CÓMIC PARA TODOS

Entrevista a Javier Ara: «Quería que cada vez que alguien leyera ‘Atraco a mano alzada’ le explotase la cabeza»

Aunque por desgracia muchos no hayáis oído hablar de él, Atraco a mano alzada (aquí, su reseña), es uno de los tebeos del año. Javier Ara ha dado con una idea brutal, un tebeo dentro del tebeo, la historia de un dibujante que murió perpetrando el atraco perfecto… y que decide dibujar todo el proceso. ¿Y que pasa a partir del atraco? Que un segundo dibujante, que tuvo una tormentosa relación con el primero, recibe el encargo de terminarlo. Es un juego de pistas, de metalenguaje, de realidad y ficción, todo unido en un relato muy inteligente que merece la pena ser leído, no en vano nosotros lo incluimos entre Los 4 de CPT de julio (aquí, el artículo completo), y también ser debatido con el autor. ¿Quién mejor para explicarlos todos los recovecos en los que hay que detenerse para disfrutar todavía más esta formidable novela gráfica?

Me gustaría que comenzáramos hablando de la complejidad que tiene Atraco a mano alzada. Es un atraco, pero al mismo tiempo se asoma a la biografía de dos autores muy diferentes, con una mezcla de estilos visuales… ¿Cuál es la idea original? ¿De dónde nace todo?

La idea de la que partí es el primer cómic, el primer acto, esa fue la primera idea que tuve. «Ah, estaría bien explicar un atraco a través de un tío que luego lo escribe». Pero como eso lo hemos visto muchas veces, rollo Paul Auster, quien hace el atraco es un dibujante. Esa fue la primera premisa. Cuando te empiezas a meter ya en ese concurso narrativo ya empiezas a pensar cómo encajar piezas, ver cómo funciona, creas ese metalenguaje y te das cuenta de que te lleva a un límite. Hay un momento en el que el personaje ya no puede ir más allá del atraco. ¿Cómo explico lo demás? Entonces, dentro del lenguaje, del propio código que te has creado tú mismo y que no puedes saltarte, te planteas cómo lo resuelves. Ahí empieza a salir el otro personaje y a complicarlo más. Todo ese paso, el que das desde el primer acto, del cómic primordial que tenía la cabeza, a todos lo demás fue una consecuencia de llevar hasta el límite, hasta lo máximo los propios códigos que yo me había impuesto. La idea es cómo puedo jugar más con esto, y todavía más, y más, y más, con la premisa clara de que lo quería hacer es que cada vez que alguien leyera el cómic le explotase la cabeza, a ver cómo consigo que las siguientes secuencias te rompan los esquemas. Es un poco ese juego. Está el mcguffin original, que es el atraco al banco, y a partir de ahí es un juego continuo.

¿Y cuánto tiempo se tarda en crear todo esto?

No es una tarde. A lo mejor hace cinco años cuando empecé con la primera idea, anotaciones, páginas… No lo dibujé de manera lineal, igual estaba con Lundi como después estaba con una página de mi personaje, y empecé a crear un puzle, empecé a cerrarlo todo a partir del puzle que yo había hecho y de los huecos que iba creando. Fue una idea de olla bastante interesante. Y hubo un momento en el que me dije «me he quedado satisfecho, he llegado al límite que tenía la idea en sí». No he dejado nada en el tintero.

Me llama la atención que no lo hayas dibujado de manera lineal… ¿No se vuelve uno loco…? Lo digo porque hay muchos detalles que son visuales, que están en una viñeta en concreto y que se explican treinta páginas después…

Sí, pero justamente por eso… Al final eres tú quien tiene la historia y quien tiene todos los cabos atados en la cabeza. Y si no los tienes, tienes que resolverlo, y empiezas a buscar huecos, la propia historia te crea el mapa. Digamos que lo difícil fue en un momento dado tener claro el código que yo quería insertar en el cómic. Era como meter metacómics, cómics que hablan de cómics, a meter un personaje que va a romper paredes, a crear diferentes narradores, y que todo casase bien. Y si hay algo que está mal, es por algo, y lo que tú dices, hay que resolverlo treinta páginas después. A lo mejor en mi mente no lo resolvía treinta páginas después, sino que lo resolvía de inmediato, pero piensa que de la página 3 me iba a la página 33. Poco a poco fui construyendo esa idea. Es más, cuando entregué el primer boceto a los editores a los que se lo mandé tenía un 85 por ciento acabado y no era hasta la página 85 si había 100. No, no, simplemente ponía anotaciones de que aquí pasaba esto y aquí esto otro. Iba todo salteado.

