, tres culturas y un diario de viaje de lo más entretenido porque Mickeyman lo afronta sin complejo alguno. Ni le preocupa estar contando situaciones personales que no son como para sentirse orgulloso, desde su ruptura sentimental hasta las decisiones que toma para ahorrar hasta el último euro, ni tampoco se corta un pelo al contar lo que vivió tal y como le impactó. Y si viniendo de Taiwan le hace gracia que aquí manejemos monedas de euro de diferentes países, lo cuenta; si no entiende las etiquetas en el supermercado, también; y si le sorprende ver los diferentes formatos de cómic que hay en el Viejo Continente, no hay razón para que no le dedique una viñeta y algunas líneas.
Un mal viaje al oeste es una manera divertida, amena y simpática de vivir en primera persona el inevitable choque cultural cuando un oriental viene a España o a Francia. Puede que el lector más acostumbrado al cómic sienta una pequeña barrera por la cantidad de texto en prosa que tiene el libro, pero una vez metidos en materia es un problema inexistente. Primero, porque Mickeyman sabe aderezar ese contenido con viñetas que sacan sonrisas solo con verlas, y no solo por un estilo de dibujo que busca ese efecto sino porque ejecuta muy bien cada uno de los gags. Pero es que además sabe proporcionar de esta manera un contrapunto a sus vivencias, que detalle y documenta francamente bien en el texto. Mickeyman hace algo que es bastante difícil, y es que el lector que ya conoce las costumbres que tan marcianas le parecen a él como visitante asuma las dificultades que significan para él. Nos pone en su piel. Nos reímos con él, incluso cuando pasa frío o cuando sus carencias económicas hacen que se compre una taza con la mascota del festival en Angulema porque es más barata que el peluche. Sí, ese es el nivel de la aventura, del viaje y de la vivencia que nos cuenta el autor en este divertido libro, muy recomendable sobre todo para quienes disfruten de esas aventuras en tierras extrañas y extranjeras.
El volumen no tiene contenido extra.
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