Guión: Víctor Santos.
Dibujo: Víctor Santos.
Páginas: 24 cada uno.
Precio: 3 euros cada uno.
Presentación: Grapa.
Publicación: Abril 2015.
Cuando se habla de un tebeo entretenido, hay quien piensa que eso implica que sea una obra menor o con aspiraciones no excesivamente elevadas. Y eso viene a ser un error, porque conseguir un buen entretenimiento es tan difícil como alcanzar un resultado excelso en otro ámbito más filosófico, profundo o ambicioso. Víctor Santos se muestra en Young Ronins como un auténtico maestro del entretenimiento. Su tebeo es extremadamente entretenido. Mucho. Nuevo no, aunque resulta imposible no enamorarse del formidable trabajo de diseño que hay en todos sus personajes y escenarios, originales, funcionales y atrevidos en algún caso. Tampoco rompedor, porque el concepto de aventura juvenil está más que usado. Pero es imposible no admirar al autor viendo lo bien que se pasa con la lectura de esta historia. Si los primeros números (aquí, su reseña) servían para presentar un universo atractivo, estos dos siguientes sirven para profundizar no sólo en las personalidades de los protagonistas sino también en los problemas que les acechan en su doble vertiente de adolescentes y de luchadores. Eso que Stan Lee y Steve Ditko empezaron a hacer en los años 60 en Spiderman, sí. Y aunque la vicisitudes de Nicole y Kenji poco tienen que ver con las que vive Peter Parker, es imposible no trazar cierta conexión entre ellos, por mucho que a estos no hayamos hecho más que conocerles y con el Trepamuros llevemos ya 50 años.
La comparación no es baldía, porque a Santos le mueven las mismas inquietudes que había en aquellos tebeos primigenios de Marvel. Nicole y Kenji son dos adolescentes que en sus ratos libres luchan contra pintorescos enemigos. La única diferencia está en que los protagonistas de Young Ronins no llevan máscara y en que aquí hay un mentor, otra figura más que arquetípica del cómic de superhéroes. En todo caso, prescindir de las máscaras y alejar esta serie del género de superhéroes es un mérito añadido a la historia, porque Santos se detiene con la misma profundidad en la aventura del combate que en la de ser adolescente, y consigue aunar acción, humor y leves toques de drama en una historia de altísimo ritmo y en la que apenas se atisba el enorme potencial que tiene el escenario para ser el arranque de una franquicia inagotable. Eso, por supuesto, no deja de ser un sueño para quienes hemos disfrutado ya con Young Ronins. La realidad, la de estos dos números, es lo que lleva a ese sueño. Santos conforma un universo extraordinario, en el que traza con el mismo cuidado a los héroes y a los villanos, aunque estos tengan mucho menos espacio, y en el que la espectacularidad es un sello indeleble del talento del autor. Por eso, el clímax del cuarto número es el colofón perfecto a un primer ciclo de las aventuras de Nicole y Kenji que tiene toda la emoción necesaria para convencer.
Young Ronins, además, es una historia cargada de épica. Las coreografías de combate, el espléndido movimiento que insufla Santos a sus personajes, la intensidad que se palpa en cada escena climática, todo juega no sólo para que el relato deje un sabor de boca espléndido ya de un primer vistazo, sino también para que el dibujo colabore en la tarea de definir a los personajes, a los que se entiende viéndoles en acción con la misma brillantez que leyendo sus diálogos. Santos les dibuja de tal manera que se les entiende desde el principio como adolescentes y como guerreros, y eso, de nuevo, es algo que no resulta tan fácil de conseguir como parece. De hecho, Santos es capaz de transmitir con la misma facilidad desde las expresiones de sus personajes en escenas de diálogo o de simple diversión juvenil que en los grandes despliegues de imaginería visual, como el clímax del cuarto número, de largo la escena más espectacular de la serie. Por eso Young Ronins es una serie tan atractiva, aunque a simple vista, y volviendo a esa etiqueta inicial, se pueda considerar el tebeo como un mero entretenimiento. Por supuesto que lo es, pero debajo de su aspecto de acción y fantasía (o, mejor dicho, de forma complementaria) subyace un relato bien escrito, con unos personajes bien construidos. Y así, se mire como se mire, da gusto.
Como contenido extra, cada número tiene dos páginas de diseños de personajes, ilustraciones y bocetos.