¿Y eso te ha obligado a reconstruir? ¿Has cambiado muchas cosas en el proceso?

Mucho, mucho. He tirado mucho. Es más, las primeras páginas las he tirado. Lo primero que dibujé. Pensé que había que había que explicarlo de otro modo, había que explicarlo mejor. Muchas veces había páginas en las que había ideas que en el momento en el que las inventé o lo saqué me pareció genial, pero después empiezas a investigar más y piensas que es genial otra cosa y esto me está lastrando. Así que he tirado muchas cosas. Fue una forma de construir la historia a saltos, tirando mucho, y hasta que no quedara bien explicada una cosa que he dejado en la página 3 y a la que quiero volver en la página tal… No había nada sagrado. Si no cuadraba, fuera, a tomar por saco. Será por dibujar, he dibujado toda mi puta vida…

Me gusta mucho un detalle. Es verdad que partes del atraco y que tienes todo ese metalenguaje, pero al final no deja de ser un enfrentamiento. Tienes un dibujante y otro que le detesta. Disfruto mucho de ese código del western del bueno y el malo, que está presente en toda la obra. ¿Es algo premeditado o eso fue surgiendo según hacías la obra?

Como te comentaba, el primer personaje, digamos el bueno, era el protagonista de la primera idea. Pero me pasaba lo de siempre, faltaba el malo. Me encontraba con que la historia que estaba construyendo era más un ejercicio de narrativa, pero no una historia en sí. Por eso me tuve que inventar al malo, pero un malo que se puede convertir en bueno, que se convierte en protagonista, y jugar con el hecho de quién es el verdadero malo. Más que un malo es el rival. Siempre para mí estuvieron Lundi y el rival, eran sus dos vertientes que a veces convergían. La idea era no saber quién tiene razón, pero sí que están enfrentados. Y aveces parece que no estén enfrentados, también juego con ese tipo de cosas. Esta es una de las cosas que quiero que queden claras de una segunda lectura del cómic. Está el mcguffin del atraco, que es explicarte cómo se atraca un banco de manera perfecta y yo te lo resuelvo en el cómic. Tiene su conclusión, su fin, su forma de ser y llega a ello, y te digo encima cómo lo hace, utilizo las pistas que deja un dibujante o otro dibujante, pero dejo muchas cosas abiertas para invitar al lector a que sea el propio detective del siguiente cómic que he dejado. Hay cosas dentro del cómic que, si utilizas las mismas pistas narrativas que utiliza el rival con respecto a Lundi, te vas a dar cuenta de que no encajan, de que no cuadran, y las he dejado ahí a propósito. «Mira a ver si lo puedes encontrar», ese es un poco el juego, hay una confrontación entre los dos personajes, pero después hay un momento en el que si quieres saber más te tienes que enfrentar al otro personaje, ver qué pistas ha dejado y ver si en un momento dado puedes encontrar más cosas dentro del cómic. Esa es un poco la segunda lectura y porque el rival se puede convertir en antítesis de ti mismo.

¿Y tú como autor tomas partido? ¿Te sientes más cercano a uno de los dos autores que al otro?

Son dos personajes, es evidente. No sé si es cuestión de hacer spoilers, pero por hacer redondo el cómic el rival soy yo. Pero es un personaje literario. Sí que utilizo cosas, sobre todo en el rival, que son parte de mí, he hecho que el personaje tenga barba de tres días y que sea moreno de pelo rizado, como yo. Es dibujante, no ha hecho nada en el mundo del cómic en veinte años, cuando le golpean le quedan las mismas heridas que tengo yo… Sí que quería jugar un poco con eso, pero al final en realidad son dos personajes que están creados en contraposición el uno del otro. Si está Lundi, tengo que crear al otro. Si este es un cabrón, va a ser un cabrón, aunque yo no lo crea. O al revés, si este es una buena persona va a hacer algo porque sea antítesis del otro, pero no porque yo sea una buena persona. Evidentemente, siempre hay cosas, llevo cosas del mundo del dibujo animado al mundo de la editorial de cómics que yo no controlo pero que creo que puede ser igual. Todas esas cosas sí que las he metido.

