Guión: David Lapham.
Dibujo: Ramón Bachs.
Páginas: 288.
Precio: 28,50 euros.
Presentación: Cartoné.
Publicación: Enero 2015.
El nombre de la ciudad ficticia de Gotham está asociado al de Batman casi desde que el Caballero Oscuro se asomó a las páginas del cómic a finales de los años 30 (cuando, aunque no todo el mundo lo sabe, se llegó a mencionar que su lugar de actuación era Nueva York), pero no siempre tiene el protagonismo que requiere. David Lapham lo tuvo claro, en Ciudad del crimen Gotham había de ser tan protagonista como Batman, hasta el punto de que el héroe desaparece de la narración durante varios números. Lo importante en esta historia es la agobiante, decrépita y turbia sensación que deja una ciudad enferma y desasosegante, una que se nutre de vibraciones negativas, de un aura insana que Ramón Bachs supo captar a la perfección con sus dibujos. Puede que la historia sufra de una cierta intrascendencia general, pues no deja de ser un caso muy concreto que tampoco genera consecuencias irremediables en el propio Batman o en los suyos, y se puede llegar a sentir que se extiende demasiado en función de esos logros, pero hay algo sumamente atractivo en la forma en la que Laphma y Bachs capturaron la esencia del personaje y de su microcosmos urbano, algo que no tiene nada que ver ni con la extensa galería de villanos de Batman ni con la arquitectura de Gotham, aunque de ambas se vale, sino de algo mucho más perturbador.
La atmósfera que busca Lapham es, curiosamente, lo más atractivo y lo que más puede distanciar al lector. Siempre hay algo interesante es un retrato original de Batman, uno que no se centre ni en sus traumas, ni en su misión (aunque, como es lógico, eso está más que presente), ni en sus inconfundibles personajes secundarios (aunque también aparecen muchos, aliados como Alfred, Gordon y Robin, quizá este último es al que peor entiende, y villanos como Míster Frío, el Pingüino o Scarface), y es admirable la forma en la que la esa sensación casi insana se apodera de la historia a través de personas anónimas, de rostros cotidianos sin máscara o cicatrices. Esa presencia, que es quizá como habría que llamarla, se siente ya en el prólogo y cada vez que Lapham se aleja de Batman y de lo que le es más propio, para descender a una Gotham criminal pero de la manera más turbia y realista que se pueda imaginar. Sin embargo, eso mismo hace que la historia se alargue quizá demasiado, que no hay un villano conocido concreto, que Batman no es tanto el protagonista sino el agente que reacciona a todo lo que va sucediendo. Es un equilibrio muy difícil que no lastra la historia, pero sí hace que sea una que merece una especial atención al detalle por parte del lector. Y con momentos enormes, como las visiones que sufren Robin y Gordon, o su brutal desenlace, pero con algunos momentos difíciles de seguir.
Es verdad que como lo atmosférico es la clave de Ciudad del crimen, no hay un solo número de los doce a lo largo de los cuales se extiende la historia en el que no haya elementos con los que disfrutar. Lapham domina esa faceta y Ramón Bachs, recogiendo los bocetos del autor del relato, lo plasma con una eficacia enorme. Siendo un dibujante que saltó a la primera línea con un estilo mucho más caricaturesco y fantasioso, es especialmente atractivo ver cómo aborda una historia de un poso mucho más dramático y realista. Y aunque Batman es tantas veces medida de todas las cosas, en este relato no lo es. No porque Bachs no haga un Batman espléndido, que lo hace, sino porque el verdadero triunfo está en generar sensaciones tan desasosegantes. Es lo que le pide la historia, es lo que buscaba el autor, y es lo que logra Bachs. El ilustrador convence con ese retrato de la ciudad pero sobre todo de sus habitantes, de los inocentes y de los culpables, de las víctimas y de los verdugos, de los enmascarados y sobre todo de los que no llevan máscara, a los que da una humanidad desbordante, incluso extraña en un cómic de superhéroés. Por eso, Ciudad del crimen es un cómic especial. Puede que no sea de los primeros que nos vengan a la mente al pensar en las mejores historias de Batman y quizá tiene flaquezas que impiden precisamente eso, pero el resultado es sumamente interesante.
El volumen incluye los números 800 a 808 y 811 a 814 de Detective Comics, publicados originalmente por DC Comics entre noviembre de 2004 y diciembre de 2005. El único contenido extra son las cubiertas originales de David Lapham.
Disfruté mucho este cómic. El dibujo de la ciudad de Gotham es increíble. Es cierto que a la historia le falta algún gran villano de Batman y que en algún momento puede resultar un poco larga. Quizás al final te queda un poco la sensación de que cambiando un par de detalles de la trama hubiese sido una de las mejores historias de Batman. Dicho esto, el cómic se disfruta muchísimo y es muy recomendable.