Guión: Paul Jenkins.
Dibujo: Carlos Magno.
Páginas: 112.
Precio: 13,95 euros.
Presentación: Rústica.
Publicación: Febrero 2015.
La de Deathmatch era una historia con bastantes riesgos. Su arranque invitaba a reconocer de inmediato y como si fueran los héroes de siempre a unos personajes a los que el lector nunca había visto. Ese riesgo lo esquivaron con mucho mérito Paul Jenkins y Carlos Magno, autores de la serie. Después, una vez se estableció el escenario de una pelea entre todos ellos en un torneo de combates individuales orquestado por un supervillano desconocido y sin que decayera la acción, el misterio debía tomar casi todo el protagonismo. ¿Quién era ese villano? ¿Cómo podrían los héroes escapar de esta trampa mortal? En eso los autores también tuvieron éxito. Ahora, para el final de la serie, este tercer número, el objetivo era dar una resolución satisfactoria a todo lo que se había planteado con anterioridad. Y eso no sólo se logra de una manera notable sino que sirve para confirmar que Deathmatch es una serie espléndida, una moderna, inteligente y seria vuelta de tuerca al género de superhéroes, ese que tanto se pregona a veces que está agotado por muchas evidencias de lo contrario que se lleguen a ver. Jenkins, un escritor muy inteligente, da al trazo espectacular de Magno todas las armas para que la historia siga siendo tan fascinante en su resolución como lo fue en sus primeras páginas. Aquellas enganchaban, y ahora llega la satisfacción de haberse enganchado.
En todo momento dio la impresión de que Jenkins quiso encajar una idea propia en una especie de versión oscura de las Secret Wars de Marvel. Pero el gran acierto no está en que haya sabido agitar la coctelera para que esa mezcla funcione, sino en la natural manera en la que va saltando de un escenario a otro. Deathmatch es una historia fatalista, de eso no ha cabido duda en ningún momento. Hay demasiadas muertes como para afrontar la serie de otra manera. Pero no es una historia desprovista de esperanza, puntual e incluso de fondo. Tiene mucho mérito mostrar eso en el transcurso de una carnicería de héroes como esta, cuando parece que el villano de la función va siempre un paso por delante de quienes tienen que salvar el mundo de sus fechorías. Y tiene aún más mérito que, con tanta acción como hay, la esencia de la historia pase por los personajes, incluso por algunos que apenas llegan a aparecer sin sus máscaras. Jenkins acaba convirtiendo además un relato superheroico con toques de misterio en una muy acertada historia de ciencia ficción, lo que lleva a pensar en que el plan del escritor siempre ha sido estupendo, incluso en los momentos en los que la serie podía dejar algún altibajo o algún giro que el lector pudiera interpretar como un callejón sin salida o incluso como una trampa. No hay nada de eso en Deathmatch y por eso el resultado es tan intenso y entretenido.
El dibujo de Carlo Magno es perfecto si lo que se está buscando es la faceta más espectacular, superheroica y de ciencia ficción del planteamiento de la serie. Los personajes funcionan visualmente con una facilidad excepcional, haciendo que el lector tenga esa familiaridad con ellos que resulta imposible por no haberlos visto antes. Los escenarios colman las fantasías que imagina Jenkins. Y las peleas, que no escatiman violencia y que aciertan a la hora de mostrar o no mostrar las muertes de los derrotados en los duelos, están a la altura de las expectativas, las del lector y probablemente también las del escritor. Quizá se le pueda poner un pero al dibujo de Magno y es que le falta algo más de emoción en los rostros para dar una mayor dimensión humana a la historia, pero hasta en eso hay pequeños momentos de redención como el que contiene la última página de la historia. Tanto el primero (aquí, su reseña) como el segundo volumen de Deathmatch (aquí, su reseña) merecían elogios porque satisfacían diversas formas de acercarse al género. Es, en realidad, una historia de las de siempre, de buenos contra malos, en la que los malos consiguen que los buenos peleen entre ellos, en escenarios espectaculares, en el marcado de una historia atractiva y, como debe de ser, con todo en juego. Pero es igualmente una historia nueva y diferente. En es mezcla es donde está el acierto de Jenkins.
El volumen incluye los números 9 a 12 de Deathmatch, publicados originalmente por Boom! Studios entre septiembre y diciembre de 2013. El contenido extra lo forman las cubiertas originales de Reilly Brown y Carlos Magno y un cuadro con todos los enfrentamientos de la historia.