Estamos hablando todo el rato de que hay un juego, y dentro de eso está la promoción. Ahí se ha intentado vender este atraco como algo que realmente sucedió. Es algo que no se suele hacer en el mundo del cómic…

Hablé mucho de esto con Javier Ortiz, el editor. Recuerdo que yo quería que en la contraportada apareciese Lundi, y él me decía «bueno, sí, pero es que a lo mejor los libreros se lían». Que se líen, me daba igual, que busquen a Lundi, qué más me da el dinero y que aparezca ahí en el copyright de Lundi, sí. Imagínate que soy yo, como un pseudónimo. Lo que tenía claro es que el libro, desde la contraportada hasta la última anotación, tenía que ser parte de la historia. Ahora, entramos en el hecho de que, a la hora de promocionar, ¿hasta qué punto se puede hacer? Yo estoy hablando contigo y no puedo poner a decirte que soy este otro señor, que vivo en un pedazo de chalet y tengo un Audi. Pues no, no es el caso… Hasta donde pudiéramos jugar. Si a la hora de hacer una reseña alguien sigue el juego, pues encantados. Habrá alguien que a lo mejor lea el cómic y quiera googlear el nombre de Lundi. Se podría llevar el juego hasta los límites que queramos. El problema es que hay un momento en el que yo tampoco quiero mentir, no quiero llevar el personaje hasta ahí. El límite era el libro, eso es lo que tenía claro, lo de después ya es más flexible.

El mundo del cómic que nos retratas es bastante cainita… 

No tengo ni idea de cómo será, la verdad. No soy de este mundo. Soy del mundo del dibujo animado, de ahí he sacado ideas, hay cosas cainitas y hay cosas que no. Como conozco gente que es del sector, también me cuentan cosas. Pero aquí ha sido un tema literario, he cogido cuatro o cinco cosas y las he llevado a un límite literario para dar un puntillo atractivo al ambiente. Dibujantes que se odien entre sí, cómo uno ha sido el negro del otro y el otro le ha pisado, creo que esas cosas literariamente funcionan para crear la antítesis entre los dos personajes.

Al hilo de esto, hablemos un poco del proceso editorial. Con todo el cariño, por supuesto, eres un autor que no tiene un bagaje en el mundo del cómic. ¿Cómo convences así a un editor para que respete una novela gráfica tan particular, con una extensión que probablemente ni tú mismo tendrías clara cuando presentaste el proyecto?

Pues en realidad no le convencí. Bueno, sí, me hizo una pequeña prueba, una pequeña presentación en la Feria del Libro de Fuenlabrada, allí tuve que explicar el cómic delante de gente. Pero creo que le había gustado ya mucho lo que le había llevado, creo que el cómic se presentó solo. De las editoriales con las que he tenido contacto, además de Drakul, ha habido otras que estaban interesadas, lo que pasa es que no estaba dentro de su línea editorial, un tipo de editoriales más afines al manga, pero les había encantado el cómic y estaban buscando la forma de cuadrarlo. «Nos da una pena tremenda no poder editarlo», me llegaron a decir. Pero hubo un momento en el que el cómic se presentó solo. Claro, a lo mejor tú entregas esto a Panini y te dice que no entra en su línea editorial. Creo que es un cómic que está muy bien para pequeñas editoriales que vayan a buscar algo realmente raro y extraño, que es lo que es el cómic, es una marcianada en cierta manera. Para este tipo de editoriales pequeñas me presento con algo con lo que no quiero competir con las editoriales normales, no voy a presentar un Flash Gordon o un tebeo de superhéroes, quiero presentar otra cosa y a ver si doy la campanada. Hubo tres editoriales interesadas y si las otras dos no entraron fue porque no les encajaba. Cuando Drakul dijo «tiro para adelante porque me encanta», genial. A Norma, Astiberri y todos esos lo mandé y no supe nada de ellos. A lo mejor está en un cajón o ni lo han visto, no tengo ni idea.

¿Crees que el hecho de que salga en un editorial pequeña puede repercutir en la difusión que tenga el libro?

Yo creo que sí, creo que es evidente. Por lo menos quien lo edita sabe que es un buen material para su tipo de editorial, tendría que estar Javi aquí para decirlo, pero para una más grande, una Norma, a lo mejor te dice que te lo saca entre cuarenta que va a sacar, va a tener más difusión, pero a lo mejor ni lo ha visto. Es un cómic tan extraño que no les encaja en su línea editorial tan normalizada. En cambio para una pequeña, aunque se quede ahí, pero por lo menos les sirve para un momento dado explotar, ir con algo realmente diferente y a ver si tanto a mí como a la editorial les sirve para triunfar. Yo si fuera editor es lo que haría, iría a por cosas realmente raras, extrañas, y que fueran más allá de lo comercial para ver si en un momento dado funciona porque la difusión que da porque haya explotado más de lo norma, lo que a Norma o Astiberri a lo mejor le puede dar un poco más igual. No lo sé. Evidentemente, la difusión es la que tiene, pero tampoco he tenido muchas posibilidades en plan «¿me voy con Drakul o con Norma?». Ha sido un «me parece bien» y he tirado con ellos.

¿Crees que a ti como autor una obra así de rara como dices te puede encasillar? ¿Crees que si más adelante sacas otro cómic vamos a demandar que sea algo parecido a esto?

El problema es que yo no sé si voy a sacar un segundo cómic. Para mí fue algo tan guay que tenía que sacarlo, aunque fuera poniéndome a trabajar en horas extra, incluso pensando que si no encontraba una editorial me lo autopublicaba, me daba igual. ¿Cuál es el problema de esto? Que fue una ideaca. Yo tengo muchas ideas, pero no son tan espectaculares. Salvando las distancias, es como sacar tu Ciudadano Kane. Claro, la siguiente a lo mejor no es tan buena. A lo mejor me sorprendo a mí mismo y saco algo así, dentro de cinco o diez años más. Pero no lo sé, no tengo ni idea. Digamos que el proyecto no era hacer una carrera de cómic sino sacar el cómic. Si tengo otra idea, si esto ha tenido un buen recibimiento y hay demanda… En principio, no hay un plan B para esto.

Hablando de un plan B, me gustaría hablar de los estilos que hay en Atraco a mano alzada. Te iba a decir que hay dos, pero en realidad son más estilos los que hay en la historia. ¿Hay alguno que consideres más tuyo?

Digamos que el mío, en el que aparezco como protagonista. Mi forma de dibujar normal es clásica. Al haber estado trabajando en dibujos animados y hacer mucha animación infantil, juvenil, tienes estilos para adaptarte. He hecho de todo, manga, cartoon… He dibujado de muchos estilos. Tengo digamos un estilo más línea clara tipo Lundi, el estilo más particular mío, el estilo más de personajes caricaturescos… Genuinamente, digamos que el clásico sería más el mío, mi forma natural de dibujar, pero también me es natural dibujar como Lundi.

Y ya para terminar, a pesar de ese jarro de agua fría que nos has echado a los que esperábamos ver algún día un siguiente cómic, cuéntanos en qué estás trabajando, a qué te dedicas dentro de tu sector del mundillo…

Soy dibujante de dibujos animados, hago storyboards, ahora mismo estoy acabando una serie en Estados Unidos, hago también mucha animación flash para publicidades, también he trabajado en videojuegos… Soy muy mercenario en ese sentido, donde hay dinero voy, y en el cómic no hay mucho. Mi parte profesional se ha dedicado al storyboard y la afición y digamos que esto es la parte más novelística, literaria. Y hasta donde me lleve. Lo que te digo, solo está esto, si hay demanda o me viene una idea interesante pues a lo mejor me decido a hacer otro cómic. Pero si lo hago sería como hice este, lo hago y después veo si hay alguna editorial que lo quiera. No voy a vender proyectos, prefiero en un momento dado ponerme a trabajar. Siempre lo he pensado, no sé cómo habría podido vender este proyecto. Si hubiera entregado tres, cuatro o cinco páginas con este proyecto no se hubiera entendido, hay que entregarlo con el ochenta por ciento por lo menos acabado, que es como lo entregué.

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Esta entrada fue publicada en 16 octubre, 2017 por en Drakul, Entrevista, Javier Ara, Lundi y etiquetada con , , .

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